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Columna
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Los caballos y la espada de Bolívar

En Colombia, la espada del presidente Petro le ganó a los caballos que dibujó con admiración infinita Álvaro Gómez

Captura de pantalla del momento que la espada de Simon Bolivar pasa por delante de Felipe VI
Captura de pantalla del momento que la espada de Simon Bolivar pasa por delante de Felipe VI

Nunca antes la espada de Bolívar había sido tan publicitada como en la posesión del Presidente Petro el 7 de agosto. Ni en Cúcuta, ni en Taguanes, ni en Aurare, ni en la segunda Batalla de la Puerta, ni en el Pantano de Vargas, ni en el Puente de Boyacá, ni en Carabobo, ni en Bomboná, para no citar las 447 batallas, sino solo las más importantes, la espada fue protagonista.

El episodio de la inesperada y súbita orden del Presidente al jefe de la Casa Militar de Palacio para que llevara la espada al acto que se realizaba en el Capitolio Nacional, se convirtió en el hecho más sobresaliente de la juramentación del nuevo mandatario. Caricaturistas de los principales medios incluyeron creativos diseños del acero del Libertador. El maestro Osuna la pintó en las manos de los presidentes saliente y entrante en actitud de combate con una leyenda que lo dice todo: “Lo que da es grima”. Betto la diseñó en blanco y negro como arma blanca y como reapertura. El reconocido y punzante Matador, la dibujó como soporte de un rollo de papel higiénico con una leyenda referente a la ausencia del Presidente a un acto oficial de reconocimiento de la nueva cúpula militar: Dolor de estómago.

Estamos hablando de un personaje cuya paternidad reclaman los liberales, los conservadores y la izquierda.

Para Álvaro Gómez, muy posiblemente el mejor conocedor del pensamiento bolivariano y de la gesta libertadora, Bolívar es la figura más grande de nuestra historia. Ocupa con su fulgurante personalidad dos décadas que fueron el momento de decisión de nuestra nacionalidad. Su proceso personal es también paralelo al de la patria y describe en un hipotético campo geométrico la misma parábola con su coronación y sus decadencias.

Para el M-19, organización insurgente que secuestró a Gómez y que se robó a mano armada la espada de Bolívar para convertirla en el símbolo del movimiento subversivo, y en tal virtud en una especie de logotipo de la posesión del presidente que militó en la estructura revolucionaria creada en 1973, que devolvió la espada en 1991 en la Quinta de Bolívar.

La publicidad del M-19 se estrenó con una campaña de expectativa en la que se hablaba de parásitos y de gusanos en forma de pregunta “¿Falta de memoria? Ya viene el M-19″. Nadie se imaginó que se tratara de una guerrilla nueva hasta que en un comunicado se identificaron como los ladrones de la espada: " Bolívar, tu espada vuelve a la lucha” y se tomaron el concejo de Bogotá. Una historia de lucha contra el imperialismo por la democracia y la soberanía nacional. En esa lucha cometieron secuestros y asesinatos, robos al cantón norte del ejército, la toma de la embajada de la República Dominicana y, la más brava de todas, el asalto al Palacio de Justicia, donde murieron muchos colombianos ilustres inocentes. También murieron integrantes del M-19 en combates con la policía, otros terminaron en prisión.

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En 1990 firmaron un acuerdo de paz con el Estado colombiano y entregaron las armas. En 1991, en elección democrática, resultaron elegidos en una asamblea constituyente que proclamó una nueva constitución. Mediante un acuerdo, integraron su mesa directiva con su ex-secuestrado Álvaro Gómez, quien después fue asesinado por manos criminales que la justicia no ha podido determinar. Las FARC han confesado el delito pero los familiares del líder asesinado no reconocen sus testimonios.

El símbolo de las campañas de Álvaro Gómez fueron los caballos de Bolívar y el del M 19, es la espada. Contradicciones, ¿no?

Estamos hablando del hombre más importante del milenio pasado, según un sondeo de la BBC que hace la relación de sus heroicas hazañas. “Con solo 47 años peleó en 447 batallas siendo derrotado solo 6 veces. Liberó 6 naciones, cabalgó 123 mil kilómetros, recorrió 10 veces más que Aníbal, 3 veces más que Napoleón y el doble de Alejandro Magno.

En Colombia, la espada del presidente Petro le ganó a los caballos que dibujó con admiración infinita Álvaro Gómez.

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