La espada de Bolívar: claves de una polémica
En Colombia resuena más la polémica de que Duque no autorizase la reliquia para la toma de posesión que el gesto del Rey de España
La polémica por la decisión del Rey Felipe VI de no levantarse ante la espada de Simón Bolívar durante la toma de posesión de Gustavo Petro como presidente de Colombia sigue generando debate en España. En el país sudamericano, en cambio, el Gobierno ha mantenido silencio sobre este episodio.
En Colombia el escándalo no gira en torno a lo que el Rey de España hizo o dejó de hacer ante la espada, sino alrededor de que el objeto, símbolo de la independencia del país, se ha visto manchado en las últimas décadas. Estas son cinco claves sobre la espada:
Historia de un símbolo
La espada de Simón Bolívar, libertador de Colombia y otros cinco países, es una de las reliquias del líder que murió en Santa Marta, Colombia, en 1830. Como muchas de sus pertenencias, terminó formando parte del Museo Quinta de Bolívar, una casona el borde oriental y montañosos del centro de Bogotá que se convirtió en museo a inicios del siglo XX.
La espada, inventariada inicialmente en 1924 al poco tiempo de inaugurarse el Museo, tiene un escudo en el que se puede apreciar en relieve la Gran Colombia, decoración vegetal y las tres estrellas que representan ser un general. Aunque simbólica, no tenía mayor relevancia en un país que no era particularmente bolivariano. Sin embargo, sí era importante para un Ejército que reivindicaba ser el sucesor de la fuerza militar que encabezó el prócer.
La guerrilla en la que estuvo Petro revivió su importancia
En enero de 1974, la espada desapareció de la Quinta de Bolívar. La naciente guerrilla llamada M-19, un grupo urbano que se había inspirado en los Tupamaros uruguayos y tenía entre sus banderas una reivindicación contra la influencia de Estados Unidos en Colombia, decidió darse a conocer mediante un gesto simbólico reivindicando la rebeldía de los próceres de la independencia, como lo habían hecho los uruguayos con la bandera de los 33 orientales.
Con sentido del mercadeo, en los días previos habían aparecido anuncios publicitarios en los diarios bogotanos avisando de la llegada de algo llamado M-19, con anuncios como este: “¿Parásitos? ¿Gusanos?, ¿Falta de memoria?, ¿Inactividad? Ya viene m-19”. Con esa misma lógica, dejaron en la Quinta panfletos explicando su manifiesto político.
En ese momento la espada ganó simbolismo: el M-19 escribió: “Bolívar, tu espada regresa a la lucha”, el Ejército se sintió herido en su honor y el robo se convirtió en una carta de presentación de la guerrilla. “Cuando el M-19 sacó la espada de Bolívar de la Quinta del Libertador en 1974, yo no sabía nada de ese grupo. Vivía en Cali y me pareció muy interesante aquel gesto, aunque no sabía quiénes eran los que la habían robado”, recuerda en redes sociales Antonio Navarro, quien luego fue comandante del M-19.
Protagonizó un thriller político
Tras el robo, la espada se convirtió en un objeto de deseo, con los guerrilleros escondiéndola y los militares buscándola. Aunque hay varias versiones contradictorias que aumentan el simbolismo del robo, es claro que inicialmente la ocultó el poeta León de Greiff hasta su muerte, en 1976. Más tarde estuvo escondida hasta que, en 1991, el ya desmovilizado M-19 la devolvió en un evento celebrado en la Quinta. Allí Navarro se la entregó al entonces presidente, César Gaviria, como gesto que selló la paz firmada entre el Gobierno y la guerrilla.
“Supe dónde estaba la espada de Bolívar en 1989. Recuerdo que me lo contó Carlos Pizarro porque yo me convertí en el segundo al mando del M-19. Ese era el secreto mejor guardado del grupo. La espada de Bolívar estuvo en Cuba desde finales de los setenta hasta que la devolvimos en 1991″, asegura Navarro.
Fue símbolo de cambio en la posesión
La nueva puja por la espada empezó hace más de un mes cuando, unos días después de las elecciones presidenciales que dieron como ganador a Petro, el saliente presidente Iván Duque lo invitó a la Casa de Nariño, el palacio presidencial. Durante la visita, Duque se levantó y le pidió a Petro que lo acompañara. Lo llevó al lugar donde reposaba la espada en una urna de cristal.
Después de aquella escena, que bien pudo abrir un espacio de concordia entre Duque y Petro, la relación no mejoró. Apenas unas horas antes de la toma de posesión, Duque negó la autorización para que la espada de Bolívar formase parte de la ceremonia, como había pedido Petro. El nuevo presidente reaccionó, apenas recibió su banda presidencial. “Como presidente de Colombia, le solicito a la Casa Militar traer la espada de Bolívar, una orden del mandato popular”, dijo, dando su primera instrucción. Si no le habían llevado la espada como candidato electo, como presidente la tomaría él mismo. Y así fue.
Polémica en España, silencio del Gobierno de Colombia
Este domingo, cuando la espada llegó a la plaza de Bolívar de Bogotá, los jefes de Estado o altos dignatarios presentes, de países como Chile, Argentina o México, se levantaron de sus sillas para darle la bienvenida. Todos, menos el rey Felipe VI. Aunque eso desató polémica en España, el Gobierno de Colombia no se ha pronunciado ante ella, y el debate se ha centrado más por qué Duque negó la autorización.
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