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Los costos insostenibles de la Operación Lone Star, el modelo texano para la agenda migratoria de Donald Trump

Los oponentes del programa de mano dura de migración estatal de Texas denuncian un gasto de más de 11.000 millones de dólares que ha provocado el desvío de fondos necesarios en otras áreas

Rolando Escobar
Migrantes detenidos en medio de la Operación Lone Star en Bracketville, Texas, en marzo de 2023.The Washington Post (The Washington Post via Getty Im)
Nicholas Dale Leal

La frontera de Texas está militarizada, pero no por Donald Trump, sino por el gobernador Greg Abbott. Desde el 2021, el Estado ha gastado más de 11.000 millones de dólares de fondos públicos para financiar la Operación Lone Star, su programa de mano dura de migración, que de cierto modo sirve como modelo para la agenda migratoria de Donald Trump. En los últimos cuatro años, Abbott ha trasladado unos 10.000 policías militares estatales del Departamento de Seguridad Pública (DPS, por sus siglas en inglés) y de la Guardia Nacional a la frontera —además de las fuerzas federales que se han estacionado allí—; ha enviado forzosamente más de 100.000 migrantes a “ciudades santuario” gobernadas por demócratas; ha instalado 70.000 rollos de alambre de púas y boyas con cuchillos en el río; ha erigido unos 160 kilómetros de muro fronterizo y ha comenzado la construcción de una base militar en Eagle Pass para casi 2.000 agentes de la Guardia Nacional.

Para los oponentes del programa, activistas y defensores de migrantes, Lone Star ha sido una “pérdida de tiempo y de dinero” que ha desviado fondos necesarios de otras áreas y beneficiado a ciertos contratistas afines, de acuerdo a un análisis independiente. Además, ofrece un vistazo de lo que podría generar a todavía mayor escala la implementación de los planes de deportación de Trump.

Priscila Olivarez, estratega y abogada política senior del Immigrant Legal Resource Center (ILRC), la organización detrás del informe recientemente publicado, considera que el programa ha sido un fracaso bajo varias métricas diferentes. “Si hablas con la comunidad, este es un ejemplo más del desperdicio creado por nuestros oficiales. Podríamos tener una respuesta humana para atender a la gente que está llegando a nuestra frontera; la Operación Lone Star no lo ha conseguido. En general, no ha logrado atender las necesidades de nuestras comunidades. Y en general, si miras el costo económico y el impacto humano, cómo ha aumentado la retórica antiinmigrante en el Estado, ha sido un fracaso en cada análisis”, asegura por teléfono desde San Antonio, aunque admite que depende de cómo se define el éxito y el fracaso. Si el objetivo, como dicen algunos otros críticos, era generar la sensación de crisis —pues aunque el flujo migratorio era alto cuando Lone Star comenzó, a Texas particularmente no lo afectaba demasiado porque los migrantes no se suelen quedar en Texas— y convertir la migración en la principal preocupación de los votantes, tanto dentro como fuera de Texas, Lone Star ha sido un éxito rotundo.

Pero más allá del debate sobre si ha cumplido sus cometidos, la factura ha sido exorbitante y ha afectado los presupuestos y servicios en otras áreas del gobierno estatal. El cálculo de ILRC para el coste de Lone Star se basa en varios reportes que citan un costo semanal de 2.5 millones de dólares por semana, solo en gastos operativos, y un presupuesto general de 4.800 millones de dólares por dos años desde enero de 2023. Si se le suma la propuesta de otros 6.500 millones de dólares para Lone Star hasta el 2027, el precio total de la operación llegaría casi a los 18.000 millones. Como referencia, esto es más o menos lo que Estados Unidos gastó en apoyo militar a Israel en el primer año de la guerra en Gaza.

A medida que el gasto se sale de control, los líderes comunitarios de Texas, especialmente de la zona fronteriza que ha sido militarizada, están alzando la voz para decir que esos fondos podrían y deberían ser utilizados para beneficiar y fortalecer los servicios públicos y las infraestructuras. “Es muy preocupante porque si viajas a Eagle Pass [donde se ubica la base de operaciones de Lone Star], se ve cuán militarizada está. Y cuando hablas con la gente local, repiten una y otra vez que no es algo que ellos pidieron. No pidieron la militarización, no pidieron la construcción de la base”, señala Olivarez.

Con un promedio de 14% de la población por debajo de la línea de la pobreza, y muchos condados, especialmente los fronterizos, con niveles mayores del 20% de pobreza, los programas sociales de Texas se han visto directamente afectados por Lone Star. Por ejemplo, el gobernador Abbott desvió 975 millones de dólares de ayuda federal para combatir el coronavirus y 426.9 millones del sistema estatal de prisiones, además de optar por no invertir en el sistema eléctrico del Estado —lo cual ha costado numerosos apagones masivos que se prevé empeorarán por las condiciones climáticas más extremas— o cortar gastos en el departamento dedicado a proteger a niños y familias —que ha llevado a una investigación federal en la que se acusa al Estado de malos tratos y negligencia en albergues para niños con discapacidades—.

“Dar prioridad a la Operación Lone Star a costa de prácticamente todas las demás funciones del Estado está teniendo efectos perjudiciales en todo el Estado, incluidos los organismos locales encargados de hacer cumplir la ley”, dice el informe. “Un residente del condado de Kinney, una zona en el corazón de las operaciones, subraya que su policía local se centra en la aplicación de la inmigración en lugar de cuestiones como el abuso doméstico que afectan a su comunidad”. A nivel federal, el impacto de recortes para financiar la agenda migratoria puede ser devastador.

La militarización también ha sido cuestionada a nivel militar. Daniel Hokanson, el ex jefe de la Oficina de la Guardia Nacional de Estados Unidos declaró ante el Subcomité de Asignaciones de Defensa del Senado que “no hay valor de entrenamiento militar para lo que hacemos [en la frontera]”. Asimismo, miembros de la Guardia Nacional denuncian retrasos en los pagos, condiciones insalubres en los campamentos, falta de equipamiento adecuado y la muerte de al menos diez soldados desplegados bajo Lone Star, de los que se sospecha que al menos cuatro murieron por suicidio.

La conclusión a la que llegan los críticos es que la motivación real no es atender de manera efectiva el problema que supone absorber millones de migrantes, sino la de crear y mantener la ilusión de una crisis para su beneficio político. “Creo que hay mucha incoherencia cuando se ven los mensajes del gobierno federal y estatal. Greg Abbott ha pedido un reembolso federal, pero no que se detenga el programa. Anteriormente, la narrativa era que el gobierno de Biden no estaba haciendo su trabajo, pero ahora la administración Trump ha dicho que está implementado todos estos decretos y políticas migratorias. Si ese es el caso, ¿por qué no ha desaparecido la Operación Lone Star?”.

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Sobre la firma

Nicholas Dale Leal
Periodista colombo-británico en EL PAÍS América desde 2022. Máster de periodismo por la Escuela UAM-EL PAÍS, donde cubrió la información de Madrid y Deportes. Tras pasar por la Redacción de Colombia y formar parte del equipo que produce la versión en inglés, es editor y redactor fundador de EL PAÍS US, la edición del diario para Estados Unidos.
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