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Las muertes que trae el verano: aumenta el deceso de migrantes que buscan llegar a Estados Unidos por el desierto

Según la Patrulla Fronteriza, se han registrado 138 fallecimientos en lo que va de año, solo once menos que las 149 reportadas en 2023. Pero organizaciones pro-migrantes aseguran que las cifras que maneja el Gobierno son una “subestimación”

migrantes en el desierto
Una familia de Brasil camina por el desierto en California, el 12 de mayo.Robert Gauthier (Getty Images)

El día más largo del año, los termómetros marcaron 105 grados Fahrenheit (40° C) en el desierto de Sonora, un calor capaz de aniquilar a cualquiera. El 20 de junio, cuando la luz del sol duró 14 horas, 15 minutos y 51 segundos, los voluntarios de la organización No More Deaths (No más muertes) agarraron 100 galones de agua y los colocaron en zonas estratégicas, al pie de un saguaro, en los posibles caminos por los que atraviesa un futuro migrante, los pasos más transitados hasta la zona fronteriza con Arizona. Además del agua, dejaron alimentos e insumos para primeros auxilios, con la idea de socorrer a alguien de una hipertermia, una deshidratación, de quemaduras solares y, en el peor de los casos, de la muerte.

En uno de sus reportes, la organización aseguró que el Servicio de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) “está subestimando las muertes de migrantes”, cuando en realidad aumenta el número de personas que fallecen en su largo camino hacia Estados Unidos, más aún en medio del calor que llega con los meses de verano. La Patrulla Fronteriza declaró a Border Report que registró 138 muertes en el desierto en lo que va de año, solo once menos que las 149 reportadas en 2023. Pero, según No More Deaths, ese número debe ser mucho más alto.

Y es que las peores noticias no cesan: una persona fallecida y seis con cuadros de deshidratación rescatadas en junio en la zona de Santa Teresa, Nuevo México; los restos de diez migrantes que en julio la Patrulla Fronteriza encontró en la zona de Texas y Arizona, y que habrían muerto “debido al calor y las condiciones peligrosas”; otros cuatro migrantes que murieron por una ola de calor en el desierto de Sonora; las dos personas declaradas muertas en junio tras sufrir “lesiones por calor” en una franja desértica a 10 kilómetros de la frontera.

Una activista deja botellas de agua al borde de un camino transitado habitualmente por migrantes, en Jacumba (California), el 5 de junio.
Una activista deja botellas de agua al borde de un camino transitado habitualmente por migrantes, en Jacumba (California), el 5 de junio.Katie McTiernan (Getty Images)

Los partes meteorológicos hablan de las altas temperaturas de hasta tres dígitos, de índices de calor cercanos a 120 ºF (48°C), una de las causas de muerte de muchos migrantes que intentan alcanzar la frontera sur. Aunque junio fue el mes con menos detenciones fronterizas desde la puesta en marcha de las nuevas políticas anunciadas por la Administración Biden que restringen la tramitación de asilo, también es uno de los más mortíferos. Missing Migrants Project, una iniciativa que desde 2014 registra muertes y desapariciones de migrantes, asegura que solamente en junio de 2024 se reportaron 34 muertes en la frontera, principalmente por ahogamiento, condiciones ambientales extremas, falta de refugio, alimentos y agua, entre otras causas.

Aunque son muchas las organizaciones que critican la recopilación de datos del CBP, sus últimas cifras también arrojan luces sobre la situación: en el año fiscal 2022 registraron 171 muertes, cuando en 2021 contabilizaron 151. En uno de sus reportes, la agencia aseguró que en 2022 recuperaron 895 restos humanos en la frontera, y que factores como el calor y el ahogamiento habían sido las causas más frecuentes de dichas muertes. Un informe de No More Deaths revela que la mayoría de estos fallecimientos no ocurren en zonas lejanas del desierto de Chihuahua, sino en el área metropolitana o cerca de El Paso y Sunland Park, en Nuevo México, y que, desde 1998 hasta 2022, los decesos suman 9.500, aunque este número todavía sigue siendo un subregistro.

Las autoridades han alertado sobre el panorama. Anthony S. Good, jefe de la Patrulla Fronteriza del Sector El Paso, donde este año se han hecho 761 rescates, aseguró hace un mes que el “entorno desértico es extremadamente implacable, especialmente durante los meses de verano”, e instó a los migrantes a detener los cruces ilegales. El Gobierno de Estados Unidos también llamó la atención del peligro del calor del verano. A inicios de junio, CBP comunicó que la Patrulla Fronteriza del Sector El Paso observó “un aumento en las lesiones y muertes por calor y deshidratación entre los migrantes que intentan cruzar la frontera ilegalmente”, cuando las temperaturas estaban por encima de los 100 ºF. También aseguraron que estaban intensificando sus esfuerzos para “prevenir estas tragedias”, con un despliegue de equipos de búsqueda y rescate con tecnología avanzada, drones y dispositivos sensores de calor, capaces de localizar y ayudar a las personas en peligro.

Un grupo de migrantes camina cerca de un auto de la Patrulla Fronteriza, en Jacumba (California), el 13 de mayo.
Un grupo de migrantes camina cerca de un auto de la Patrulla Fronteriza, en Jacumba (California), el 13 de mayo.Robert Gauthier (Getty Images)

En el comunicado no olvidaron mencionar que habían aumentado los patrullajes en la zona, así como los esfuerzos con las autoridades mexicanas “para abordar el problema de seguridad en ambos lados de la frontera”. Y es precisamente esta llamada de atención de las organizaciones y activistas: mientras la Administración Biden implementa políticas para detener la inmigración ilegal, Andrés Manuel López Obrador se une a los esfuerzos y Donald Trump promete realizar la deportación más grande de la historia de Estados Unidos si vuelve a la Casa Blanca en noviembre, muchos migrantes pierden la vida tratando de sortear los controles que ponen cada vez más en peligro sus vidas.

“Los migrantes en las zonas fronterizas están expuestos a más peligros e inseguridad a medida que Estados Unidos y México continúan centrándose en un enfoque de aplicación de la ley y militarización para gestionar a los solicitantes de asilo”, dijo a EL PAÍS Meghan Zavala, analista de datos y política de Al Otro Lado, organización que brinda apoyo legal y humanitario a migrantes en ambos lados de la frontera. “Estados Unidos debería abrir inmediatamente el acceso a los puertos de entrada para que los solicitantes de asilo se acerquen y pidan protección, en lugar de utilizar restricciones para confinar a personas y familias desplazadas en regiones que se sabe son peligrosas para los migrantes en tránsito”, insiste.

Las demoras de CBP One, un motivo para lanzarse a la frontera

A inicios del pasado año, el Gobierno estadounidense lanzó la aplicación móvil CBP One para controlar el flujo migratorio ilegal en la frontera, un mecanismo no poco controvertido que se ha prestado para la exclusión, las extorsiones y hasta los secuestros. La aplicación, que prometía organizar las entradas legales al país, ha terminado perjudicando a muchos migrantes.

Mary Kapron, investigadora para Canadá y Estados Unidos de la organización Amnistía Internacional, dijo a este periódico que las largas esperas que implica tener una cita a través de CBP One, muchas veces en situaciones precarias y a menudo peligrosas por tiempo indeterminado, lleva a que muchos se lancen a transitar vías cada vez más riesgosas. “La incertidumbre de desconocer cuándo obtendrán cita, sumado a la peligrosa y difícil situación en México y al bloqueo del acceso a los puntos de entrada por parte de las autoridades mexicanas, han obligado a muchas personas solicitantes de asilo a tomar la decisión de cruzar a Estados Unidos sin cita en CBP One”, dice. “También ha provocado la separación de familias, ya que hay progenitores que envían a sus hijos e hijas a Estados Unidos como menores no acompañados para no tenerlos esperando en la frontera en condiciones inseguras”.

Una migrante mira en su teléfono móvil la aplicación CBP One en el albergue Juventud 2000, en Tijuana.
Una migrante usa la aplicación CBP One en el albergue Juventud 2000, en Tijuana (México).Aimee Melo

La investigadora afirma que estas políticas no han sido todo lo eficaz que las autoridades esperaban. Según Kapron, en Tijuana muchos a veces quedan “atrapados” entre los muros fronterizos o en el desierto durante varios días, “en condiciones extremas y sin acceso a alimentos o agua”. En Brownsville, Texas, la Guardia Nacional colocó rollos de alambre para evitar los cruces. En Eagle Pass, el Gobierno estatal mandó a hacer una especie de muro de boyas flotantes en medio del río para bloquear la entrada a los posibles migrantes. Muchos críticos de estas políticas temen que las boyas de plástico puedan causar más ahogamientos de los que normalmente se producen en el río Bravo, y que este año suman 46, de acuerdo con las cifras de Missing Migrants Project.

Pero el peligro al que se enfrentan los migrantes no empieza y termina en la frontera sur. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) registró en 2022 unas 114 muertes en la selva del Darién. Entre enero de 2023 y marzo de 2024, la Comisión Nacional de Búsqueda de México documentó 87 desapariciones de migrantes en su recorrido por ese país, aunque las organizaciones de la sociedad civil hablan de números mayores. Los accidentes de tránsito durante estas rutas son otras de las recurrentes causas de muerte, además de la violencia que enfrentan gran parte de los migrantes en sus travesías. Una encuesta realizada por ACNUR en 2023 reveló que el 56% de las personas entrevistadas había sido víctima de violencia durante su tránsito por México, mientras que el 42% había sufrido algún incidente violento durante su recorrido antes de llegar a ese país.

Una tendencia preocupante es también el aumento de las muertes en las rutas migratorias en el Caribe. OIM documentó 245 decesos en 2021 y 350 en 2022, en mayor medida de personas procedentes de República Dominicana, Haití y Cuba. Johanna Cilano, investigadora regional para el Caribe de Amnistía Internacional, insiste sobre la falta de protección internacional a los migrantes haitianos, muchos de los cuales tratan de llegar a la frontera debido a las demoras de CBP One y la imposibilidad de sostenerse en sitios como la Ciudad de México. “Estas personas se encuentran expuestas a diversas violaciones de derechos humanos como detenciones, expulsiones, extorsión por parte de las autoridades, discriminación racial, abusos de grupos armados que incluyen secuestros y agresiones sexuales”, sostiene. “Amnistía Internacional ha documentado la falta de acceso a albergues adecuados en la zona fronteriza con Estados Unidos, la carencia de atención médica que sufren, y la imposibilidad de acceder a empleos y formas de regularización más allá del asilo”.

Los migrantes, mientras tanto, siguen siendo fichas del gran juego de mesa de los políticos en Estados Unidos. Ahora que Biden se echó a un lado en el tablero y nominó como precandidata al Partido Demócrata a la vicepresidenta Kamala Harris, Greg Abbott, el gobernador de Texas, ya tiene pensada su partida: ha reforzado aún más lo que se su gente ha venido haciendo para evitar los cruces en la frontera con la instalación de alambre de púas de triple hilo. Dijo en X que “Texas utilizará todas las herramientas y estrategias para asegurar la frontera en ausencia de la Administración Biden”.

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