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‘Mujeres estadounidenses, parid’: el pronatalismo de Musk se abre paso en la Administración Trump

El Gobierno estudia medidas para favorecer la natalidad mientras expulsa del país a las mujeres migrantes, responsables del crecimiento demográfico de Estados Unidos en los últimos años

Elon Musk
Inés Santaeulalia

Todo el mundo se fijó en la imagen de un niño con nombre de producto tecnológico X Æ A-Xii en el Despacho Oval junto a su padre Elon Musk y Donald Trump. Pero donde la mayoría vio a un menor de cuatro años, el presidente de Estados Unidos vio a “un individuo con un alto coeficiente intelectual”. La descripción podría pasar como una frase excéntrica más del mandatario republicano, pero sus palabras esconden una parte de un acalorado debate sobre la natalidad que crece en manos de la extrema derecha y los líderes de Silicon Valley.

La Administración Trump se ha acercado en los últimos meses a la corriente pronatalista, que defiende que los gobiernos deben fomentar la procreación con el fin de elevar la tasa de natalidad. Un movimiento que, si bien no es nuevo, vive un auge en Estados Unidos y otros países del norte global. Ya durante la campaña, el republicano dijo que quería un “baby boom” y hace unas semanas fantaseó con la idea de ser recordado en el futuro como “el presidente de la fertilización”.

Los pronatalistas, como Musk -padre de 14 hijos con cuatro mujeres-, pregonan de forma apocalíptica desde hace años el problema que supone para la humanidad el descenso del número de nacimientos. “El colapso de la población por las bajas tasas de natalidad es un riesgo mucho mayor para la civilización que el calentamiento global”, ha dicho el aliado del presidente. Una afirmación que la organización Population Connection, en su artículo Pronatalismo en Estados Unidos: El impulso de la administración Trump para aumentar los nacimientos, considera “completamente absurda”, ya que el crecimiento mundial aumenta actualmente en 70 millones de personas al año y pasará de los 8.200 millones a más de 10.000 millones en la década de 2080, según proyecciones de la ONU.

La idea, entonces, sería que ni todas las personas son iguales ni todos los nacimientos son válidos para llevar a cabo un aumento demográfico con el fin utilitarista de traer niños al mundo como parte de un reemplazo social necesario. Luke Moon, investigador en Culturas y Sociedades Digitales de la Universidad de Queensland, escribe en The Conversation: “El pronatalismo está ligado al nacionalismo, junto con la raza, la clase y la etnia”.

En 2023, la población hispana lideró el crecimiento demográfico de Estados Unidos, según el último informe de la Oficina del Censo. De los 1,64 millones de nuevos estadounidenses, 1,16 millones son latinos, lo que supone casi 71% del incremento total de la población. La cruzada del presidente Trump contra los migración, especialmente la hispana, y la promesa de hacer la mayor deportación de la historia de Estados Unidos, obliga a la Administración republicana a reinventar unas políticas para favorecer la natalidad, en exclusiva, entre las ciudadanas estadounidenses.

Dar prioridad a las mujeres casadas y con hijos para las becas del programa Fulbright, entregar un cheque en efectivo de 5.000 dólares a cada madre tras el parto o dar cursos de formación sobre los ciclos menstruales para que las mujeres conozcan el mejor momento concebir son algunas ideas que baraja el Gobierno, según informó The New York Times. Pero el mantra, antes que los anuncios, lleva gestándose desde la campaña. J.D. Vance, en su primer discurso como presidente, ya proclamó: “¡Quiero más bebés en Estados Unidos!”.

El control de la natalidad, como una de los logros del feminismo moderno, entra en contradicción con la idea de fomentar la natalidad por encima de otras premisas, incluso la libre elección personal de tener (o no) hijos y su número. La organización ultraconservadora Heritage Foundation, autora del Proyecto 2025, considerado una hoja de ruta de la segunda administración Trump, republicó en diciembre de 2024 un artículo con el título Te explicamos cómo revertir la caída de la natalidad (baby bust) que critica las actuales políticas de educación superior de Estados Unidos por favorecer una “adolescencia artificialmente prolongada”.

“Las políticas educativas actuales empujan a las personas a retrasar la formación de una familia (...) e imponen barreras para acceder a la educación religiosa, dos factores que reducen significativamente las tasas de fertilidad”, escriben los autores Jay P. Greene y Lindsey M. Burke. O también: “Las políticas de educación superior en Estados Unidos ofrecen enormes incentivos para que más gente asista a la universidad, tarde más en completar sus estudios y elija carreras con retornos negativos sobre la inversión. En concreto, los préstamos estudiantiles altamente subsidiados incentivan a más gente a matricularse y a permanecer en la educación superior más tiempo que si asumieran el coste total de sus estudios”.

La fecundación in vitro

Pero dentro de la derecha, entre los defensores de promover el aumento de la natalidad, también hay enormes diferencias. A las pocas semanas de llegar a la Casa Blanca, el presidente firmó una orden ejecutiva para ampliar el acceso y rebajar el coste de la fecundación in vitro. Una técnica que rechazan algunos de los republicanos que defienden los valores tradicionales y religiosos de la familia pero que abrazan los líderes tecnológicos de Silicon Valley.

Aunque Musk no se ha pronunciado directamente sobre el asunto, se sabe que muchos de sus hijos fueron concebidos así y, según publicó The New York Times, citando a una fuente cercana al hombre más rico del mundo: “Musk ha afirmado que la fecundación in vitro es una forma más eficiente de tener hijos porque permite a los padres controlar partes del proceso”. Su hija trans de 20 años, Vivian Jenna Wilson, con la que no se habla desde hace tiempo y a la que considera víctima de las “políticas woke”, dijo hace poco en la red social Threads que su sexo asignado al nacer “fue una mercancía comprada y pagada”. “Así que cuando resulté ser transgénero, fui en contra del producto vendido”, continuó.

Malcom Collins, Simone Collins

Los mayores exponentes de esta corriente son Malcolm y Simone Collins, fundadores de Pronatalist.org y padres de cuatro hijos a través de fecundación in vitro -planean tener al menos diez-. La pareja defiende (y usa) la selección genética de embriones, pero rechaza las voces que los acusan de promover las eugenesia para traer al mundo hijos más listos, más sanos y más guapos o “individuos con un alto coeficiente intelectual”, que diría Trump. Los Collins han enviado varias propuestas a la actual Administración republicana, entre ellas otorgar una Medalla Nacional de la Maternidad a las madres con seis o más hijos, y Simone se postuló, sin éxito, a la Cámara de Representantes de Pensilvania en 2024 por el Partido Republicano.

El matrimonio de activistas disfruta de la polémica como defensa de su particular modo de vida, que considera el traer hijos al mundo como una entrega altruista a la sociedad. “Sería feliz de morir de parto”, dijo ella a la salida de una clínica de fertilidad a principios de este año, recoge The Washington Post. Un artículo del diario publicado en febrero cuenta que cuando el fotógrafo fue a visitarlos en la granja de Pensilvania en la que viven, “Malcolm, con la intención de provocar indignación, propuso vestir a Simone con su sombrero de El cuento de la criada". Hacer una sesión de fotos para emular la novela (y serie de éxito) de Margaret Atwood, en la que las mujeres fértiles son esclavizadas sexualmente para tener hijos, les pareció que podía ser muy divertido.

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Sobre la firma

Inés Santaeulalia
Es la jefa de la oficina de EL PAÍS US, antes fue responsable en Colombia, Venezuela y la región andina. Comenzó su carrera en el periódico en el año 2011 en México, desde donde formó parte del equipo que fundó EL PAÍS América. En Madrid ha trabajado para las secciones de Nacional, Internacional y como portadista de la web.
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