Vuelve a la tele por Navidad
Antes, en estas fechas, uno podía ver ‘Qué bello es vivir’, ‘La gran familia’ o ‘Los fantasmas atacan al jefe’. Ahora también, solo que tiene que ir uno a buscarlas a las plataformas que las albergan, donde tal vez pueden no estar mañana
A Christmas Carol. No, no se preocupen, no he venido a hacer una versión en columna de tele de Cuento de navidad y menos en inglés. Es solo que no me quito de la cabeza la mejor referencia reciente al clásico de Dickens: para anunciar la emisión del último capítulo de esta ...
A Christmas Carol. No, no se preocupen, no he venido a hacer una versión en columna de tele de Cuento de navidad y menos en inglés. Es solo que no me quito de la cabeza la mejor referencia reciente al clásico de Dickens: para anunciar la emisión del último capítulo de esta primera temporada de Pluribus, en las redes de Apple TV han publicado un ingenioso meme con su protagonista, Carol, con un gorro de Santa Claus, y el texto “A Christmas Carol”. Tras la cena de Nochebuena —o antes, pero a mí me gusta dejar lo mejor para el final—, quien quiera podrá sentarse frente a la pantalla a disfrutarlo, de la misma forma que muchos el año pasado, tras despedirnos de nuestras familias, nos entregamos a Luz de luna, recién añadida entonces a Filmin. Este año nos consolaremos con Friday Night Lights, la última gran incorporación de la plataforma.
Antes, por Navidad, uno se sentaba frente a la tele y podía ver Qué bello es vivir, La gran familia o Los fantasmas atacan al jefe, por seguir dickensiana. Ahora también, solo que tiene que ir uno a buscarlas a las correspondientes plataformas que las albergan hoy, donde tal vez pueden no estar mañana. Por este motivo hay quien se ha puesto en modo preparacionista y está recuperando o enriqueciendo su colección física de películas y series temiendo que se intensifique el incremento de los precios de los servicios de streaming o que algún cambalache de derechos le impida en un momento dado acceder a alguna de sus historias favoritas. The Washington Post publicó hace unos días un artículo sobre cómo los DVD y los CD están seduciendo a muchos miembros de la generación Z, no solo por el encanto de lo vintage —me duele escribir esto porque recuerdo como si fuera ayer su nacimiento, acompañado de su inevitable aura de modernidad—, sino también por el placer de la posesión.
Pero no se trata solo de preservar el acceso individual, sino de lamentar la pérdida comunitaria. El video on demand le da poder al individuo, la tele generalista a la comunidad. El calendario televisivo bebía del ordinario y, como la tele reunía a todos a su alrededor en tiempo real, era capaz de crear tradiciones catódicas. Hoy prácticamente huérfanos de ellas, al fantasma de las navidades televisivas futuras solo le queda, como en Cachitos —una de las pocas costumbres que pervive—, recurrir al pasado.