‘Cómo cazar a un monstruo’, de Carles Tamayo: el ‘youtuber’ que encarceló al pederasta de su infancia

La joven estrella de internet y el veterano productor televisivo Ramón Campos se unen para crear uno de los documentales españoles que más impacto han generado de los últimos tiempos

Carles Tamayo (derecha) entrevistando a Lluís Gros en la serie documental 'Cómo cazar a un monstruo'.Foto: Amazon Prime Video

Carles Tamayo (El Masnou, Barcelona, 29 años) conoció a Lluís Gros siendo un niño. Era el hombre que regentaba La Calàndria, la sala de cine local. Al cumplir los 16, su relación se estrechó, cuando Tamayo lo entrevistó para la pequeña radio en la que trabajaba. Como hacía con otros niños y adolescentes, Gros le regalaba entradas y carteles de películas. Hasta proyectó los primeros cortometrajes del entonces aspirante a director. La serie documental Cómo cazar a un monstruo, ya disponible en Prime Video, cuenta el explosivo reencuentro entre ambos. Ocurrió cuando Gros ya había sido condenado a 23 años de prisión por abusos sexuales a menores y Tamayo se había convertido en un exitoso youtuber gracias a sus investigaciones virales, infiltrándose en sectas y en tramas delictivas. El pederasta pedía a su antiguo amigo hacer una nueva entrevista.

“Cuando me enteré de que había sido acusado de violar a varios chicos, me sentí engañado. No había visto venir nada de eso”, recordaba Tamayo el jueves a EL PAÍS en conservación telemática desde el FesTVal de Vitoria, donde ha presentado esta impactante miniserie de tres episodios. “En ese momento, yo no tenía la idea de hacer un documental. Pero al ver que seguía en libertad a pesar de la sentencia, me preguntaba qué estaba ocurriendo. Hasta ese momento lo conocía como un hombre que hacía una labor social en El Masnou, y seguía pensando que quedaba algo de bondad en él, que quería usar mi altavoz para pedir perdón a sus víctimas”, comenta el youtuber para explicar por qué accedió a volver a hablar con él.

Durante meses de investigación y encuentros, Tamayo descubre al mismo tiempo que el espectador muchos otros crímenes cometidos por Gros y le tiende una trampa que le lleva a prisión, donde lleva desde mayo de 2022. Lo cuenta en un relato en tres episodios que muestra cómo el ego de un criminal se convierte en su perdición. El olimpo del género documental está lleno de narcisistas. Lo es Robert Durst, quien accedió a ser el protagonista de una obra maestra como es The Jinx (El gafe) y que, gracias a un micro abierto, confesó ser un asesino en serie. Y lo son los protagonistas de The Act of Killing, que recrean ante la cámara algunos de los asesinatos que cometieron como miembros activos del genocidio ocurrido en Indonesia. Lluís Gros, además de narcisista, sentía una sensación de impunidad.

Carles Tamayo, en 'Cómo cazar a un monstruo'.Amazon Prime Video

El investigador habló con un psicólogo antes del encuentro que da comienzo a la serie documental. “Me dijo que no me hiciera ilusiones. Me avanzó cómo se iba a comportar Lluís y acertó de pleno. Llegó intentando dar pena, contándome que había tenido un problema con su coche. Luego, comenzó a alabarme, haciendo el clásico bombardeo de amor, felicitándome por mi trabajo anterior y terminó negando todas las acusaciones a pesar de haber sido condenado. Quería hacer una entrevista para reclamar su inocencia. Cuando acabó mi pequeño proceso de duelo al descubrir a un Lluís que no conocía, me propuse mostrar su verdadera cara. Él aceptó que yo investigara el caso y que mostrara el resultado, fuera cual fuera”, rememora.

Es entonces cuando entra en juego Ramón Campos (Velvet, El caso Asunta), quien decide poner la maquinaria de la poderosa productora Bambú al servicio del youtuber. “Carles me presentó el material que había grabado y era brutal”, cuenta el productor a este periódico. “A partir de ahí empezamos a hacernos pactos: las líneas rojas que establecíamos cada uno de nosotros o qué era lo que buscábamos a nivel ético. Coincidimos bastante en nuestros puntos de vista, así que me di cuenta de que no quería cambiar el estilo de Carles”, admite. “El tema de la pederastia no me interesaba por sí mismo, de hecho, me provoca rechazo. Si no hubiera visto que había una reflexión más profunda en lo que estaba grabando, no hubiésemos coincidido en este proyecto”, comenta. Cómo cazar un monstruo tiene la solidez narrativa de una gran producción pensada para plataformas y el estilo fresco y desenfadado de los vídeos pensados para YouTube.

La conclusión común de ambos narradores es que el sistema falla, “y que ha fallado durante décadas a las víctimas de Lluís”, apunta Campos. La sensación de impunidad del pederasta es tal que no le preocupa hacer chistes sobre violaciones mientras es grabado, ni tampoco mantener por videollamada charlas inapropiadas con menores ante la presencia de Tamayo.

Es la misma indiferencia general que no protegió a Gisèle Pellicot, mujer violada durante años por sumisión química por su propio marido y por decenas de desconocidos sin que médicos ni testigos dieran la voz de alarma. Y la que hizo pensar a Antonio Martín Hernández, alcalde popular de Vita (Ávila) que podía entonar en público cánticos pedófilos y sobre violaciones. Y la que dejó en libertad durante décadas a Dino Scala, hasta ahora el agresor sexual más mediático de Francia, cuya historia inspira la serie El caso del Sambre (Movistar Plus+).

Un instante de 'Cómo cazar a un monstruo'.PRIME VÍDEO

Una de esas líneas rojas en las que coincidían productor y youtuber era la de mostrar a Lluís desde un principio como alguien condenado y culpable de los hechos. “Nos negamos a crear incertidumbre en favor de una narrativa más atractiva. No queríamos alimentar que, habiendo una sentencia firme, se dudara del testimonio de las víctimas, algo que les ha estado ocurriendo durante muchos años”, comenta Tamayo, que, a diferencia de otros de sus proyectos, esta vez investiga sin cámara oculta, sin caracterizarse y sin esconder su identidad. “Lluís fue consciente siempre de que le estaba grabando. Teniendo en cuenta que todo el mundo se comporta de forma diferente a cómo es cuando tiene una cámara delante, me pregunto qué cosas se ha callado y ha evitado hacer”, lamenta.

“Ya estoy cansado de infiltrarme. Quiero hacer algo nuevo. La tendencia en YouTube es que, si algo te funciona, tienes que repetir exactamente lo mismo. Y yo siempre he intentado huir de eso, aunque a veces me haya supuesto perder un 80% de las visitas. No quería ser toda mi vida el que investiga sectas”, comenta el creador de contenido digital. Campos le responde: “No te preocupes. Yo fui el de Velvet, y luego fui el de Fariña. Hay algo bonito en el hecho de desconcertar a la audiencia, que no sepa por dónde vas a tirar”, le aconseja.

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