Crece el antifeminismo entre adolescentes: el mito de la denuncia falsa, la mujer casta y el hombre conquistador

El Centro Reina Sofía de Fad Juventud constata en un informe el retroceso de las ideas igualitarias, la negación de la violencia machista y la brecha entre chicos y chicas

Manifestación feminista de estudiantes en Sevilla, el pasado 8 de marzo.Alejandro Ruesga

El 22 de abril, de este año, Hugo Monteagudo colgó en su cuenta de TikTok uno de sus clips. Este: “Una mujer que cada fin de semana está con un tío o sale de fiesta y se enrolla con dos o tres, no pasa nada, eres libre de hacer lo que quieras, pero con 30 años vas a estar sola, ningún tío te va a querer. Pierdes todo tu valor como mujer cuando te expones, dejas de ser exclusiva. Si cualquier hombre puede tenerte, ¿qué valor tienes? Cero”. Monteagudo tiene 19 años y más de 2,2 millones de seguidores en esa red. Es al...

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El 22 de abril, de este año, Hugo Monteagudo colgó en su cuenta de TikTok uno de sus clips. Este: “Una mujer que cada fin de semana está con un tío o sale de fiesta y se enrolla con dos o tres, no pasa nada, eres libre de hacer lo que quieras, pero con 30 años vas a estar sola, ningún tío te va a querer. Pierdes todo tu valor como mujer cuando te expones, dejas de ser exclusiva. Si cualquier hombre puede tenerte, ¿qué valor tienes? Cero”. Monteagudo tiene 19 años y más de 2,2 millones de seguidores en esa red. Es alguien a quien ven, escuchan y siguen adolescentes de toda España. Condensa bien el ideario que flota ahora mismo entre chicos y chicas: confusión, negacionismo de la violencia de género, mitos que no terminan de irse sobre cómo han de ser las mujeres y los hombres, polarización entre ellos y ellas, y antifeminismo. Cada vez más. Lo reflejan diversos estudios en los últimos años. El último, cualitativo, del Centro Reina Sofía de Fad Juventud, presentado este miércoles, tiene una conclusión clara: “A pesar del éxito social del movimiento feminista, con el que se identifican una mayoría de jóvenes (46,4%), en los últimos cinco años estamos viviendo un aumento del antifeminismo entre los adolescentes que considera que el feminismo ha impuesto un pensamiento único”.

Al avance en los derechos de los mujeres y la expansión del feminismo, se está produciendo una contrarreacción que cuaja en la política, en la población adulta y, de una forma que preocupa a expertos y educadores, entre los más jóvenes. Porque no son solo cuestiones de discurso o argumentación, sino también de hechos y realidades, como la violencia de género. No la niegan “al completo”, dice el informe, “pero sí banalizan o minimizan su importancia” con argumentos como “que la violencia de género está mal definida”, que “las medidas que se toman no son adecuadas”, que “muchas de las cosas que recoge han pasado siempre y no es para tanto”, que “son cosas que pasan más bien en otros países o épocas”, que “en el fondo es inevitable y no se puede erradicar, “que la víctima también tiene culpa”, que “las mujeres también lo hacen”, y que “está magnificado mediáticamente”.

El informe de Fad Juventud —Culpables hasta que se demuestre lo contrario. Percepciones y discursos de adolescentes españoles sobre masculinidades y violencia de género— no solo tenía el objetivo de saber qué pasaba sino por qué pasaba. De ahí que el estudio fuese cualitativo y en tres fases. Se realizó entre mayo y diciembre del pasado año con entrevistas a especialistas en distintas áreas (sexualidad, masculinidad, relaciones tóxicas...), con entrevistas grupales a chicos y chicas, por separado, de entre los 14 y los 17 años de 4º de la ESO de un centro público de Educación Secundaria de un barrio al suroeste de Madrid —una forma de selección que “buscaba superar un sesgo de autoselección de los y las participantes, que supone una gran barrera de acceso para estudiar el negacionismo de la violencia de género”—, y con talleres con esos mismos adolescentes, ya todos juntos, después de las entrevistas, para que pusieran en común las ideas y las debatieran, y crearan material de sensibilización y prevención.

De esas horas con ese grupo de adolescentes también vieron las continuas contradicciones y la confusión, a veces, en la que están sumidos. Por ejemplo, esos discursos negacionistas iban cambiando “al imaginar a personas cercanas en esa situación”, o “al imaginar posibles soluciones para la violencia de género y/o violencia sexual”, “cuando hablan de historias reales cercanas”, “cuando se hacía un esfuerzo por des-jerarquizar la situación del grupo y se permitía hablar y dudar sin demasiadas consecuencias (romper con la retórica de la cancelación y la libertad de expresión”, y “cuando se hablaba de alfabetización mediática y empezaban a cuestionar cómo estaban informados sobre la actualidad”.

Culpables hasta que se demuestre lo contrario

Pero no solo encontraron argumentos ambiguos o cambiantes, también consensos. Seis: que “el feminismo actual está perjudicando a los hombres”, “que la presunción de inocencia ya no existe para ellos”, “que las violaciones suponen un problema en España, contra el que hay que hacer algo”, que “hay una serie de actores (ya sea una élite perversa y/o la no respuesta de la sociedad) que nos han llevado a una situación donde ser hombre joven es bastante complicado”, que “el feminismo de antes era algo bastante positivo para la sociedad”, y que “la sociedad es algo externo que contamina cómo realmente somos en esencia los individuos”. Y ellos no son los únicos que lo piensan, también ellas, “que señalan la desprotección jurídica de los hombres como algo negativo para ellos y también para las mujeres que sí sufren violencia de verdad”, apunta el estudio.

Se cruzaron además otros mitos extendidos, como el de las denuncias falsas, el de la mujer casta y respetable, el de la mujer santa y el hombre conquistador que, incide el análisis, “dificulta la construcción de relaciones sanas en esta etapa de la vida”. Y les lleva a cierto desbarajuste entre lo que piensan de sí mismos y del sexo o género contrario, entre cómo quieren ser y cómo todavía creen que deberían ser.

Aunque cada vez están más lejos de la llamada masculinidad tradicional, siguen manteniendo rasgos como la idea del “hombre hecho a sí mismo”, la del “hombre heterosexual y muy activo sexualmente” o la del “hombre con liderazgo, decisión e independencia”. Sin embargo, según el informe, esas son “actitudes con las que no se sienten del todo cómodos”. “De hecho, admiten necesitar expresar públicamente que lo están pasando mal y lamentan que la sociedad les meta a todos “en el mismo saco”. También critican que las chicas busquen “fuckboys superficiales con más capital social, en vez de buscar chicos que las vayan a cuidar y querer”, añade.

La panorámica es que ellos tienen un “sentimiento de ser víctimas” de un sistema que los cancela, y que acaba derivando en posturas antifeministas “porque sienten que les sitúa en una situación de inferioridad y vulnerabilidad frente a las mujeres”, por un lado. Y una “creciente polarización” entre chicos y chicas: “Al mismo tiempo que los chicos se acercan a posiciones posmachistas, las chicas siguen defendiendo posturas feministas, aunque no siempre se definan como tal”. En cifras, el 46,4% se considera feminista frente a un 41,8% que dice no serlo, y hay amplio consenso mayoritario en que la violencia de género es un problema social muy grave (74,2%). Sin embargo, lo interesante para expertos y especialistas de Fad Juventud es ver las posiciones intermedias, por ser el grupo “más numeroso entre los hombres jóvenes (44,7%)”.

Estos “podrían estar sosteniendo postulados machistas, solo que adaptados a los nuevos tiempos, motivo por el que pasan más desapercibidos”. ¿Cuáles son esos postulados? Que el feminismo “busca perjudicar a los hombres” (34,7%) o que “no se ocupa de problemas reales, solo se usa como herramienta política” (38,1%). Y por encima del 45%, piensan que “no se puede debatir con feministas porque te acusan de machista muy rápido” o que “los hombres suelen tener trabajos más duros que las mujeres”.

Para Beatriz Martín Padura, directora general de Fad Juventud, “es importante” poner el foco en cómo se construyen las identidades de los adolescentes, ampliando “la consideración sobre la masculinidad”, ya que “estos rasgos atribuibles a chicos o chicas son una construcción sociocultural que cala en los comportamientos”. Y, si no se trabaja “sobre las masculinidades, es imposible trabajar con cambios de actitud”.


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