Goles con el volcán en las gradas
El estadio de la Unión Deportiva Los Llanos de Aridane ofrece una de las mejores postales de la erupción. “Casi nos hemos acostumbrado a que esté ahí”, dice el capitán del club, cuyas instalaciones acogen a otro equipo cuyo campo engulló la lava
“Más rápido, más rápido”. Ruge el volcán. “Dale, dale”. Expulsa una bocanada de fuego. “Aprieta, que está solo”. Se ilumina el cielo.
Es jueves por la noche y la Unión Deportiva Los Llanos de Aridane de La Palma afronta el último entrenamiento antes del partido del fin de semana. El estadio Aceró está en una de las zonas altas del municipio, sin edificios alrededor que entorpezcan la visión. Cuando cae la noche, ...
“Más rápido, más rápido”. Ruge el volcán. “Dale, dale”. Expulsa una bocanada de fuego. “Aprieta, que está solo”. Se ilumina el cielo.
Es jueves por la noche y la Unión Deportiva Los Llanos de Aridane de La Palma afronta el último entrenamiento antes del partido del fin de semana. El estadio Aceró está en una de las zonas altas del municipio, sin edificios alrededor que entorpezcan la visión. Cuando cae la noche, es uno de los mejores miradores del volcán desde Los Llanos. “Entrenar con eso de fondo es una locura inmensa. Te quedas embobado mirándolo, pero casi nos hemos acostumbrado a que esté ahí”, dice Juanma Arocha (35 años), el capitán del equipo, mientras sus compañeros juegan un partidillo.
“Ahora estamos mejor, pero lo hemos pasado muy mal. Aquel domingo no se nos olvidará nunca”, añade Arocha. Se refiere al 19 de septiembre, cuando el volcán entró en erupción. Ese día el estadio Aceró acogió a cientos de vecinos desplazados. “Me llamaron del Ayuntamiento antes de que explotara. Me preguntaron si podía abrir el campo y estar preparado por si había que acoger gente. Fuimos un primer punto de control de personas afectadas”, explica el presidente del club, Aarón Pedrianes (37 años). Los que llegaban sin nada más que lo puesto recibieron sudaderas y equipaciones del equipo.
Desde entonces, el campo de fútbol mantiene un aura de resistencia contra las penalidades causadas por el volcán. “El bar del estadio es un punto de encuentro. Todos los días se prepara comida gratuita, puede acudir cualquiera a comer o a cenar. Vienen muchos damnificados desde el primer día”, explica el presidente. El menú de este día es pasta y puré de calabaza, del que disfrutaron 40 personas. “Lo han hecho con unas calabazas tan grandes como estas”, dice sobre el puré un palmero sentado en la barra, señalando dos gigantescas en mitad del suelo del bar. Junto a ellas hay cajas de pasta, alubias, arroz y otros alimentos, donados por vecinos de la zona. “Somos buena gente”, añade con una cerveza Tropical en la mano, la marca canaria. En ese momento tiembla el suelo [el seísmo fue de magnitud 4,2]. “¿Lo habéis sentido? El volcán ha pegado un reventón”, dicen en la terraza. En menos de dos minutos el terremoto es historia y las miradas vuelven al partido Levante-Atlético de Madrid en la televisión del bar.
Jugadores y aficionados han desarrollado una gran capacidad para normalizar lo extraordinario. “El lunes, después de la erupción, no entrenamos. Se suspendió toda la actividad deportiva. Pero, claro, empiezan a pasar las semanas y ves que esto va para largo. Hubo un momento en el que teníamos que decidir: o arrancábamos la competición o nos íbamos”, explica Pedrianes. Optaron por volver a entrenar, pero en otros estadios de la isla que ceden otros clubes, lejos de la nube de ceniza. Hace unas dos semanas volvieron a casa: “Entrenamos aquí siempre que podemos. Si la ceniza lo impide, nos vamos a otro campo[el Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias desaconseja la práctica deportiva con altos niveles de ceniza]”. Así lo han hecho en los últimos días, tras la avalancha de polvo volcánico que ha asolado Los Llanos. “Es imposible jugar cuando cae así. Te entra en los ojos, en la boca… Y no veas cómo raspa cuando te tiras al suelo a cortar un balón”, añade el capitán del equipo. De momento, los partidos de la liga se juegan en otros campos para evitar la afección de la ceniza.
“Es complicado de entender, pero al final te acostumbras al volcán y convives con él. Si no lo oyes, como que lo echas de menos en el oído”, añade el presidente del club, que defiende la capacidad del fútbol para difuminar, al menos durante un rato, la crisis que vive la zona. “Creo que a algunos jugadores les sirve para abstraerse”. Es el caso de Otniel Marrero (33 años), el portero del equipo. La lava se tragó la vivienda en la que vivía de alquiler en Todoque. “Te distraes, pero cuando miras hacia arriba te vienen los recuerdos”, dice mirando al cono, que escupe lava con violencia. Abandonó su vivienda a toda prisa junto a su mujer, con poco más que algo de ropa y los papeles más importantes. “Me ayuda muchísimo venir a entrenar. Durante hora y media tengo la cabeza en otro sitio, lo necesito mentalmente. De verdad, el que haya pasado por esto y no tenga algo así, que se busque lo que sea para estar entretenido”.
De la misma forma que Marrero ha perdido su vivienda, otro club de la zona se ha quedado sin estadio. Es el Argual, que entrenaba en La Laguna. “Estamos bastante jodidos. La lava se cebó con el campo: primero le paso por encima, luego entró por la puerta principal, se pasó tres días parada en el centro del campo y al final se lo llevó todo por delante”, explica el presidente del club, José Ángel Ventura. “Todavía no hemos asumido la realidad”. De momento entrenan en las instalaciones del Los Llanos, pero el presidente sabe que esta solución no se puede mantener de manera indefinida: contando las categorías inferiores son más de 200 jugadores, más los 300 de Los Llanos. “No cabemos”, añade Ventura. Recuerda a la situación de muchos vecinos de La Palma, instalados con amigos o familiares y sin apenas alternativas: “A saber cuándo volvemos a tener un estadio propio”.
Pese a todo, el volcán no parece afectar al rendimiento de la Unión Deportiva Los Llanos en su liga, el Grupo I de Interinsular Preferente (por debajo de Tercera División, una categoría no profesional en la que los jugadores tienen trabajos más allá del fútbol). Ha jugado dos partidos esta temporada y los ha ganado, el último por cinco goles a cero. “Tenemos un equipazo”, finaliza el capitán.