“Tenemos que ser los primeros porque estamos faltos de abrazos”
Tras Araceli Hidalgo en Guadalajara, ancianos del resto de comunidades autónomas estrenan la vacunación con orgullo y para servir de ejemplo en la lucha contra la pandemia
Consuelo, de 91 años en Álava; Batiste, de 81, en Rafelbuñol (Valencia); Vicente, de 72 en Mérida; Nieves, de 82, en Santiago de Compostela; Emilia, de 80, en Zaragoza; Áureo, de 88, en Cevico de la Torre (Palencia); Doria, de 88 en La Laguna (Tenerife) o Antonio, de 83, en Granada han seguido la estela de Araceli Hidalgo en Guadalajara y se han convertido en los primeros vecinos de sus respectivas comunidades autónomas en...
Consuelo, de 91 años en Álava; Batiste, de 81, en Rafelbuñol (Valencia); Vicente, de 72 en Mérida; Nieves, de 82, en Santiago de Compostela; Emilia, de 80, en Zaragoza; Áureo, de 88, en Cevico de la Torre (Palencia); Doria, de 88 en La Laguna (Tenerife) o Antonio, de 83, en Granada han seguido la estela de Araceli Hidalgo en Guadalajara y se han convertido en los primeros vecinos de sus respectivas comunidades autónomas en vacunarse contra la covid.
Los nervios de la espera apenas se han dejado asomar cuando estos ancianos han pasado a las salas habilitadas en sus centros de mayores para ponerse la vacuna. “Es la que menos me ha dolido de todas”, ha reconocido Antonio Yáñez, de 83 años, el primer andaluz en ser vacunado, en la residencia Beato Fray Leopoldo, de Granada. Ha llegado apoyado en su muleta y con un semblante tranquilo que asomaba tras su mascarilla blanca. Pero la espera previa sí se le ha hecho eterna. “No sabía si me iban a llamar por la mañana o por la tarde”, ha reconocido.
Antonio se presentó voluntario para ponerse la inyección, como Batiste Marín, de 81 años, primer vacunado de Valencia y que “estaba pegado a la puerta para ser el primero” de su residencia, Verge del Miracle, en Rafelbuñol, como él mismo ha reconocido. Antonio sabe de los estragos que causa el virus. Perdió a su mujer hace un mes víctima de la pandemia. Ambos, como el resto de los que han recibido las primeras dosis en España, no tienen miedo, creen que vacunarse es importante y recomiendan al resto de la población que lo haga.
La covid se ha cebado con los ancianos y las residencias en España. La cifra de fallecidos en los 5.457 centros de mayores del país ha superado los 24.700, aproximadamente el 49% de los muertos por coronavirus que ha notificado el Ministerio de Sanidad. Por eso, los residentes y los profesionales que los cuidan, junto al resto de sanitarios, son los primeros en vacunarse. Emilia Nájera, de 80 años, que lleva desde 2008 en la residencia La Romareda de la capital aragonesa, no duda de la importancia de que los mayores abran la senda de la vacunación. “¿Qué haría el mundo sin abuelos? ¿Y los nietos? ¿Quién los saca a pasear y los lleva al colegio porque los padres tienen que trabajar? Por lo tanto, tenemos que ser los primeros. Además, esto es una cosa para todo el mundo. Nos va a curar y vamos a poder abrazarnos porque todos nos queremos y estamos faltos de abrazos y de querernos”, ha señalado tras recibir la vacuna.
Esta mañana, tras la inyección de Araceli Hidalgo, las cajas con los viales han empezado a llegar a los centros de distribución de cada comunidad, custodiados por agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. De ahí se han repartido entre las residencias. Su llegada ha sido recibida entre la expectación de los flashes de los fotógrafos y la esperanza de los trabajadores y residentes de los centros de mayores.
Muchos de ellos se han sentido orgullosos de haberse puesto el pinchazo, como Áureo López, de 88 años, el primer castellanoleonés en recibir la vacuna en esa comunidad y que ya está deseando que pasen los próximos 21 días para inyectarse la segunda dosis para “recuperar la libertad y volver a dar paseos en el exterior”, o Vicente Mirón, de 72 años, que ha inaugurado las inoculaciones en Extremadura. Mirón tuvo que estar mes y medio aislado por el virus. “Aunque trataba de entretenerme con los libros, necesitaba estar con los amigos”, ha recordado. Desde Santiago de Compostela, Nieves Cabo levantaba el brazo frente a la prensa para demostrar que la inyección no dolía, el mismo brazo que luego ha movido a modo de saludo desde la ventana del centro público Porta do Camiño, donde reside. “Me siento como nueva y estoy contentísima, muy alegre por haber sido la primera de Galicia. Invito a todos a que se la pongan”, ha dicho Cabo.
Doria Anatolia Ramos, de 88 años, no saludaba, pero sí se ha puesto a aplaudir, sumándose a las palmas del resto de sanitarios, tras recibir el pinchazo en el Hospital Nuestra Señora de los Dolores, en La Laguna (Tenerife). La primera canaria en hacerlo tampoco ha sentido molestias. “Una vacuna menos”, ha declarado. Consuelo Landa, de 91 años, Bernardina Escudero, de 87, y Begoña del Olmo, de 80, han puesto en marcha el contador de la vacunación masiva en el País Vasco. En Cataluña, Teresa Soria, de 74 años, estrenaba las dosis de vacuna en la residencia de La Mercè, en Tarragona.
En los próximos tres meses se repartirán 4.591.235 dosis de la vacuna que alcanzarán para inmunizar a un total de 2.295.638 personas, un 5% de la población nacional, la “casi totalidad” del primer grupo del plan de vacunación, según ha señalado el ministro de Sanidad, Salvador Illa. Cada semana se distribuirán unas 350.000 dosis.
No solo los mayores se han estrenado este domingo. Los profesionales de la sanidad también han empezado a ponerse las inyecciones, como Enrique Martínez Nieto, el primer médico vacunado de Andalucía. “Ha habido muchas muertes y letalidad, no solo en las residencias. La vacuna viene en un momento muy importante antes de la tercera ola”, ha señalado el doctor, responsable del equipo médico del centro de mayores Beato Fray Leopoldo, en Granada. En el hospital Clínico San Cecilio de esa misma ciudad también han empezado a inocularse las primeras dosis de Pfizer. “Ha sido súper emocionante”, ha dicho con la voz quebrada Fernando Santamarina, médico de Urgencias y que se ha ofrecido voluntario. “Te acuerdas de la gente que se ha quedado en el camino. Animo a que se vacunen porque, si no, esto no se acabará nunca”, ha señalado. Los primeros pinchazos , además de quedar grabados para la historia, son una inyección de esperanza para disipar los efectos letales de la pandemia.
Con información de Eva Saiz, Silvia R. Pontevedra, Ferrán Bono, Patricia Peiró, Pedro Gorospe, Juan Navarro, Guillermo Vega y Lucía Tolosa.
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