Mapa de los brotes: un cambio de fase, dos confinamientos y dos edificios en cuarentena
Las comunidades autónomas toman medidas variopintas para frenar los repuntes. No todas publican la misma información
Dos semanas después del estado de alarma, casi 300.000 personas viven cercadas en sus comarcas, en Lleida y Lugo; unas 80.000 han retrocedido a fase 2 en Aragón; dos edificios, uno en Santander y otro en Albacete, están precintados por culpa del coronavirus y ex...
Dos semanas después del estado de alarma, casi 300.000 personas viven cercadas en sus comarcas, en Lleida y Lugo; unas 80.000 han retrocedido a fase 2 en Aragón; dos edificios, uno en Santander y otro en Albacete, están precintados por culpa del coronavirus y existe medio centenar de brotes bajo vigilancia repartidos prácticamente por todo el país. Solo Asturias y La Rioja se libran, por el momento.
Ahora son las comunidades autónomas las que deben gestionar, decidir y resolver los baches que van apareciendo en el duro camino hacia el control de la epidemia. Son sus Gobiernos los que, con asesoramiento y en comunicación con el Ministerio de Sanidad, deciden qué medidas toman, cuándo y dónde. Las soluciones, como da cuenta la enumeración anterior, son variopintas: no hay un número mínimo de casos para decidir un confinamiento, tampoco está tasada el área que es necesario acotar, todo depende de lo que los expertos en salud pública consideren necesario para contener al virus. Y entre esas variables está la zona, sus movimientos y la velocidad de propagación. Por ejemplo, en cuatro comarcas de Huesca se optó por un retroceso de fase, pero sin restringir movimientos; mientras que otras dos, la Mariña Lucense y el Segrià leridano, han sido confinadas perimetralmente.
También son las autoridades regionales las que informan sobre los brotes. Aunque tienen la obligación de notificar al ministerio cada uno (entendido como tres o más casos vinculados, o uno solo si se trata de una residencia), este no lo hace público. Por tanto, ese medio centenar de brotes es un recuento a base de las informaciones que aportan las comunidades autónomas y que publican los medios locales, que se confirman con las respuestas que suele dar Fernando Simón, director de Emergencias Sanitarias, cuando le preguntan en sus dos ruedas de prensa semanales. Tampoco hay comunicación oficial de cuándo se consideran extinguidos, algo que en términos epidemiológicos sucede tras dos periodos de incubación del último caso detectado, es decir, 28 días. Estas circunstancias hacen prácticamente imposible tener un mapa riguroso de los brotes en España.
La consecuencia de la falta de información unificada es que hay comunidades que aportan hasta el más mínimo detalle de sus brotes, mientras que otras son completamente vagas. Madrid, por ejemplo, que informó el viernes de su primer brote, solo comunicó que se produjo en una empresa, pero no dónde o qué tipo de compañía era. Mientras se conoce hasta el número de la calle del edificio aislado en Albacete, donde hay ocho positivos en dos familias, apenas hay detalles sobre cómo es la transmisión en la comarca leridana del Segrià. La consejera de Salud de la Generalitat, Alba Vergés, justificó el confinamiento ante el aumento de contagios en la zona, pero en ningún momento facilitó las cifras a las que se estaba refiriendo, en lo que ha sido una constante durante toda la pandemia. “Los datos epidemiológicos nos llevan a pensar que la incidencia en el Segrià es muy superior a la media catalana. Hace semanas que estamos atentos y seguimos día a día la evolución”, aseguró Vergés. “Esto nos hace pensar que es una tendencia creciente y que tenemos que tomar medidas”, añadió.
No está claro tampoco si los casos tienen como origen la zona de Aragón que retrocedió a fase 2, algo que puede resultar intuitivo, teniendo en cuenta que es limítrofe y que ambas afectan a temporeros, pero que no ha sido confirmado. La consejera no contestó qué había cambiado en 24 horas para que la Generalitat decretara el confinamiento del Segrià, cuando ella misma anunció el viernes que no se planteaba esa posibilidad. Echó balones fuera recordando que ese día estuvo en Lleida “hasta altas horas” y que se reunió con numerosas instituciones.
Confinamientos selectivos como los de Lleida o Lugo estaban en el guion. Los técnicos de Sanidad no solo contaban con ir detectando brotes tras la desescalada, sino que daban por hecho que serían necesarias cuarentenas concretas cuando estos comenzaran a crecer. El ministro Salvador Illa lo ha dicho en más de una ocasión: “Si hay que tomar acciones más contundentes en el sentido de obligar a confinamientos muy quirúrgicos, habrá que hacerlo”. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, insistió el domingo en otra idea que vienen repitiendo los expertos: “Ahora que estamos viendo rebrotes quiero trasladar un mensaje de seguridad y calma. Detectar esos brotes demuestra que hoy las capacidades estratégicas de detección precoz que tienen las comunidades autónomas y nuestro sistema nacional de salud están mucho mejor dotadas de lo que estábamos en el mes de marzo, que desconocíamos cómo actuar y hacer frente a la pandemia”.
Lo que no prevén los técnicos, aunque no lo descartan por completo, es un confinamiento general de la población, como el que aprobó el Consejo de Ministros el 14 de marzo.
Con información de Pere Ríos e Isabel Valdés.
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