El pueblo que dejará morir a su central de carbón: “Vamos a respirar un poquito mejor”
Resignados con un nuevo golpe al empleo, el municipio gaditano de Los Barrios espera que el cierre sirva para dar “un salto adelante en lo ecológico”
Carteia fue una ciudad romana tan importante que sus vecinos fueron los primeros más allá de la península italiana en conseguir el estatus de colonia latina. De aquel pasado glorioso queda un yacimiento encajonado entre monstruosos depósitos de combustibles y espigadas chimeneas de líneas rojas y blancas. El parque arqueológico, el río y la playa de Guadarranque son un exiguo oasis natural en el Campo de Gibraltar, una comarca en la que 270.000 habitantes comparten aire desde hace medio siglo con cuatro centrales térmicas. No es de extrañar que pocos parezcan dispuestos a llorar la sorpresiva ...
Carteia fue una ciudad romana tan importante que sus vecinos fueron los primeros más allá de la península italiana en conseguir el estatus de colonia latina. De aquel pasado glorioso queda un yacimiento encajonado entre monstruosos depósitos de combustibles y espigadas chimeneas de líneas rojas y blancas. El parque arqueológico, el río y la playa de Guadarranque son un exiguo oasis natural en el Campo de Gibraltar, una comarca en la que 270.000 habitantes comparten aire desde hace medio siglo con cuatro centrales térmicas. No es de extrañar que pocos parezcan dispuestos a llorar la sorpresiva pérdida de una de ellas, la de carbón de Los Barrios.
“Todos sabíamos que se iba a morir pero no que le iba a dar un infarto”. Juan Carlos López Morales, presidente del comité de la central, tira de símil para explicar el impacto que le produjo enterarse por un vecino de que su centro de trabajo cerraba. El sindicalista se enteró por la prensa local de lo que el alcalde de Los Barrios, Miguel Alconchel, supo apenas un día antes, el 12 de junio, mientras se encontraba reunido con asociaciones de ecologistas para explicarles los avances en las negociaciones para instalar nuevos parques eólicos y fotovoltaicos en los 330 kilómetros cuadrados de su término municipal. “Recibimos la notificación de la licencia de cierre. Fue relativamente sorpresivo”, rememora el regidor.
Aunque disgustado por las formas, hace meses que López Morales empezó a sospechar que la promesa de que su central iba a ser una de las cinco de carbón de España que seguiría operativa no iba resultar suficiente para salvarla. “Llevamos un año ya parados. Hemos estado 35 años trabajando a tope, siempre dentro de los límites de la ley, y de pronto se paró”, rememora el presidente del comité. Con el anuncio de cierre que se materializará de aquí a dos años, la titular de la planta, Viesgo, tendrá que resolver la salida de los 90 trabajadores directos y 120 indirectos que se quedarán sin empleo. “A los que tenemos 60 nos ofrecerán un plan de salida. Nos preocupa la gente joven que se van a ver abocados a una situación embarazosa. Vamos a pedir la recolocación de toda la plantilla directa y, para los indirectos, la entrada en la Estrategia de Transición Justa del Gobierno”, explica el sindicalista.
El portavoz de Ecologistas en Acción Cádiz, Daniel López Marijuán, define como “esquizofrenia” la disyuntiva en la que viven las localidades a la sombra de una central eléctrica: preocupados por la contaminación, pero a la vez agradecidos por los empleos que genera. En Los Barrios han pasado ya 17 días desde el anuncio de cierre y apenas ha tenido contestación social. Saray Rojas, una vecina de 32 años resume bien el sentir: “Me da mucha pena por los trabajadores, pero hace falta menos contaminación en la comarca. Vamos a respirar un poquito mejor”. “La gente ya está preocupada y molesta por la contaminación”, tercia Marijuán.
Y Alconchel abunda en ello: “Aunque todos sabemos que es una pérdida social y económica, es verdad que en el Campo de Gibraltar hay una saturación de grandes empresas donde la contaminación es importante. La gente está concienciada de que hay que dar un salto en adelante en lo ecológico”. Es decir mucho en una comarca de 1.529 kilómetros cuadrados en los que ocho municipios viven a la sombra de cuatro centrales térmicas —tres de ellas, ciclos combinado (de gas)— y una gran industria dedicada a los productos petroquímicos y de gas, como la refinería de Cepsa o la multinacional de fabricación de acero Acerinox.
Empecinado en hacer sombra a Gibraltar, fue en 1966 cuando el régimen franquista se empeñó en destruir buena parte de las marismas y arenales para convertir a la comarca en un gran polo industrial. Medio siglo después, este territorio no baja del 30% de desempleo. “Tenemos el mayor polo industrial y el mayor polígono industrial del sur de España y aun así tenemos esa tasa de paro. No ha funcionado el modelo del Campo de Gibraltar. Creo que es porque tenemos empresas pequeñas y grandes, pero no medianas”, razona Alconchel.
Los Barrios ya cuenta con un parque eólico, y está en negociaciones para otro y para posibles plantas fotovoltaicas. “Si lo hacemos bien, quizás generen los mismos puestos de trabajo que se pierden”, explica el regidor. Más difícil será recuperar el hoyo económico de los 1,7 millones que dejará el Ayuntamiento de percibir por los impuestos que pagaba una central de 90 hectáreas, entre las instalaciones y su puerto. “Es un suelo con todas las infraestructuras habidas y por haber. Tenemos una idea de lo que queremos ahí y sería bueno para toda la bahía”, apunta Alconchel sin dar más detalles.
Las cartas ya están sobre la mesa y, en menos de dos años, el futuro de la central que ahora cierra debería comenzar a despejarse. Mientras eso llega, unos y otros se preparan para una larga negociación que, por ahora, no tiene respuesta ciudadana. López Morales, a sus 62 años, asume tanto eso como que no se piensa rendir: “La contestación ciudadana no suele ser muy allá. Te dicen que vas a cerrar y no van a llorar, pero hay que pensar en las consecuencias (…). Empieza ahora un amplio debate que durará un año o dos años. Moriré luchando, lo tengo claro”.