Las costas de Granada y Málaga, molestas con el Gobierno por el ‘suspenso’
Los alcaldes y empresarios de ambas provincias andaluzas se quejan de sufrir un trato discriminatorio respecto a otras regiones
La aparición del mapa de España con el azul claro para los aprobados y oscuros para los suspensos a la espalda del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Gobierno, Fernando Simón, cuando anunciaba qué zonas cambiaban a la fase 1, fue una tremenda decepción en Granada y Málaga. Más aún cuando el azul oscuro ocupaba las dos provincias andaluzas al completo, frente a la distribución de ...
La aparición del mapa de España con el azul claro para los aprobados y oscuros para los suspensos a la espalda del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Gobierno, Fernando Simón, cuando anunciaba qué zonas cambiaban a la fase 1, fue una tremenda decepción en Granada y Málaga. Más aún cuando el azul oscuro ocupaba las dos provincias andaluzas al completo, frente a la distribución de aprobados y suspensos por áreas de salud que se podía percibir en Castilla y León y la Comunidad Valenciana y frente a la propuesta de la Junta de Andalucía, que pedía el pase a la siguiente fase para ambas provincias completas, aunque con restricciones en Granada capital y su área metropolitana y la capital malagueña. En estas zonas más urbanas se esperaba el golpe, pero no en el resto del territorio. Los propietarios de restaurantes y chiringuitos, algunos de los cuales ya tenían todo preparado para comenzar a trabajar el lunes, se quejan de la decisión gubernamental y de las pérdidas económicas que les supondrá.
Darío de Haro, propietario del chiringuito El Bambú de La Herradura (Granada), tiene todo dispuesto sobre la arena de su playa para abrir el lunes. Una semana de trabajo previo que comenzó con una excavadora que renovó y aplanó esa arena, sobre la que ha distribuido 14 mesas de las 36 que siempre ha montado, separadas por 2,5 metros. Ya no tiene menús plastificados sino una pizarra para que se mire pero no se toque. Y por supuesto, ya tenía la comida almacenada. “La tendré que tirar”, dice. Y no se lamenta tanto por las pérdidas de esta semana como por la sensación de que “al perder estos días, otros destinos se nos adelantan”. Darío tiene a sus 14 empleados en un ERTE, del que había solicitado sacar el lunes a cuatro. “No sé si tengo que mantenerlos y pagarles la semana sin trabajar o si los puedo mantener en el ERTE una semana más”, comenta.
La alcaldesa de Motril, Luisa García Chamorro (PP), explica que en su localidad, “alrededor de 15 bares y restaurantes tenían planificada su apertura el lunes. Esperábamos haber cambiado de fase y ha sido una gran decepción. El Gobierno tenía que haber hecho las mismas distinciones que en otras comunidades. Son muchos puestos de trabajo que no se reactivan”, se lamenta. La alcaldesa popular de Marbella, Ángeles Muñoz, está enfadada. “Este gobierno va a tener que dar explicaciones a todo el sector turístico. No entiendo por qué se aplican diferentes criterios en unas comunidades u otras”, afirma Muñoz.
La costa malagueña y la granadina se enfrentan a situaciones diferentes. En Málaga aún no están tan por la labor de abrir chiringuitos y bares playeros. En la costa de Granada, gran parte del turismo procede de la propia provincia, por lo que el pase a la fase 1 garantizaba traslados a las segundas residencias costeras y, por tanto, un empujón a la economía. El Gobierno ha reconocido este sábado que el no cambiar de fase estaba relacionado con “la movilidad”. Aunque no lo ha argumentado así, probablemente habría sido muy difícil cerrar la capital granadina e impedir el traslado de muchas familias a la costa.
El turismo malagueño, en cambio, es más internacional y nacional y, por ello, las expectativas de los hosteleros malagueños eran menores. “Mucha gente iba a esperar a abrir a finales de mayo porque todavía no está claro ni qué medidas tomar ni si la gente va a venir a comer”, dice Abraham Garrote, chef y propietario del restaurante La Solana en Fuengirola, que tiene a su plantilla de ocho personas al completo en un ERTE. “Queremos ir abriendo ya para mover la economía, aunque la temporada está perdida”, dice Manuel Villafaina, presidente de la Asociación de Empresarios de Playa de la Costa del Sol. Villafaina pide hacer caso a las autoridades sanitarias. “Si los expertos dicen que no se puede, habrá que adaptarse”, subraya que de los 400 chiringuitos del litoral malagueños pocos iban a funcionar antes de final de mayo.
“Si bien la mayoría de establecimientos no iban a abrir porque las fases de desescalada no los hacen viables, sí hay otros que tenían previsto hacerlo y han rescatado personas del ERTE. Esto es bastante perjudicial para ellos”, subraya Javier Frutos, presidente de la Asociación Malagueña de Hosteleros de Málaga. Paco Trujillo, presidente de la Asociación de Chiringuitos de la Costa Tropical granadina, está molesto con que se haya tratado igual a la capital y a la costa. “Granada tenía que haber sido mirada como otras zonas de España. Nuestro distrito sanitario [que comprende la costa y la Alpujarra] cumplía los requisitos y esto nos retrasa todas las fases, por lo que tardaremos más que otros en llegar a la 3, la interesante. Perdemos competitividad con otros destinos de España”, concluye Trujillo.
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