Cómo poner en marcha el modelo económico que debe salvar el mundo

Europa y la universidad lideran el cambio de paradigma hacia la economía circular para que empresas y trabajadores, y ciudadanos, lleguen a una entente cordiale en la que haya más vencedores que vencidos

Daniel Diosdado

El qué está claro. Hay que cambiar de un modelo productivo de usar y tirar a otro de reducir, reutilizar y reciclar. El cómo, no tanto. Si no hubiera nada que perder por el camino, la maniobra de este transatlántico hacia un sistema sostenible sería lenta pero limpia. La Unión Europea, las universidades, las empresas y los ciudadanos, todos actores principales del cambio de paradigma que debe salvar el mundo, están reaccionando. El sector de la educación ha dado un paso adelante.

La Universidad de Burgos ha creado este año la primera titulación oficial sobre economía circular en España. Los 60 créditos del máster buscan formar a un líder que plantee una estrategia completa en el mundo de la empresa. “Lo que no se puede hacer es cerrar una fábrica y despedir a los empleados para poner en marcha un modelo basado en la economía circular”, afirma David Blanco, el coordinador de la titulación. “No podemos dejar a nadie atrás en esta transición”, apunta Verónica López, consultora de economía aplicada de Analistas Financieros Internacionales (AFI), en referencia a los sectores más vulnerables: ciudadanos con rentas bajas, alejados geográficamente o de sectores susceptibles de desaparecer o sufrir cambios radicales.

El viraje de la nave ya no se puede detener. “No es que la economía circular pueda convertirse en un modelo económico, es que no hay otra opción”, añade Blanco, que coordina a los 17 alumnos de la primera promoción del curso. “El cambio se tiene que producir sí o sí. Pero debemos fijar objetivos a corto o medio plazo alcanzables”, asegura. Estas metas pasan por aceptar que hay un modelo existente que no hay que erradicar, sino transformar. “Las empresas cuentan con unas instalaciones e infraestructuras determinadas. No se puede echar el cierre a la planta”, ilustra el docente, que establece otra analogía de gran escala. “Sucede lo mismo con las ciudades. No las podemos tirar y construirlas de nuevo. Nos tenemos que adaptar a lo que tenemos”.

¿Que és la economía circular? 43 años dándole la vuelta al futuro

El arquitecto suizo Walter R. Stahel esboza en un escrito en 1976 el germen de la economía circular. Acuña el término “from cradle to cradle”, que significa de la cuna a la cuna. O sea, de los inicios vuelta a los inicios, lo que comienza en un sitio termina en ese mismo sitio. Un nuevo sistema en el que el desperdicio se convierte en materia prima, representado en un círculo y no en el modelo lineal de producir y tirar imperante desde la revolución industrial. Los productos se diseñan para ser reutilizados.

El primer ministro de Japón Koizumi Junichiro impulsó la iniciativa de las tres erres (reducir, reutilizar, reciclar) en la cumbre del G8 en 2004, que tuvo lugar en Japón. La regla que emplean los expertos ahora es la de las siete erres: Reflexionar, rechazar, reducir, reutilizar, reciclar, redistribuir y reclamar. Cuatro décadas después de la primera mención del concepto de economía circular toma impulso este modelo económico responsable de salvar el planeta.

Verónica López coincide con el profesor ante la pregunta de si la economía circular se puede convertir en un modelo económico como los que se estudian en la facultad. “La respuesta es sí”. La especialista señala que en esta gran expedición de la primera mitad del siglo XXI va a haber ganadores y perdedores.

Los primeros son aquellas empresas que visualicen las oportunidades de negocio. “Las que se transformen y oferten nuevos bienes y servicios”. A continuación señala un caso más concreto. Los negocios que se especialicen en reparar antes que en reemplazar. Los vencidos de este nuevo rumbo que ha tomado la economía serán los sectores obsoletos y los trabajadores que no puedan reciclarse. Licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad de Valencia y premio extraordinario de licenciatura, López pone un ejemplo extremo para que se entienda: el transportista de carbón. Y menciona un sector estratégico: la automoción. “Los ingenieros y los mecánicos tendrán que cambiar su manera de fabricar. Gente que por edad o capacidades no les dé tiempo a entender lo que tenemos delante”.

Daniel Diosdado

Luis Morales, un ingeniero agrónomo de 27 años, fundó con otros dos colegas el Centro de Innovación y Desarrollo para la Economía Circular (CIDEC), con el objetivo de conectar a empresas con la universidad. “La economía circular sirve para crear nuevos modelos de negocio pero no tanto para mejorar los beneficios de las clases trabajadoras”, opina. Morales da un ejemplo de su labor. A una compañía que gestiona residuos se le combustionaban unas bolitas en el proceso de valorización sin explicación aparente. Acudieron a CIDEC, que organizó un equipo de trabajo en la universidad, y encontraron una solución. Esos desechos se comercializan ahora como fertilizantes. Un informe de la fundación Ellen MacArthur, que promueve la economía circular desde 2010, admite que se perderán puestos de trabajo en el proceso, pero muestra un balance final positivo sobre el empleo que puede crearse inducido por la innovación.

Europa enseña el camino

A escala supranacional la Unión Europea se ha erigido en la institución que lidera la transición hacia una economía circular. Encabeza el cambio por convencimiento y por necesidad. El peso de la UE en la agenda 2030, un compromiso internacional firmado hace cuatro años que pone el foco en las personas y el planeta, ha sido grande. “Hay una gran escasez de materias primas en Europa. Vamos a necesitar litio para todo”, apunta el coordinador del máster, que es doctor en Economía de la Empresa. Según Blanco, solo se recupera el 5% de este metal alcalino que se emplea en los aparatos electrónicos. “Cada vez que nos deshacemos de un móvil o una tableta estamos tirando dinero por la alcantarilla”, afirma.

Este burgalés de 37 años se define en tono de broma como un trabajador “de kilómetro cero” por desempeñar su carrera en la ciudad en la que nació, sin ser una de las grandes capitales del país. Sus alumnos proceden de tres áreas diferentes: ciencias medioambientales, ciencias económicas e ingeniería. Una mezcolanza clave para abordar de manera holística las nuevas necesidades de la empresa.

La reducción de materias primas se explica por el descenso del uso de combustibles y electricidad no renovable, por la disminución de los materiales que se emplean en la construcción y en el sector de la automoción. El coche se utilizaría menos pero mejor. Los atascos por ende ser reducirían. La economía circular gestionaría las externalidades negativas como la contaminación acústica y del aire, se limitaría el uso del suelo dedicado a aparcamientos y carreteras. El ahorro de tiempo redundaría en beneficios económicos para los hogares. Estas horas improductivas a lo largo del año se convertirían en productivas.

López, que comenzó su carrera hace dos décadas en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington D.C., ensalza el papel de las instituciones en el cambio. “Europa se ha convertido en un ejemplo de cómo poder hacer las cosas de manera ordenada y juntos en materia de sostenibilidad”. Morales tercia: “La economía circular ha logrado hablar el mismo lenguaje de las empresas, que cambiarán los modelos de negocio, abrirán nuevos mercados y venderán más. Siempre es vender más”. Morales, que procede de la asociación Refugio Azul, en la que profesionales de varios sectores asesoran a empresas sobre economía circular, celebra la iniciativa europea aunque cree que hay otras razones para que busque un cambie de modelo. El actual está muy basado en el turismo después de haber “descentralizado la industria en busca de trabajadores más baratos y de calidad”.

Los ciudadanos se involucran

Europa ejerce de rompehielos y las empresas y ciudadanos siguen la estela. “El consumidor es soberano”, explica Blanco en una expresión que recuerda a cuando los espectadores de un equipo de fútbol pitan a su equipo. “Reclama los cambios y la empresa se adapta”, añade. Hay veces que la zozobra del consumidor no ayuda y la ley toma partido, como sucedió con las bolsas de plástico. Se prohibió su entrega gratuita el año pasado. “Si los ciudadanos empujan no hará falta legislar”, apunta Blanco. Hay algunos fervientes seguidores de la economía circular que han incorporado una serie de utensilios y hábitos en su día a día. Pincha en cada uno de los elementos de la ilustración para conocer más.

El nuevo modelo, que aboga por limitar el despilfarro, no tiene por qué disminuir el bienestar. “No amenaza la creación de valor. Ni tiene por qué hacer caer el consumo. Se trata de cambiar la forma en que hacemos las cosas”, señala López, que rehúye establecer una relación entre nivel de renta y compromiso medioambiental. “Es verdad que los ciudadanos con menos capacidad adquisitiva lo tienen más complicado. Cualquier producto nuevo que sea limpio de partida va a costar más que uno sucio”. Y añade: “También son más eficientes. Cuidan los gastos energéticos por disponer de menos renta”. López, más teórica en sus planteamientos, aboga por identificar a los colectivos más vulnerables y acompañarlos en esta transición hacia el nuevo modelo. “Para eso están las políticas económicas clásicas de subsidios y desgravaciones fiscales”, aduce.

Tras los conceptos de reducir, reutilizar, reciclar resuena el término austeridad. Morales señala la pérdida de significado que ha experimentado este concepto después de la crisis. “Tenemos que devolver el poder al ciudadano. Somos técnicamente inútiles”. Y apunta la imposibilidad de extraer la batería de un teléfono o un ordenador y el que apenas se arreglen prendas que se rompen. Aboga por un modelo de uso efímero. Mañana lo usarás de otra manera. “Los que estamos sin capacidad de gobierno somos unos talibanes de la economía circular”, se define este activista. “A ver si por fin se pone de moda este modelo de la misma manera que se ha puesto de moda que la gente se tire de un balcón a una piscina”, relata con un tono de exasperación. “Cuanto más reduces más molas”, añade.

La aportación de Coca-Cola

Las empresas juegan un papel clave para hacer frente a los desafíos globales del medioambiente. El compromiso de Coca-Cola es consolidar una economía circular que permita recoger, reciclar y reutilizar el 100% de sus envases en 2025. Un desafío ante el que ya se han conseguido importantes avances: el 99% de sus envases son reciclables y contienen un 25% de plástico reciclado.

Coca-Cola ha puesto en marcha un proceso de gestión sostenible que consta de cuatro fases: eco-innovación, transformación, utilización y recuperación de los envases. El diseño más ligero, la eliminación de plástico innecesario o la utilización de bioplásticos son algunas de las acciones que llevan a cabo para cumplir los objetivos.

Todo ello se ha traducido en la creación de la primera botella fabricada a partir de plásticos marinos recuperados y apta para su uso en alimentación y bebidas. Esta primicia mundial es un ejemplo de cómo la tecnología más innovadora puede transformar plástico PET muy degradado en materia prima de calidad.

Este hito forma parte del proyecto Mares Circulares de Coca-Cola en España que impulsa la economía circular y está diseñado para hacer frente al problema de los residuos marinos. Además de la limpieza de costas, mares, costas, fondos marinos y el fomento del reciclaje, Mares Circulares, permite la recogida de datos científicos que facilitan la investigación en colaboración con diferentes universidades españolas.

Crónicas del futuro

Un podcast de ficción para imaginar el mejor de los porvenires

Alba tiene 13 años, vive en un pueblo costero y su pasión es el mar. Ante la contaminación que lo asola, decidirá tomar partido. Coca-Cola desarrolla en colaboración con voluntarios el proyecto Mares Circulares, creado para la limpieza de ecosistemas marinos y el análisis de residuos, cuyos resultados comparte con expertos.

María Isabel y Vicente son dos jubilados que inician un viaje por la España Vaciada en busca de pueblos que parecen pertenecer solo a la memoria. La conservación y el desarrollo del entorno rural son prioridades para Coca-Cola. Impulsa programas, becas y actividades que contribuyen a generar oportunidades de futuro en estas zonas.

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