Análisis

Un plan concreto frente a la crisis climática

La ONU y las protestas de los estudiantes en las calles piden menos discursos y más estrategias contra los gases de efecto invernadero

Un trabajador de Amazon carga una furgoneta en el centro logístico de la empresa en Mannheim, Alemania.RALPH ORLOWSKI (REUTERS)

“No queremos discursos, queremos planes concretos”. Este bien podría ser el lema de la cumbre del clima que ha convocado António Guterres para el 23 de septiembre. Porque cada vez que se pregunta al secretario general de la ONU y a su equipo insisten en que el tiempo de hablar pasó; hay que presentar estrategias para que el mundo se desenganche de los combustibles fósiles, el origen principa...

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“No queremos discursos, queremos planes concretos”. Este bien podría ser el lema de la cumbre del clima que ha convocado António Guterres para el 23 de septiembre. Porque cada vez que se pregunta al secretario general de la ONU y a su equipo insisten en que el tiempo de hablar pasó; hay que presentar estrategias para que el mundo se desenganche de los combustibles fósiles, el origen principal de los gases de efecto invernadero que sobrecalientan el planeta. El equipo de Guterres ha vetado a varios países –Brasil, Arabia Saudí o Japón– que querían intervenir en esta cita sin llevar bajo el brazo planes ambiciosos o que siguen dopando con ayudas públicas a los combustibles fósiles frente a las renovables.

“No queremos discursos, queremos planes concretos”. Bien podría ser también el lema que sacará a la calle a millones de chavales este viernes contra la inacción ante la crisis climática. La gran marcha, encabezada por Greta Thunberg, será en Nueva York, igual que la cumbre de la ONU.

A Guterres, un político portugués de 70 años, y a Thunberg, una activista sueca de 16, les separa un abismo generacional. Pero les une esa llamada para pasar a la acción. Y, para que nadie se les vaya por las ramas, cuentan con un instrumento que fija bien lo que se debe hacer para que el cambio climático se quede dentro de unos límites aceptables: el Acuerdo de París. El pacto establece que el mundo debe alcanzar a partir de 2050 la neutralidad de carbono: que el CO2 expulsado a la atmósfera sea igual al capturado, por ejemplo, a través de los bosques. Guterres reclama a los Gobiernos que asuman esa meta. Pero la ventaja de contar con un objetivo tan concreto es que lo pueden asumir otros actores, como las ciudades o, como ha ocurrido este jueves, las empresas. La multinacional Amazon ha anunciado que, incluso, irá más allá de París: en 2040 alcanzará la neutralidad climática. Y con planes concretos: con la compra de 100.000 vehículos eléctricos. Jeff Bezos, CEO de Amazon, lo anunció un día después de que Trump declarara la guerra a California para impedir que siga fijando estándares medioambientales más exigentes con los automóviles.

Cuando Trump ganó en 2016 las elecciones y ratificó que sacaba a su país del Acuerdo de París, los sectores defensores de este pacto volvieron la mirada hacia las ciudades y las empresas. Muchas han sido las multinacionales estadounidenses de la nueva economía que han presentado planes alineados con París. La vieja economía, aparentemente, también parece mover ficha y compañías como la petrolera ExxonMobil o la gran financiadora de los combustibles fósiles JPMorgan Chase se adherían hace unas semanas a un manifiesto que fija como prioridad empresarial la protección del medio ambiente. Abundan las voces que solo ven un intento de lavado de cara verde (greenwashing). Pero a nadie se le escapa que esos chavales cabreados que este viernes van a tomar la calle serán mañana los consumidores y clientes que podrían hacer caer multinacionales.

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