“Nuestros padres no han hecho suficiente y tenemos que aprender de sus errores”

La juventud de Washington se moviliza junto a otros 46 Estados para exigirle al Gobierno de EE UU que tome acciones contra el cambio climático

Jóvenes se manifiestan por el clima en Washington, este viernes.J. Scott Applewhite (AP)

Los adolescentes cantan al ritmo de Hey Mickey, la canción popularizada por la película Triunfos Robados, pero hay algo distinto. No van de animadoras ni le declaran su amor a Mickey. Los centenares de jóvenes congregados este viernes a las afueras del Capitolio, Washington, modificaron la letra para reclamar por leyes que garanticen un aire más limpio y un el uso de energías renovables. Se trata de una de las 400 manifestaciones convocadas por Huelga Climática Juvenil, un movimiento liderado por tres estudiantes de e...

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Los adolescentes cantan al ritmo de Hey Mickey, la canción popularizada por la película Triunfos Robados, pero hay algo distinto. No van de animadoras ni le declaran su amor a Mickey. Los centenares de jóvenes congregados este viernes a las afueras del Capitolio, Washington, modificaron la letra para reclamar por leyes que garanticen un aire más limpio y un el uso de energías renovables. Se trata de una de las 400 manifestaciones convocadas por Huelga Climática Juvenil, un movimiento liderado por tres estudiantes de entre 12 y 16 años. "La generación de nuestros padres no ha hecho suficiente para combatir el cambio climático y tenemos que aprender de sus errores. Hay que actuar ya", urge Elise Haverland, de 16 años y una de las organizadoras de la manifestación.

La fuerte presencia juvenil no se nota solo en los rostros de los asistentes, si no también en el cuidado trabajo de sus pancartas. Unos mundos perfectos pintados con témpera azul y verde con encabezados como: "No hay plan(et) B", "Yo creo en la ciencia, no en los políticos" o "El mundo está cambiando, ¿por qué nosotros no?". Gregoria Murphy e Isabella Passos, ambas de 16 años, viajaron desde Virginia para participar de la primera huelga estudiantil de EE UU por el cambio climático. Asistieron solo a la primera hora de clase, donde todos sus compañeros vestían camisetas verdes, y luego cogieron un bus hasta la capital. Sostienen que este tema les empezó a preocupar desde que tomaron la clase de Ciencia en el colegio. "También han influido todas las medidas antiambientalistas que ha tomado Trump desde que llegó a la Administración", remarca Passos. Por destacar algunas mencionan la salida del Acuerdo de París y la propuesta de congelar los objetivos contra el cambio climático.

A pasos de donde se toman las decisiones sobre el futuro de EE UU, el discurso de los jóvenes estuvo cargado de política. La masa adolescente celebraba con aplausos cada vez que alguien tomaba el micrófono para apoyar el Green New Deal, la propuesta medioambiental hasta 2030 para frenar las emisiones contaminantes presentada por la congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez y el senador por Massachusetts Edward J. Markey. Una de las visitas estelares a la protesta fue la congresista Ilhan Omar, quien también apeló por apoyar el plan de su compañera de partido. "Estoy aquí porque no podemos permitir que la actual Administración priorice los intereses de las empresas antes que nuestra salud", dijo la legisladora.

La huelga estudiantil fue organizada por Alexandria Villasenor y Haven Coleman, e Isra Hirsi, activista de 16 años e hija de la congresista Omar. Después de que hablara su madre, ella tomó la palabra. Zapatillas Vans, su muñeca decorada con gomas de colores y los pantalones hasta la cintura. Sus amigas la animaban como si fuera una estrella. Pertenece al Green Club de su colegio en Minesota. "Somos los jóvenes los que tendremos que lidiar con el cambio climático el resto de nuestras vidas, por eso tenemos que ser nosotros los que actuemos", afirmó. Y remarcó que las principales víctimas de lo que está pasando son las comunidades de color y de escasos recursos. "Tenemos que pelear por ellos. Por los que no pueden estar aquí hoy", concluyó.

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El impulso de los estudiantes viene arrastrado por el caso Juliana contra Estados Unidos de América. Se trata de la demanda interpuesta por 21 jóvenes contra el Gobierno de EE UU por no protegerlos de los daños que supone el uso de los combustibles fósiles, a pesar de que conocían las catastróficas consecuencias. Un hito legislativo en la historia norteamericana. En junio se celebrará una vista para que las partes puedan exponer sus alegaciones tras una seguidilla de retrasos provocados por la Administración de Donald Trump.

En 1988, en una comparecencia con aires proféticos, el científico James Hansen alertó ante el Congreso de EE UU de que un aumento en las emisiones de dióxido de carbono podría cambiar el clima del planeta hasta un punto sin retorno. La Administración de entonces no tomó las medidas necesarias para frenar el daño. Tres décadas más tarde, los 50 Estados del país presentan temperaturas más altas, los huracanes y las tormentas son más intensos, numerosas especies están en peligro de extinción y el hielo marítimo se derrite. Sophie Kivlehan, la nieta de Hansen, espera que esta vez la acción gubernamental sea significativa. La lucha heredada ha llevado a Kivlehan a formar parte de los estudiantes (entre 11 y 19 años) que demandan al Gobierno.

Juliana contra los Estados Unidos de América (por el apellido de una de las jóvenes) "no es una demanda ordinaria", reconoció un año atrás la jueza Ann Aiken de la Corte de Oregon cuando rechazó una moción de la Administración de Trump para desestimar el requerimiento. Julia Olson, la abogada que representa a los demandantes, trabaja en la construcción del caso desde hace ocho años. Quiere probar que desde hace medio siglo todos los presidentes que han pasado por la Casa Blanca han sido advertidos sobre las consecuencias catastróficas que puede generar la quema de combustibles fósiles en el clima. Cuenta con 36.000 páginas de evidencia. En 2015 la veintena de jóvenes llevó la causa a los tribunales, alegando —a través de experiencias personales— que el Gobierno contribuye al cambio climático, poniendo en peligro su futuro y violando sus derechos constitucionales a la vida, la libertad y la propiedad.

Lo que en un comienzo fue visto como una causa sin sustento ha logrado robustecerse con el tiempo, sorteando en el Supremo las dos mociones interpuestas para desestimarla. En las audiencias judiciales sostenidas hasta ahora, el Departamento de Justicia ha descrito la demanda como errónea, inconstitucional y sin precedentes. Lo único que se sabe por el momento es que en el último punto llevan razón. Esta es la batalla legal contra el cambio climático más importante de la historia de EE UU. La Administración alega que la política energética es responsabilidad legal del Congreso y de la Casa Blanca, no solo de un juez en Oregon. Y aunque ahora reconocen la existencia del cambio climático, sostienen que “es un problema global complicado” que no fue causado y no puede ser resuelto solo por el Gobierno de EE UU.

La abogada Olson no responsabiliza a Washington de todo. Solo del 25% del dióxido de carbono atmosférico, el cual se ha acumulado, según explica en una reciente entrevista en el programa 60 Minutes, debido a las decisiones que han tomado para subsidiar el sistema de energía basado en combustibles fósiles. “Ahora somos el mayor productor de petróleo y gas en el mundo debido a las decisiones que ha tomado nuestro Gobierno federal”, acusa. Uno de los pilares de su alegato es que se han utilizado terrenos públicos para la extracción de este tipo de combustibles. “El Gobierno debe gestionar esos recursos como fideicomisario para los ciudadanos presentes y las generaciones futuras. Si se prueba que el Gobierno con sus acciones ha alterado sustancialmente la atmósfera y el sistema climático, habría violado ese fideicomiso público que debe a los ciudadanos”, explicó a EL PAÍS Mary Wood, profesora de la Universidad de Oregón y reputada experta en derecho medioambiental.

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