“Madrid es ahora una ciudad triste y necesita tango”

La directora y bailarina llegó a España huyendo del 'corralito' argentino

Claudia Bedcarratz, tanguista.Bernardo Pérez

"El tango es un viaje de ida, no puedes parar porque se te hace carne". Estas palabras, pronunciadas por Claudia Bedacarratz, directora, coreógrafa, bailarina y actriz italoargentina, cobran realidad en el primer instante en el que aparece por la puerta del restaurante. Luce una flor roja en el pelo, como hacían "las primeras cancionistas", aquellas mujeres que entonaban tangos en los arrabales del Buenos Aires de principios del siglo XX. Pero es sobre todo la mezcla entre la pasión al hablar del baile rioplatense y la elegancia en cualquiera de sus movimientos, como si incluso servirse el agu...

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"El tango es un viaje de ida, no puedes parar porque se te hace carne". Estas palabras, pronunciadas por Claudia Bedacarratz, directora, coreógrafa, bailarina y actriz italoargentina, cobran realidad en el primer instante en el que aparece por la puerta del restaurante. Luce una flor roja en el pelo, como hacían "las primeras cancionistas", aquellas mujeres que entonaban tangos en los arrabales del Buenos Aires de principios del siglo XX. Pero es sobre todo la mezcla entre la pasión al hablar del baile rioplatense y la elegancia en cualquiera de sus movimientos, como si incluso servirse el agua formara parte de una danza, lo que evidencia que el tango "está grabado con fuego" en su piel.

Ganadora del premio del Instituto de Teatro y del Fondo Nacional de las Artes de Argentina, Bedacarratz presenta en Madrid desde febrero Momentos tangueros, después de un único espectáculo el pasado noviembre que agotó las entradas. A modo de cabaré, la obra revive instantes del tango, desde sus orígenes en Buenos Aires al glamour de las vedettes argentinas que emigraron a Francia. "Como mi tía Kika, que se fue a París en el pleno apogeo del tango, en los años cuarenta, y triunfó como cabaretera", explica Bedacarratz, que tiene que dejar de comer porque se emociona al recordarla. "La Kika está presente en el espectáculo", según confiesa, ya que los artistas lucen algunos de sus vestuarios.

Pionera en Buenos Aires del concepto teatro-tango, que integra danza y actuación en un mismo espectáculo, siempre ha querido dirigir, desde que era una niña e inventaba coreografías para sus hermanas pequeñas. Pero no puede dejar de involucrarse en sus obras. Por eso, en Momentos tangueros dirige, baila y actúa.

La danza ha sido siempre su salvavidas. "Cuando llegué a Madrid, en 2001, era una exiliada económica que huía del corralito argentino, y lo primero que hice fue bailar en la calle, en Preciados", rememora. Fue por poco tiempo. "En menos de una semana" la contrataron para actuar en un restaurante uruguayo. Luego vinieron las "giras y los workshops de tango" en España y Europa.

Ahora acaba de fundar la Asociación Arte y Fantasía, en un estudio ubicado en un edificio antiguo de la calle de la Luna, en el centro de Madrid, donde presenta Momentos tangueros, este sábado por última vez... "De momento". Este espacio alternativo a los circuitos tradicionales de teatro pretende funcionar "como un laboratorio de trabajo" donde congregar a artistas de todas las disciplinas. "Por eso en los espectáculos incluimos también una exposición de obras plásticas", añade.

La crisis ni le asusta ni le paraliza. Cree, en cambio, que es "un buen momento para montar el espectáculo porque Madrid es ahora una ciudad triste y necesita tango". Y el tango, dice recordando las palabras del músico argentino Enrique Santos Discépolo, "es ese pensamiento triste que se baila". Para Bedacarratz, es un baile que "rescata los momentos límite del ser humano", como en la canción Aquel último café, que suena en su obra, donde un hombre recuerda la última vez que vio a su amada. "El tango tiene ese punto de masoquismo, pero sirve al mismo tiempo para exorcizar los males", añade. Y, por eso, Madrid está sedienta de tango.

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