Un gran estudio confirma la relación entre seguir una dieta respetuosa con el planeta y una menor mortalidad
Una mayor presencia de proteínas vegetales estaría asociada con mejor salud y menos efectos contaminantes
Lo que es bueno para tu cuerpo es bueno para el planeta. Un metaanálisis publicado este viernes en la revista Science Advances ha relacionado el llevar una dieta planetaria saludable (PHD por sus siglas en inglés) con un menor riesgo de mortalidad por cáncer y enfermedades cardiovasculares. También reduciría el riesgo de sufrir cáncer colorrectal, cáncer de pulmón, enfermedades coronarias, accidentes cerebrovasculares y diabetes. El análisis se hizo utilizando dos cohortes con más de 150.000 personas y un metaanálisis de 37 trabajos previos con más de tres millones de voluntarios, lo que lo convierte en uno de los más amplios jamás publicados en este campo.
En ciencia las certezas son escasas. Casi todos los estudios terminan con una coletilla recurrente: “Pero se necesita más investigación para confirmarlo”. Es lo que sucedía con la PHD, un tipo de dieta con poca presencia animal muy similar a la mediterránea. Un análisis de simulación de las directrices dietéticas de 85 países, realizado por investigadores de la Universidad de Oxford, comprobó que la PHD superaba a las dietas recomendadas en todos estos lugares, tanto en beneficios para la salud como en reducción de gases invernadero. Un estudio sobre la población china demostró que el cumplimiento de la PHD se asociaba con un menor riesgo de mortalidad e investigaciones realizadas en los Países Bajos corroboraron estos hallazgos. Los estudios eran consistentes, aunque había algún resultado contradictorio. Como casi siempre, se necesitaba más investigación para confirmarlo. Es lo que viene a hacer este estudio.
“El trabajo es de gran calidad, porque combina dos de las mayores cohortes disponibles —NHANES en EE. UU. y UK Biobank en Reino Unido— con un metaanálisis de más de tres millones de participantes. Esto aporta una solidez poco frecuente en nutrición”, explica José María Ordovás, director de Nutrición y Genómica en la Universidad Tufts de Boston. En declaraciones al portal científico SMC, Ordovás apunta como posible limitación que “son estudios observacionales (no prueban causalidad) y que las poblaciones analizadas no representan todos los contextos sociales o culturales”.
A diferencia de otras dietas, que tienen un origen cultural, la PHD se creó en 2019, cuando un panel internacional de 37 expertos de 16 países —agrupados en la comisión EAT/Lancet— elaboraron un modelo de dieta que combinara la salud para el ser humano y el respeto por el planeta. Se pretendía frenar el insostenible modelo de consumo que el ser humano empezó a desarrollar a partir de la II Guerra Mundial. Fue entonces, con la cría intensiva y la ganadería industrial, cuando la carne empezó a ganar peso en nuestra dieta, al igual que los derivados lácteos y los productos ultraprocesados. Todos estos cambios afectaron al medio ambiente y a la salud de millones de personas, aunque de forma desigual. En los países en vías de desarrollo, la presencia animal es todavía reducida, mientras que en el mundo occidental, su presencia en los platos ha sufrido un aumento exponencial.
La comisión de Lancet planteó una dieta ideal basada en 2.500 kilocalorías diarias. Solo 30 de ellas deberían proceder de carnes distintas de las aves, lo que equivaldría, por ejemplo, a consumir una sola pieza (y pequeña) de ternera a la semana. La mayoría de las proteínas se obtendrían de legumbres, frutos secos, pollo y pescado. Puede que estas recomendaciones no suenen del todo ajenas en España.
Mercedes Sotos-Prieto, epidemióloga nutricional en la Universidad Autónoma de Madrid, realizó el pasado mes de febrero un estudio en el que comparaba la PHD con la dieta mediterránea, con una cohorte de pacientes en España durante 14 años. En este tiempo, una gran adherencia a cualquiera de estas dos dietas se asoció de manera similar con una menor mortalidad por todas las causas y mostró un impacto ambiental igualmente bajo.
“Ambas [dietas] comparten características similares en cuanto a estar basadas en un consumo de alimentos vegetales e integrales”, explica la experta en declaraciones a SMC. Por eso, considera que en los países mediterráneos, donde esta forma de comer ya forma parte de la cultura, ”la transición hacia este patrón podría ser más sencilla y/o complementaria (...) uno podría elegir un patrón u otro en función de sus preferencias".
El presente estudio también ofrece un retrato robot de los seguidores de esta dieta, algo en lo que coinciden la base de datos estadounidense y la inglesa: tendían a ser mayores, predominantemente mujeres; tenían un índice de masa corporal más bajo y niveles más altos de educación e ingresos. Otra característica más sorprendente es que comían más. La PHD es una dieta saludable en la que adelgazas sin pasar hambre. Esto difiere de lo visto en otros patrones alimentarios saludables, como en la dieta mediterránea, en la que una mayor adherencia se asocia a menudo con una menor ingesta de calorías. La diferencia es evidente, pero como dice el estudio “se necesita más investigación para confirmarlo”.