Anita Soina, de pastorear a hacer activismo por el clima en Kenia

La joven masái tiene 23 años y lleva seis peleando contra los efectos del cambio climático en su comunidad, víctima de las sequías y la deforestación

Anita Soina, ecologista keniana, fotografiada este 11 de octubre en el hotel Barceló Sants de Barcelona.Albert Garcia

Anita Soina (Kajiado, Kenia, 23 años) recuerda una época en la que su comunidad llevaba las vacas, ovejas y cabras a las orillas del río Mara, en su país natal. “Cogíamos agua y lavábamos la ropa, nos bañábamos y dábamos de beber a los animales”, comenta la joven masái con una sonrisa nostálgica. Víctima de las sequías, la deforestación, la minería, la mala gestión de los recursos y el cambio climático, el paisaje que hoy rodea el río Mara no se parece en nada al del recuerdo, contó en un artículo para la alianza global Sanitation and Water for All escrito por Christine Luby. Ya no queda agua y la tierra parece quebradiza. “Verlo me rompe el corazón. Siento una rabia dentro de mí que se ha transformado en una motivación para pelear”, dice la keniana. Y pelea. Soina se ha convertido en una activista por el cambio climático, y es una de los más de 100 de todo el mundo que llegaron este octubre en tren a Barcelona para compartir sus ideas y proyectos como parte de una campaña internacional por la justicia climática.

“El clima de nuestra región es extremo. Las lluvias se han reducido progresivamente, provocando sequías. A la vez, cuando cae algo de agua, sufrimos inundaciones. Esto ha degradado la tierra y ha llevado a los pastores a una situación crítica. El ganado se muere de sed y de hambre”, introduce la keniana mientras acaricia su collar masái, de pequeñas cuentas de colores. La suya, que es una de las mayores comunidades pastoralistas de África oriental, lleva décadas sintiendo las consecuencias del cambio climático, y sus miembros se ven forzados a migrar y adaptarse a los factores meteorológicos. La deforestación y la minería son “cada vez más severas”, explica Soina, y el cultivo se ha vuelto, en algunas épocas, “imposible”, agravando una crisis de hambre ya de por sí feroz.

El acceso al agua es, en definitiva, un “auténtico desafío” para su comunidad. Pero el problema no termina ahí. “Con la escasez de agua, vienen los conflictos y las desigualdades”, asegura Soina, y pone algunos ejemplos. “Para empezar, impide que las jóvenes y las niñas, que suelen ser las principales portadoras de agua, terminen sus estudios, y contribuye al aumento de matrimonios infantiles a cambio de dinero o de ganado para las familias. Además, afecta a la higiene menstrual, lo que puede ser perjudicial para la salud de las mujeres”, comparte. El 86,5% de las niñas de entre 9 y 13 años viven en zonas rurales de Kenia y el 80,8% de ellas asisten a la escuela primaria, pero únicamente el 14,3% se matriculan en la secundaria, según datos de la Universidad de Newcastle. En su comunidad, prosigue, la discusión sobre el acceso al agua es muy distinta a la de otros lugares: “Vosotros estáis hablando de agua limpia y segura, nosotros estamos hablando de cualquier tipo de agua”.

Los ODS, su inspiración

Soina lleva tiempo haciendo activismo. Desde los 17, cuando se interesó por primera vez por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. “Son mi inspiración. Mi mentor me los presentó y me pareció que la mejor manera de contribuir a la sociedad era la acción climática, porque el cambio climático está en el centro de todo. Al final, es una grave amenaza para la seguridad alimentaria, el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza a nivel mundial, y sus consecuencias afectan a muchos y muy diversos aspectos de la vida. Es algo interconectado y está pasando ahora”, afirma la joven, con una mirada que interpela al interlocutor.

“Sus primeros proyectos estaban enfocados en la plantación de árboles. Pero se percató rápidamente de que muchos jóvenes activistas, incluida ella misma, se sentían alejados de la sostenibilidad y la conservación por el lenguaje técnico que se utiliza en estos campos, y que dificulta acercar el conocimiento a los más jóvenes”, relata la plataforma Sanitation and Water for All. “Comencé a explorar maneras de hacer la conservación más atractiva y simplificar el discurso, con el propósito de involucrar a más personas, especialmente a la juventud, en este proceso. Mi objetivo era atraer a más individuos y mostrar que no es necesario contar con un título en Ciencias Ambientales para participar”, contó a la alianza.

Vosotros estáis hablando de agua limpia y segura, nosotros estamos hablando de cualquier tipo de agua”

Con este propósito escribió su libro The Green War (La guerra verde), que explica el ecologismo en términos y acciones sencillos para la comunidad no científica, y fundó Spice Warriors, una organización ambientalista que ella misma define como “una apasionada comunidad de guerreros ambientales”. Se enfocan en la educación climática de los niños en las escuelas, pero también de los jóvenes, los líderes y la sociedad en general. También organizan actividades relacionadas con el medio ambiente, que van desde el cultivo de árboles y la restauración de bosques, la limpieza de playas y entornos naturales, hasta el activismo tanto sobre el terreno como en redes sociales. “Aprendemos, educamos y actuamos”, resume Soina, que fue una de las representantes más jóvenes en asistir a la COP26, celebrada a finales de 2021 en la ciudad de Glasgow, Escocia.

Recientemente creó la Fundación Soina, una organización sin ánimo de lucro que busca apoyar a las comunidades rurales afectadas, especialmente a la masái, en el acceso a algunas de las necesidades básicas como la educación. Al mismo tiempo, abordan otras cuestiones sociales como el saneamiento, la salud, la educación y el bienestar sexual y reproductivo. Como experta en el tema, el pasado enero Soina inició un mandato de dos años como Campeona Mundial de la Juventud para la alianza mundial Saneamiento y Agua para Todos (SWA), acogida por la ONU.

Educar a los líderes políticos

Su labor tiene una importante repercusión en su comunidad. Pero falta que sea también una prioridad para los políticos. “En mi país, por ejemplo, muchos legisladores ni siquiera conocen el Acuerdo de París sobre el clima. No saben lo que está pasando con el cambio climático y la escasez de agua. Cuando no tienen información, no participan”, explica Soina a Sanitation and Water for All. Así, en 2022, se convirtió en la persona más joven en presentarse como candidata a la Asamblea Nacional de Kenia. “Sabía que algún día me presentaría a un cargo político”, reconoce la joven, entre risas. “Siempre he querido tratar de influir en el cambio desde dentro de los pasillos del poder”.

Aunque su primer intento electoral no tuvo éxito, sus esfuerzos llamaron la atención del senador Moses Otieno Kajwang, que la invitó a unirse a él en un proyecto que educa a los legisladores y parlamentarios kenianos en cuestiones medioambientales. “La educación ambiental es importantísima, pero no solo entre los jóvenes, sino también entre los líderes políticos. El cambio está ahí”, dice. “Los activistas no podemos luchar solos contra el cambio climático. Subamos a todo el mundo a bordo, que hable todo el mundo y, sobre todo, escuchémonos”.

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