Más de 23 millones de niños no recibieron las vacunas esenciales debido a la pandemia
Los casos de sarampión aumentaron un 79% este año con respecto al anterior, según un estudio de Unicef España y la organización Political Watch
Nunca se había hablado tanto de vacunas como en estos últimos tiempos. Nada raro si se tiene cuenta que la inmunización ha sido, durante los más de dos años de pandemia de covid-19, la única esperanza de terminar con el virus. Sin embargo, cuando lo urgente lleva a desatender lo importante, los más vulnerables son los que más expuestos quedan. En 2020, más de 23 millones de niños no recibieron las vacunas esenciales, lo que supone un aumento de 3,7 millones con respecto a 2019, según el último informe de Unicef España y la plataforma Political Watch. El estudio, presentado este martes en Madrid, recuerda que en los países pobres se han paralizado diversas campañas de inmunización por culpa del coronavirus y denuncia que, en los últimos años, la salud de los niños no ha sido una prioridad para la Cooperación Española.
El informe, que analiza los datos en 20 países (13 desarrollados, entre ellos España, y 7 en desarrollo) entre 2006 y 2020, evidencia que la pandemia ha impactado directamente en los sistemas sanitarios de todo el mundo, poniendo en riesgo las mejoras de las últimas décadas. Por primera vez en 30 años, por ejemplo, han disminuido las tasas de vacunación sistemática de la infancia, dejando a los niños vulnerables más expuestos a enfermedades prevenibles con vacunas, pero que resultan mortales sin sistemas de salud que puedan vacunar, prevenir, diagnosticar y tratar. La cuestión del sarampión es significativa: a escala un mundial, los casos aumentaron un 79% en 2022 con respecto a 2021.
La cuestión del sarampión es significativa: a escala un mundial, los casos aumentaron un 79% en 2022 con respecto a 2021
Aparte de analizar el impacto de la pandemia en la intersección entre salud e infancia, el estudio valora el aporte de España a la salud global, ahora que el sistema de Cooperación Española se encuentra en una fase de reforma, centrada en el impulso de una nueva Ley de cooperación a nivel estatal. “La salud global, y en concreto la salud global de la infancia, a pesar de los esfuerzos desplegados, no han sido una prioridad para la Cooperación Española durante los últimos años”, ha asegurado Javier Pérez, director de Political Watch.
Del total de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) desembolsada en salud, solo el 13% se destinó a salud infantil entre 2016 y 2020. De hecho, las aportaciones anuales de España al sector de la salud prácticamente no cambiaron desde 2016 (65 millones de euros), con un pico en 2020 de 111 millones. Por ello, el Objetivo de Desarrollo Sostenible 3, Salud y Bienestar, ocupa la sexta posición, en comparación con los otros ODS, entre los totales de los últimos cinco años.
Es prioritario que la Cooperación española preste más atención a la salud de la infancia, hoy más vulnerable en el entorno post-pandemia, marcado por la crisis climática, los conflictos y la crisis económicaJosé María Vera, director ejecutivo de Unicef España
En este sentido, José María Vera, director ejecutivo de Unicef España, ha afirmado: “Es prioritario que la Cooperación española preste más atención a la salud de la infancia, hoy más vulnerable en el entorno pospandemia, marcado por la crisis climática, los conflictos y la crisis económica”. Según el informe, en España es difícil valorar los resultados de las intervenciones de cooperación en salud infantil, ya que no hay una clasificación adecuada que permita hacerlo de manera sistemática. A ello se suma la necesidad de garantizar las evaluaciones que necesitan las estrategias de cooperación: el estudio recuerda que la Estrategia de Infancia de la Cooperación Española, publicada en 2015, aún no ha sido objeto de ninguna evaluación.
Las recomendaciones de Unicef: “Priorizar, invertir y medir impacto”
Por todo ello, Unicef España hace una serie de recomendaciones, sintetizadas en cuatro palabras por Rebecka Jonsson, responsable de proyectos de salud infantil global: “Priorizar, invertir y medir impacto”. “La salud global, con énfasis en poner fin a las muertes maternas, neonatales e infantiles prevenibles, es uno de los ámbitos de mayor valor añadido e impacto”, afirma Jonsson. La organización pide a España que incremente el porcentaje de AOD destinado tanto a salud como específicamente a salud infantil, lo que idealmente tendría que ir de la mano de la apuesta por el multilateralismo. Y exige que se usen indicadores de mortalidad materna e infantil entre los criterios clave para la selección de países prioritarios.
En general, desde Unicef España piden que la Cooperación Española “se comprometa a promover la cobertura sanitaria universal, a través de sistemas nacionales, desde un enfoque de derechos y como bien público global con un foco prioritario en la atención primaria, con especial hincapié en la salud materno-infantil y el acceso equitativo a la inmunización rutinaria”. Porque, insisten, la capacidad de respuesta a nivel internacional dependerá de la capacidad de respuesta del sistema de salud más frágil.
¿Qué dicen los que saben?
Para Virginia Rodríguez, del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), es imprescindible mantener el foco en la salud infantil. De esa forma, explica, se consiguen “grandes cosas”. De hecho, entre 1990 y 2020 se ha pasado de 93 fallecimientos por 1.000 nacidos a 36. En África subsahariana, de 181 a 74. ¿Y cuál es la gran herramienta? La inmunización en menores de cinco años, subraya. Según cálculos de la Alianza para las Vacunas (Gavi), el retorno de la inversión es de 21 dólares por cada dólar gastado, debido al ahorro en salud, salarios y pérdida de productividad por enfermedad.
Miriam Alía, enfermera pediátrica en Médicos Sin Fronteras (MSF) desde hace 15 años, ha participado en campañas en Etiopía, Nigeria, Níger, Zambia, Sudán, Somalia y Sudán, entre otras muchas. Ella cuenta que “la covid-19 es, en los países donde trabaja MSF, un problema más que se suma a otros problemas”. Aun así, detalla, los recursos —tanto humanos, como materiales, como financieros— se han destinado para hacerle frente, en detrimento de las campañas rutinarias de inmunización. En MSF, asegura Alía, no siguieron esa línea. “Decidimos priorizar el sida, la malaria y la tuberculosis. También la difteria, el tétanos, la tosferina, la neumonía, el sarampión... Las de siempre”, dice. “Pero igualmente vimos cómo la población con la que trabajamos normalmente, tan vulnerable, se volvió aún más vulnerable”, lamenta.
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