Albert K. Barume: “Los niños indígenas en algunas partes del mundo se avergüenzan de comer su propia comida. Esto tiene que cambiar”
El nuevo relator especial sobre los derechos de los pueblos originarios subraya la importancia de proporcionarles recursos y financiación directa, sin pasar por intermediarios
Albert K. Barume (Bukavu, República Democrática del Congo, 58 años) acaba de estrenarse en el cargo de relator especial sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas y es el primer africano que lo desempeña. Experto en derechos humanos y derechos de los pueblos indígenas a nivel nacional, regional e internacional, participó en el proceso que condujo a la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los Pueblos Indígenas de 2007.
Defiende el derecho de los indígenas a controlar su propio sistema productivo y alimentario y advierte de “la gran tarea” que la humanidad tiene por delante para cambiar la percepción negativa que se tiene sobre los pueblos originarios y acabar con los clichés. Atiende a este diario al margen del Foro de los Pueblos Indígenas y el 48º período de sesiones del Consejo de Gobernadores del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola de la ONU (FIDA) que se han celebrado a mediados de febrero en Roma. En las reuniones han participado líderes indígenas del Sur Global que han reivindicado su derecho a la libre determinación como pieza clave en su camino hacia la seguridad y la soberanía alimentarias en un contexto de crisis climática y turbulencias geopolíticas.
Pregunta. ¿Por qué es importante el derecho a la libre determinación para los pueblos indígenas?
Respuesta. El derecho a la autodeterminación es fundamental para los pueblos indígenas, porque permite que las personas tomen decisiones significativas sobre lo que quieren ser. Es este derecho el que crea la identidad. Suena teórico, pero es realmente central. El derecho a la libre determinación para los pueblos indígenas es lo mismo que la vida para los seres humanos. De este derecho se derivan muchos otros derechos, entre ellos, el derecho a la alimentación y a la soberanía alimentaria.
P. ¿Qué significa eso en la práctica?
R. Esto significa que los pueblos indígenas deben tener el control de su propia producción y prácticas alimentarias, decidir qué alimentos quieren seguir comiendo en lugar de simplemente verse obligados a comer otros, incluso como forma de transmitir su cultura, conocimientos, valores, creencias y sentido de pertenencia. Yo diría que no habría una cultura indígena sin incluir la comida tradicional y el sistema alimentario y el conocimiento relacionado con estas dos cosas. Está muy claro que los pueblos indígenas no pueden ser lo que quieren ser, si no pueden definir y decidir sobre su propio sistema alimentario.
El derecho a la libre determinación para los pueblos indígenas es lo mismo que la vida para los seres humanos
P. ¿Qué significa la comida para los pueblos indígenas?
R. La comida va más allá de ser algo con lo que llenamos nuestro estómago. Es también una encarnación de nuestra historia, de la forma en la que vivimos, de nuestras creencias, es un elemento de mucho peso en nuestra cultura e identidad. Las personas desarrollamos un sentido de pertenencia en torno a la comida porque unifica a una nación. La hora de comer para muchas personas es un momento para transmitir valores y la historia. La cultura indígena no puede sobrevivir o ni siquiera existiría sin ese componente importante, que es la comida.
P. ¿Cuáles son las tareas pendientes de la comunidad internacional con los pueblos indígenas?
R. Sigue quedando mucho por hacer. Hay disparidad entre regiones, pero hace falta mucho tiempo para que los derechos se entiendan primero y se implementen después. Los desafíos globales como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad están revelando lo importante que es incorporar sus conocimientos tradicionales, que han demostrado ser resilientes y creativos. La humanidad podría aprovechar ese conocimiento tradicional que de alguna manera ha estado inactivo o tal vez ignorado o de alguna manera degradado. Creo que hoy ese es el camino a seguir. Revivir, revitalizar y promover el conocimiento indígena es fundamental.
P. ¿Para eso hace falta un cambio de mentalidad a nivel global?
R. Así es. La comida indígena solía estar degradada, y todavía lo está en ciertos rincones, se considera atrasada, comida incivilizada o que incluso no es buena para el consumo. Los niños indígenas en algunas partes del mundo se avergüenzan incluso de comer su propia comida. Esto tiene que cambiar. El resto de la humanidad tiene ante sí una gran tarea para cambiar la percepción de cómo ven y consideran los territorios indígenas.
P. ¿Por dónde podemos empezar?
R. Es crucial que al tratar de garantizar el derecho a la libre determinación de los pueblos indígenas se revaloricen también sus alimentos y se recupere su orgullo por sus alimentos tradicionales, que fue agredido y destruido por la colonización. Si la humanidad quiere tomar el camino de no dejar a nadie atrás, del disfrute equitativo de los derechos, tiene que pasar por asegurar y otorgar a los pueblos indígenas seguridad y soberanía alimentarias.
Hay que dejar de considerar que los indígenas no saben lo que quieren, que su cultura está en extinción o que están atrasados
P. ¿Defender los derechos de los pueblos indígenas es una cuestión que afecta a todo el mundo?
R. El conocimiento tradicional de los pueblos indígenas es un pilar que puede ayudar a preservar la biodiversidad y esto está aceptado de manera unánime. Está demostrado que las zonas con mayor biodiversidad del mundo son las que están bajo el control de los pueblos indígenas, son gestionadas o están habitadas por ellos. Creo que es un valor añadido, es un conocimiento que la humanidad necesita. Hay países que han comenzado a aprovechar ese conocimiento, pero todavía hay un largo camino por recorrer que también requiere un cambio en la percepción de los indígenas: dejar de considerar que son personas que no saben lo que quieren, que su cultura está en extinción o que están atrasados, etcétera. Y preguntarse cómo los pueblos indígenas podrían contribuir al bienestar de toda la humanidad. Son una parte importante de la humanidad y se encuentran entre las comunidades vulnerables y más discriminadas.
P. A pesar de estar entre los más vulnerables y más afectados por la crisis climática, el financiamiento climático no beneficia a los pueblos indígenas. ¿Qué reclaman al respecto?
R. La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas establece de manera clara y explícita el acceso a la financiación. La escasez de medios financieros supone un problema teniendo en cuenta el papel fundamental que los indígenas desempeñarán o se les pedirá que desempeñen en la lucha contra el cambio climático. Creo que es lógico que se les proporcionen más recursos financieros.
P. ¿Y cómo debería hacerse?
R. Esos recursos deben proporcionarse directamente a los pueblos indígenas y no necesariamente tener que pasar por intermediarios, debido a puntos de vista preconcebidos o prejuiciosos de que los pueblos indígenas no son buenos administradores, no tienen capacidades, no pueden administrar grandes fondos. Una vez más, estamos ante un aspecto en el que la percepción pública debe cambiar.
P. ¿Cómo afecta la situación particular de vulnerabilidad de los pueblos indígenas a las mujeres?
R. Las mujeres indígenas son particularmente vulnerables. Las comunidades habitualmente no tienen los mismos derechos ni los mismos servicios que el resto de la población, muchas veces se las considera infrahumanas y sufren un trato discriminatorio cuatro o cinco veces mayor.