Sally Hayden: “Nuestros impuestos sirven para reforzar dictadores, señores de la guerra y sistemas que explotan a otros seres humanos”

La periodista irlandesa especializada en migración publica en España ‘Cuando lo intenté por cuarta vez, nos ahogamos’, galardonado con el Premio Orwell de literatura política de 2022

Sally Hayden, periodista irlandesa, posa en la terraza del Instituto Europeo del Mediterráneo (IEMED), en Barcelona, este martes.Albert Garcia (Albert Garcia)

No siempre una persona decide a qué causa va a consagrar su vida. A veces es la causa quien le elige a ella. Va introduciéndose en su existencia progresivamente hasta colonizarla. Esto es lo que le sucedió a la periodista Sally Hayden (Dublín, 1989), especializada en el continente africano. Hace más de un lustro, empezó a recibir mensajes de migrantes en centros de detención solicitando su ayuda. Hayden se implicó a fondo, tejió una amplia red de contactos, y la cobertura de la llamada “crisis migratoria” se convirtió en el centro de su trabajo. El resultado es el libro Cuando lo intenté por cuarta vez, nos ahogamos (Capitán Swing), ganador de varios galardones, incluido el Premio Orwell de literatura política en 2022.

Pregunta. Se habla mucho de migración, pero ¿cree que la opinión pública europea conoce bien por el infierno que pasan los migrantes en lugares como Libia?

Respuesta. No, el debate público europeo está muy separado de las experiencias humanas de quienes quieren venir a Europa. Incluso el concepto de migrantes es deshumanizador. Son gente como nosotros, con esperanzas, sueños, familias. A menudo se pierde de vista que la verdadera crisis que vivimos es una crisis de desigualdad global. Una amplia parte de la humanidad no tiene la capacidad legal de viajar y tener acceso a visados. El resultado es que muchos viajes son desesperados y peligrosos.

La verdadera crisis que vivimos es una crisis de desigualdad global

P. Hay un cierto estereotipo de los migrantes en la sociedad, ¿se parece a las personas que usted ha conocido?

R. El problema es que se les suele tratar como si fueran un grupo homogéneo cuando no lo son. Vienen de lugares muy diferentes y las causas que les empujaron a marchar de sus hogares, sus circunstancias personales, son muy diferentes. Yo he conocido en los centros de detención en Libia a gente muy diferente: artistas, estudiantes de Derecho o de Medicina, dentistas... Algunos son del África Occidental, otros del África Oriental, y nunca antes habían tenido contacto con alguien del otro extremo del continente.

La opinión pública no conoce las ramificaciones de la política europea, que significa encerrar a familias enteras en lugares donde se cometen graves abusos

P. En el libro insiste en la responsabilidad de la Unión Europea y de la ONU en las graves violaciones de derechos humanos en lugares como Libia. ¿Llega a los niveles más altos?

R. Sí, por supuesto. Algo que descubrí cuando empecé la investigación es que la UE tiene un papel mucho más activo en la situación, y sus líderes lo saben, y lo hacen en nuestro nombre. Su justificación es que la ciudadanía quiere estas políticas. Pero yo creo que la opinión pública no conoce las ramificaciones de la política europea, que significa encerrar a familias enteras en lugares donde se cometen graves abusos. Muchos incluso mueren allí, pero no sabemos cuántos. La UE tiene una responsabilidad directa en la devolución de personas interceptadas en el mar a Libia, a centros que el Papa Francisco denomina “campos de concentración”. Nuestros impuestos sirven para reforzar dictadores, señores de la guerra y sistemas que explotan a otros seres humanos. Y ese es un problema no solo en Libia, pues la política antiinmigración de la UE tiene efectos nocivos en todas sus fronteras.

P. Para muchos, incluso si son reconocidos como refugiados, la pesadilla no termina con su regularización en Europa.

R. Sí, porque a menudo, una vez pasado el peligro, aparece el trauma; cuando la mente intenta digerir todo lo sucedido. Muchos sufren estrés postraumático, insomnio, y otros trastornos, y el hecho de tener que contar estos horrores en repetidas ocasiones en los procesos para regularizar su situación no ayuda.

Hablamos de las víctimas en el Mediterráneo como simples números. Las voces de quienes sufren esta situación son ignoradas

P. ¿Hasta qué punto los medios también somos responsables?

R. Es difícil hablar de los medios en general. Es cierto que se cubre la cuestión de la migración, pero muchas veces es para reflejar y reproducir la retórica deshumanizadora de los políticos. Otras veces hablamos de las víctimas en el Mediterráneo como simples números. Las voces de quienes sufren esta situación son ignoradas. Hemos de escucharlos con más atención, y eso es lo que he intentado con este libro. Uno de los problemas con la cobertura del tema es que muchos periodistas no cuentan con los recursos suficientes, incluido el tiempo, porque sus medios no se hacen cargo de los gastos que eso requiere.

Sally Hayden, este martes en Barcelona. Albert Garcia (Albert Garcia)

P. ¿Por qué cree que la opinión pública europea se muestra insensible?

R. Vivimos en un tiempo extraño. Por un lado, es muy fácil informarse de lo que pasa en la otra punta del mundo, pero también lo es para mucha gente ignorar este problema, no responsabilizarse. Pero, si analizamos las causas de la migración, a menudo tienen que ver con nuestras acciones. En Senegal, los grandes barcos extranjeros están vaciando los bancos de peces de los que viven los pescadores locales. En Somalia, la sequía vinculada al cambio climático condena al hambre a una sociedad que apenas ha emitido gases contaminantes. Miles de personas han muerto ya por esa causa.

P. Si no es por la presión de la opinión pública, ¿el cambio de políticas podría llegar por resoluciones de los tribunales?

R. En el Tribunal Penal Internacional se está investigando a responsables europeos por crímenes contra la humanidad, y mis artículos se han utilizado como pruebas. Quizás estas batallas serán exitosas y podrán cambiar la realidad más de lo que han logrado algunos reportajes periodísticos. Es una situación capciosa porque, además, toda esta situación se produce mientras los países europeos necesitan de la migración para cubrir muchas vacantes en sus mercados laborales.

Muchos migrantes sufren estrés postraumático, y el hecho de tener que contar estos horrores en repetidas ocasiones en los procesos para regularizar su situación no ayuda

P. ¿Hasta qué punto estar tan cerca de estos casos tan duros también le afecta a usted a nivel psicológico?

R. A menudo tienes un sentimiento de culpa porque se te pasó un mensaje, o porque no respondiste a tiempo. Como en los centros de detención está prohibido tener teléfonos, el momento en el que te pueden escribir —y lo hacen jugándose la vida—, es por la noche, a veces hasta a las tres de la madrugada. El mérito de este libro es suyo, muchos se han jugado la vida para hacer llegar esta información. Son ellos los que han sufrido de verdad y los que tienen que estar en el centro de la historia, no yo.

P. ¿Va a seguir cubriendo las cuestiones migratorias en el futuro?

R. Sí, no lo voy a dejar.

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