Por qué pueden desaparecer las playas más emblemáticas de Sudáfrica
Los vertidos de aguas residuales y la erosión hacen temer a algunos científicos por el futuro de arenales como el de Durban, uno de los puntos más turísticos del país
A los turistas les encantan las playas de Sudáfrica. El país atrajo a más de cuatro millones de viajeros en la primera mitad de 2023, según datos oficiales. Y las hordas de extranjeros que llegan anualmente procedentes de Europa, Estados Unidos y otros lugares proporcionan un sistema de apoyo financiero crucial en el país con la tasa de desempleo juvenil más alta del mundo (un 51,5%, de acuerdo con el Banco Mundial). Sin embargo, el futuro de este paraíso del turismo no está garantizado: muchas playas sufren el vertido de aguas residuales y, en otras, la erosión geológica provocada por el aumento de las infraestructuras ha llevado a los científicos a advertir de que corren el peligro de desaparecer de aquí a 2050. “Si se permite que la degradación continúe, las consecuencias serán nefastas”, advierte el climatólogo y activista medioambiental Obrien Nhachi.
Uno de los ejemplos más claros de la crisis de las playas sudafricanas está en la ciudad de Durban, la tercera más grande del país y uno de sus puntos turísticos más atractivos. KwaZulu-Natal (provincia del Océano Índico, que alberga Durban City) atrajo a 520.000 visitantes nacionales y 51.000 internacionales durante el periodo de vacaciones del año pasado, entre noviembre y enero. En total, los viajeros inyectaron 130 millones de dólares (unos 119 millones de euros) en la economía local, según el Ministerio de Turismo en la provincia. Allí, la mayoría de las playas estuvieron clausuradas durante meses tras ser contaminadas con aguas residuales el año pasado. Unas pruebas realizadas por encargo de varias ONG ecologistas revelaron que presentaban niveles críticos de Escherichia coli (E. Coli), una bacteria que suele encontrarse en los intestinos de personas y animales sanos, pero que, en unos niveles elevados en el agua, puede provocar una emergencia de salud pública. ““Existe un riesgo real de propagación de patógenos bacterianos causantes del cólera, la hepatitis y otras enfermedades graves transmitidas a través del agua”, explica Anele Baxu, médico de salud pública de Durban, especialista en este tipo de dolencias que padecen, sobre todo, los habitantes pobres de barrios marginales de la ciudad. Muchas de las playas de Durban siguieron cerradas hasta este mes de noviembre, según las autoridades locales consultadas por este periódico, y el acceso a unas pocas aún sigue vetado.
La contaminación de las playas revela problemas de fondo, según varios expertos consultados, que atribuyen la mala calidad de las aguas al envejecimiento y deterioro de las infraestructuras, agravado por las inundaciones en Sudáfrica de abril de 2022 y a la poca inversión pública. “[Lo sucedido] es alarmante, pero no sorprendente”, reconoce Nokwe Cala, concejal jubilado e ingeniero de aguas de Durban, refiriéndose al vertido imprudente de aguas residuales. El problema, para Cala, tiene varios responsables, entre ellos la corrupción rampante, el nombramiento nepotista de contratistas para la gestión de las playas, la falta de fondos de los municipios costeros y la emigración de ingenieros especializados en medio ambiente a Europa, Dubái, Australia y Estados Unidos.
Arenales que desaparecen
En otras ciudades de la costa atlántica de Sudáfrica, los movimientos de sedimentos, el desarrollo de infraestructuras y la extracción de arena también están pasando factura a los arenales.
Más al sur, en la costa atlántica, junto al océano Índico, la playa Sixteen Mile, la más larga de Sudáfrica, está desapareciendo debido a los movimientos de sedimentos, al desarrollo de infraestructuras y a la extracción de arena. Los expertos afirman que, si no se controla, esta erosión costera supondrá un gran riesgo para los 3.000 kilómetros de playas del litoral sudafricano.
“La extracción de arena es la principal culpable”, asegura Arnold Likwa, pescador y barquero que colabora con el grupo de presión local Foro de Pescadores del Cabo. Likwa afirma que hay un bum inmobiliario en los pueblos que bordean las playas de Sixteen Mile, en el que los dragadores de arena están haciendo su agosto, extrayendo materia prima para la construcción. Likwa cuenta que, a las tres de la mañana, cuando se levanta para preparar las redes de pesca, puede contar una docena de camiones que salen de la costa transportando arena fresca tierra adentro. “No duermen. Un día convertirán las playas en una zanja en ruinas”, lamenta.
La playa Sixteen Mile, la más larga de Sudáfrica, está desapareciendo debido a los movimientos de sedimentos, al desarrollo de infraestructuras y a la extracción de arena
La desaparición de la arena tiene impactos más allá de lo estético. La costa atlántica del Cabo sufre inundaciones recurrentes y de gran impacto. La última, en septiembre, causó daños inmensos y las indemnizaciones ascendieron a 76 millones de dólares (casi 70 millones de euros) solo en Ciudad del Cabo. Las playas vírgenes que aún conservan intacta su anchura son las que más protegen de las inundaciones costeras, según revela un estudio de 2022 de los Centros Nacionales de Ciencias Oceánicas Costeras.
“Las ciudades costeras de Sudáfrica no están aprendiendo nada de las graves consecuencias de dejar que la codicia humana destruya las playas. Si se degradan, las próximas inundaciones podrían ser mortales tanto para los seres humanos como para las infraestructuras”, advierte Nhachi, activista del clima.
La extracción excesiva de arena para construir ciudades y complejos turísticos en otros lugares es una crisis que afecta a todo el continente africano. Un informe de 2017 de DW revelaba que gran parte de la arena utilizada para construir la ultralujosa isla Palm Jumeirah de Dubái provenía de playas africanas, con un enorme coste medioambiental.
Si continúan los múltiples ataques a la integridad de las playas, no solo desaparecerán las playas y la economía del turismo de Sudáfrica, sino que “también colapsarán los ecosistemas pesqueros”, alerta Nhachi. El pescador Likwa ya nota los efectos nocivos. En la playa Sixteen Mile, él y sus compañeros evitan desembarcar sus capturas en las playas degradadas y dañadas donde solían hacerlo hace 20 años. “Por el dragado de arena, el océano se va tragando lo que queda de algunos puntos de atraque en las playas”, se queja.
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