Los artistas digitales retratan los males de la Tierra
Google Arts and Culture, en colaboración con Naciones Unidas, presenta dos nuevas obras de arte interactivas para comprender las transformaciones de un planeta que ya sufre las consecuencias del calentamiento global
Nosotras y nosotros podemos ir a la naturaleza, pero “¿puede la naturaleza venir a nosotros?”. Esta pregunta tan elocuente la planteó el artista Refik Anadol durante la introducción de su obra, que forma parte del programa El latido de la Tierra. Impulsada por Google Arts and Culture en colaboración con la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC), esta iniciativa pretende hacer patente el impacto del calentamiento global a través de piezas de arte multimedia.
La mesa redonda virual se desarrolló el pasado 7 de abril ante un grupo de periodistas de todo el mundo para anunciar la incorporación de dos nuevas piezas a su colección, The Heartbeat of the Earth (mismo título que el programa), y que ya constaba de otras ocho publicadas desde su inicio, en 2020.
En una dinámica de juego estético, a partir de los algoritmos de la inteligencia artificial (AI, en sus siglas en inglés), Anadol concibió y presentó MRI of the Earth (Resonancia magnética de la Tierra), porque, en su criterio, para actuar contra el cambio climático es preciso conocer sus síntomas. La otra obra, presentada en el marco de este programa que nació en la pasada COP26, es Insidious Rising (Subida insidiosa). En ella, el colectivo femenino Hyphen Labs, junto con la artista iñupiaq –indígena del norte de Alaska–, Allison Akootchook Warden, y la Union of Concerned Scientists se preguntan “¿cómo serán los efectos en cascada del deshielo de los polos?”.
“Es hora de tomarnos los datos científicos en serio”, manifestó Anadol, en la misma línea que lo expresado por Carmen Aguilar y Wedge, fundadora del estudio de diseño Hyphen Labs: hoy mismo existen comunidades originarias de zonas costeras, arrasadas por fenómenos meteorológicos extremos o desertificadas que pueden dar testimonio de la crisis climática, porque son ellas las que “la sufren desproporcionadamente”.
‘Insidious rising’ pone a disposición de los navegantes una herramienta interactiva para adentrarse en el “lado oscuro” de cada grado de aumento de temperatura
Para explorar los futuros posibles, los que pueden pronosticarse a partir de la evolución de diversos escenarios del presente, Insidious Rising pone a disposición de los navegantes una herramienta interactiva para adentrarse en el “lado oscuro” de cada grado de aumento de temperatura de la atmósfera o de las aguas. Con cada centímetro menos de permafrost y con los casquetes polares derritiéndose, la subida del nivel del mar resulta inevitable y, con ella, la desaparición de nuevas especies de flora y fauna, entre otros aspectos que afectan seriamente a las personas.
En la mesa redonda, que contó con la participación de representantes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y del laboratorio cultural de Google Arts & Culture, se debatió acerca de la mejor manera de llegar a los ciudadanos, una vez que los datos del panel intergubernamental de expertos ha dejado clara la influencia de las actividades humanas en la contaminación y el calentamiento de la atmósfera.
El desafío y la respuesta pasan por la comunicación o, dicho de otro modo, por la mejor manera de “traducir” a los científicos. Y, hasta ahora, el arte viene demostrando que su traducción es la más certera y la que emociona porque contiene verdades. Quizá los creadores sean, efectivamente, los ciudadanos más capaces de motivar y movilizar a las sociedades, incluso en las regiones más alejadas de quienes ya están sufriendo el cambio climático.
1.5 es menos que 2
El calentamiento global va por delante de nuestras acciones. Esta es la conclusión a la que arriba cada nueva publicación del informe del IPCC, con recomendaciones para los gobiernos y responsables de políticas ambientales, tanto en el ámbito público como de las empresas privadas. El límite de 1.5 °C, en lugar de 2 °C, para referirse al aumento esperable de las temperaturas con respecto a niveles preindustriales para este siglo, se repite en cada cita internacional de Naciones Unidas con documentos detallados sobre las trayectorias que deberían seguir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero para no rebasarlo.
Se calcula que las actividades humanas han provocado ya un calentamiento de aproximadamente 1 °C y que, de continuar al ritmo actual, alcanzará el 1,5 °C entre 2030 y 2052. De hecho, algunas regiones, durante ciertas estaciones del año, están padeciendo un aumento superior a la media mundial anual y, particularmente, en el Ártico, llega a entre el doble y el triple. Esto, dejando de lado la certeza de que el daño ya causado durará de siglos a milenios. Y que seguirá ocasionando nuevas transformaciones de los hábitats terrestres y marinos a largo plazo, con sus impactos asociados en cuanto a calidad de vida, salud y economía (cultivos y disponibilidad de alimentos), lo cual incidirá en el aumento de la pobreza y la desigualdad en las zonas más vulnerables.
En una meta de mínimos, las Naciones Unidas están haciendo prevalecer la opción de 1,5 °C sobre los 2 °C, lo que significa reducir más de un 40% las emisiones hasta 2030. En cualquier caso, la selección de mecanismos de adaptación y mitigación también está asociada a impactos de diferentes magnitudes sobre la vida en la Tierra. Aunque nadie duda de que se repetirán episodios de calor extremo en la mayoría de las regiones habitadas, habrá precipitaciones intensas en diversas zonas y probabilidad de sequía y de déficits de lluvias en algunas otras.
A todas estas realidades y simulaciones de la ciencia les pone imágenes el artista Refik Anadol en MRI..., su radiografía del planeta. Con ella, lo trata como a un cuerpo vivo que va dejando ver sus entrañas y diferentes zonas afectadas por esta fiebre climática gracias a una compilación de fotografías de paisajes naturales que se van modificando digitalmente. Anadol nos acerca, con este trabajo, a sitios costeros e islas en las que están ocurriendo las transformaciones más dramáticas de paisajes a las que quizá no tengamos acceso los habitantes de este mundo urbanizado occidental.
El artista describe su propuesta como una serie de “experimentos de realidad sinestésica, basados en algoritmos que crea la inteligencia artificial”. Estos cálculos se obtuvieron sobre una base de datos de 70 millones de imágenes ordenadas a partir de los datos de temperatura que provee la NASA, tras su monitorización meteorológica del mundo entre 1984 y 2011 y la observación de las variaciones del nivel global del mar entre 1993 y 2019, entre otras fuentes oficiales.
Por su parte, el colectivo global Hyphen Labs y Allison Akootchook Warden se centran en las consecuencias concretas del derretimiento polar y de los glaciares. En Insidious rising, los exploradores digitales del presente pueden consultar cómo sería un planeta sin hielo, con un nivel de los océanos que habría alterado las rutas de comercio y encarecido de los productos de consumo diario, plagado de basura tóxica, así como de nuevas enfermedades que aflorarían. Todo ello, en un mundo en el que los lugares habitables se habrían estrechado para los refugiados climáticos.
Por ahora, estos artistas nos ofrecen un tratamiento preventivo, que consiste en permitir que la naturaleza llegue a nosotros, para que podamos percibir el latido de la Tierra.
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