Jutta Urpilainen: “Ucrania es nuestra prioridad, pero no le daremos la espalda al resto del mundo”

La comisaria europea de Asociaciones Internacionales, encargada de la agenda contra la pobreza y para el desarrollo global, anuncia que se han reservado 700 millones de euros para fortalecer los sistemas alimentarios del Sahel en los próximos cuatro años

Jutta Urpilainen, comisaria de Asociaciones Internacionales en el Ministerio de Transición Ecológica, en Madrid.Álvaro García

La comisaria europea de Asociaciones Internacionales, Jutta Urpilainen, ha estado de visita en España esta semana. Un intenso día en el que se ha reunido con organizaciones de la sociedad civil, la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, en cuyo ministerio cita la entrevista, justo antes de comer con el responsable de Exteriores, José Manuel Albares, y encontrarse con Pilar Cancela, la Secretaria de Estado de Cooperación. Su objetivo: discutir sobre los retos y planes de futuro en el Sahel. Hace una semana que ella misma estuvo en esa parte del mundo. En Níger, Costa de Marfil y Ghana, especifica. “La seguridad y el desarrollo son dos caras de la misma moneda: no es suficiente enfocarse solo en la seguridad, debemos invertir también en el desarrollo”, analiza.

Urpilainen, que asumió el cargo en 2019 y estará al frente de la cartera hasta 2024, tiene las responsabilidades de “construir alianzas inclusivas y equitativas para reducir la pobreza global”, así como “supervisar la política europea de cooperación internacional y desarrollo”, entre otras. No lo tiene fácil. La atención está en otra parte. Ahora en Ucrania. Y antes en la pandemia. Pero insiste: Europa tiene fuelle para prestar atención a estas crisis sin olvidarse del resto del mundo, como el Sahel.

Pregunta. Como usted misma ha dicho, la guerra ha vuelto a Europa. Algunas organizaciones temen que la cooperación internacional europea se torne más regional para atender los problemas derivados del conflicto. ¿Tienen motivos para preocuparse?

Respuesta. Tengo que admitir que nunca pensé que vería una guerra en nuestro continente en mi vida. Otra vez. Es muy comprensible que Ucrania sea nuestra máxima prioridad en este momento. Por eso, hemos impuesto sanciones contra Rusia y hemos brindado diferentes tipos de ayuda a Ucrania: asistencia humanitaria, financiera y militar. Pero eso no significa que le demos la espalda al resto del mundo. Ese fue mi mensaje la semana pasada cuando estuve en el Sahel y lo mismo diré a finales de abril, cuando visite América Latina. Aunque hemos priorizado, también en términos de financiación, a Ucrania, no recortaremos nuestro apoyo económico en otros lugares. Trabajamos en un ciclo financiero de siete años y ahora estamos al comienzo de uno. Hace solo un año adoptamos el nuevo Instrumento de Vecindad, Desarrollo y Cooperación Internacional (NDICI) Europa Global, con 80.000 millones de euros. Y hemos asignado esa financiación a diferentes regiones y prioridades. Por ejemplo, para África, 30 mil millones de euros. Por temáticas, el 35% se destinará a proyectos y programas relacionados con el clima, el 20% al desarrollo humano, es decir, salud y educación, un 10% a migración y otro 10% a digitalización. Esto está decidido y no lo vamos a cambiar. Pero esto significa que, especialmente en términos de asistencia humanitaria, debemos aumentar nuestro presupuesto con fondos adicionales para poder apoyar a los ucranianos.

P. ¿Cómo obtendrán esa financiación adicional para no comprometer lo ya asignado?

R. Los estados miembros ya han aumentado su asistencia humanitaria a Ucrania. También nuestros aliados como Estados Unidos y Canadá. Y la presidenta, Ursula von der Leyen, organizará el 9 de abril, junto con el primer ministro canadiense, una conferencia de donantes para Ucrania. Pero mi compromiso es que no cortaremos nuestra ayuda al resto del mundo por ayudar a Ucrania, porque no nos olvidamos de otros países socios que sufren inseguridad alimentaria y también conflictos.

P. Dice que el desarrollo y la seguridad son dos caras de la misma moneda. ¿Considera la ayuda al desarrollo una herramienta para el control migratorio?

R. Nuestro compromiso es que un 10% de nuestro presupuesto se dedique a la migración. Así, podemos apoyar a la administración encargada, a los controles fronterizos, en cuesiones de gobernanza... Y el resto de la financiación está muy enfocada, por supuesto, en abordar las causas profundas de la migración. Soy responsable de 126 países y estamos tratando de cambiar nuestra narrativa y alejarla de una relación donante-receptor, bajo la que actuamos como donantes y les tratamos como destinatarios. Entendemos que necesitamos la migración y que esta es una parte natural de nuestra cooperación, pero queremos tener una migración legal y luchar contra la ilegal. Es algo que entienden los socios. Por ejemplo, en África, quieren desarrollar sus propias sociedades, mejorar su seguridad para que sus jóvenes no tengan que abandonar su propio país. Y para ello, necesitan nuestro apoyo.

El 35% del presupuesto europeo de cooperación se destinará a proyectos y programas relacionados con el clima, el 20% al desarrollo humano ―salud y educación―, un 10% a migración y otro 10% a digitalización

Pero también quieren trabajar más de cerca con el sector privado. Necesitamos tener a este actor incluido de alguna manera en la cooperación europea. Queremos alentar a que nuestras empresas inviertan en África para que los países del continente generen más ingresos, se creen nuevos puestos de trabajo y den oportunidades a sus jóvenes de tal modo que no tengan que irse a Europa para una vida próspera.

P. Los números apuntan que efectivamente se ha reducido la migración de África a Europa, pero no han mejorado sustancialmente, al menos en la región subsahariana, los indicadores de desarrollo. ¿Cree que está funcionando esta estrategia?

R. Está funcionando porque podemos ver avances en muchas áreas a través de nuestros proyectos de cooperación al desarrollo. Pero sabemos que las consecuencias y el impacto de la guerra de Ucrania serán lamentablemente muy graves, especialmente en términos de inseguridad alimentaria. Este miércoles [por hoy] organizamos con la OCDE un evento específico centrado en la seguridad alimentaria en el Sahel y el lago Chad. Sabemos que existe el riesgo de que 38 millones de personas se sumen a las cifras del hambre y la desnutrición este verano debido a la guerra. Así que hemos reservado cerca de 700 millones de euros para mejorar la sostenibilidad de los sistemas alimentarios en Burkina Faso, Camerún, Chad, Malí, Mauritania, Níger y Nigeria durante los próximos cuatro años. De ellos, 340 millones estarán disponibles antes de final de este año. A nivel global, comprometimos 2.500 millones de euros hasta 2024 para invertir en seguridad alimentaria. Esta era un preioridad ya antes de la guerra.

P. El desarrollo y la cohesión social han sido banderas de la cooperación europeas. Pero una nueva herramienta, el Global Gateway, se enfoca en la inversión en infraestructuras, que era tradicionalmente un foco de la cooperación china. ¿Cuál es la diferencia?

R. Los valores. Global Gateway es una oferta a nuestros países socios para mejorar sus infraestructuras. Nos estamos enfocando en conectividad dura como carreteras y ferrocarriles, pero también transiciones energéticas. Además, invertimos en conectividad suave: salud, educación, negocios, medio ambiente, marcos regulatorios... La idea general es que todas esas inversiones, que ahora tratamos de acelerar y promover, se basen en nuestros valores: la democracia, los derechos humanos, el estado de derecho. Y también respetamos altos estándares de calidad en términos ambientales y sociales. Nosotros, la Unión Europea y nuestros estados miembros, estamos comprometidos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y Global Gateway es una herramienta más para tratar de lograr tales objetivos de una manera nueva, porque se basa en una asociación entre los estados miembros, la Comisión y el sector privado. No seremos capaces de lograr los ODS sin su participación. Los desafíos son enormes. Yo misma soy un exactivista de la sociedad civil, pero creo que es igualmente importante aliarse con el sector privado porque necesitamos su dinero, sus inversiones financieras, sus contribuciones para allanar el camino hacia la Agenda 2030.

P. Afganistán es otro dos países en una situación humanitaria límite. ¿Cuál es el plan europeo allí en términos de proyectos de desarrollo y ayuda humanitaria?

R. En la reunión del G20 de octubre de 2021, la presidenta von der Leyen anunció un paquete de apoyo de 1.000 millones de euros para la población afgana. Ya se han movilizado más de 500. Esto incluye la ayuda humanitaria y el apoyo a las necesidades básicas de los grupos más vulnerables, incluidos los desplazados internos. Este apoyo se canaliza a través de organizaciones internacionales presentes sobre el terreno e incluye el fortalecimiento de servicios básicos como salud, nutrición, saneamiento y educación. También seguimos apoyando a los defensores de los derechos humanos y las organizaciones de la sociedad civil. Además, la semana pasada, la UE hizo un compromiso humanitario de 113 millones de euros en la conferencia internacional de donantes que, junto con lo comprometido por los Estados miembros, suma un apoyo de 525 millones, más del 21% del total recaudado (2.440 millones de dólares ).

Quiero subrayar que, desde la toma del poder por parte de los talibanes, no hemos canalizado la ayuda a través de las estructuras gubernamentales ni a las autoridades de facto. La UE ha establecido puntos de referencia claros para el compromiso con los talibanes. Esto incluye respetar y promover los derechos humanos, y los derechos de las mujeres y las niñas definitivamente son derechos humanos. En este sentido, lamento profundamente las recientes declaraciones de los talibanes sobre prohibir que las adolescentes regresen a la escuela.

P. Yemen está si cabe peor y más olvidado. ¿Qué apoyo recibe de la UE?

R. Desde 2015, la UE ha contribuido con más de 1.000 millones de euros a Yemen. A lo largo del conflicto, la UE se ha mantenido activa en tres áreas principales: apoyo político, seguridad y derechos humanos; ayuda humanitaria y ayuda al desarrollo. En este último capítulo, para el que hemos reservado 149 millones de euros hasta 2024, nos hemos centrado en salvaguardar las perspectivas a medio y largo plazo de los ciudadanos yemeníes al evitar un colapso total de las estructuras institucionales y económicas. Para el nuevo período, continuaremos contribuyendo a mantener la resiliencia de las personas, las instituciones locales y los actores económicos, para evitar que el Estado fracase. Estamos trabajando hacia una posible estabilización, recuperación y reconciliación.

P. Con todas estas urgencias, emergencias y crisis humanitarias (clima, salud, conflictos), ¿cree que hay algún riesgo de que los donantes se olviden de invertir en desarrollo?

R. Las crisis también pueden servir como catalizadores para la acción. Por ejemplo, la pandemia ha subrayado la necesidad urgente de abordar la resiliencia de los sistemas de salud a nivel mundial. Dio a luz a la Iniciativa Team Europe sobre la fabricación local de productos sanitarios en África, que ayudará a fortalecer la autonomía sanitaria del continente a largo plazo. Del mismo modo, ya podemos ver que la guerra de Rusia contra Ucrania ha agregado una nueva urgencia para acelerar la transición verde para frenar la dependencia de los combustibles fósiles tanto en Europa como en otros lugares.

La asignación de la ayuda es, por supuesto, una cuestión de elección política que deben hacer los donantes. Diría que, además de abordar las crisis agudas y las necesidades humanitarias urgentes, sería importante analizar cómo podemos evitar que los conflictos surjan y las crisis se intensifiquen. La ayuda al desarrollo es la herramienta para abordar las causas fundamentales y, especialmente en contextos frágiles, necesitamos una interacción de diferentes enfoques.

P. ¿Qué espera de España como donante?

R. No es mi cometido dar consejos a los tomadores de decisiones nacionales. Pero, por supuesto, acojo con gran satisfacción la ambición de España de aumentar su ayuda oficial al desrrollo para llegar al 0,7 % en 2030. Creo que esto refleja los valores y la solidaridad de los españoles, y demuestra una clara comprensión de la dinámica de nuestro mundo tan interconectado. También conozco los tremendos esfuerzos de España para compartir vacunas y poner fin a la pandemia mundial.

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