Desde la redacción al lector, las noticias son un mundo de hombres
Los liderazgos de los medios de comunicación, los protagonistas de las informaciones, las fuentes expertas y los contenidos son predominantemente masculinos. Las mujeres apenas participan ni son visibles, según un estudio intercontinental
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“Me alegro de que hoy haya venido a entrevistarme una mujer. Nosotras lo hacemos todo y nos entendemos. Sé que me comprendes”. Lo último que se esperaba Fatubintu Sar, presidenta de una de las asociaciones que representa a las procesadoras de pescado en el puerto de Saint Louis, Senegal, era que aquel 8 de marzo de 2019 alguien se acercase a su canasto de sal y le preguntase sobre las precarias condiciones en las que desarrollaban su actividad: sin luz, ni techo, ni seguridad. Su sorpresa estaba justificada. En 2019, menos del 1% de las noticias trataban sobre cuestiones relacionadas con la desigualdad de género. Así se desprende del informe La perspectiva olvidada de las mujeres en los medios, que analiza más de 57 millones de informaciones en seis países: Estados Unidos, Reino Unido, India, Nigeria, Kenia y Sudáfrica. La proporción de líderes femeninas en las direcciones y las redacciones, de protagonistas o fuentes expertas también es escasa.
“Es sorprendente y desalentador”, comenta sobre los resultados Luba Kassova, autora del estudio encargado por la Fundación Bill y Melinda Gates y publicado este jueves por la Internacional Women’s Media Foundation (IWMF). “Quienes toman las decisiones de qué historias se cubren son predominantemente hombres, las personas que aparecen en las noticias también son mayoritariamente varones, así como quienes consumen más información”, describe. “Tenemos una imagen predominantemente masculina en todo el ciclo de las noticias”. Esta no es, además, una fotografía mejor que hace diez años. El estudio no deja espacio al optimismo de pensar que, al menos, se ha progresado. No es el caso, al menos en la última década, aclara la experta. “La clave de que no se avance en la representación femenina en los medios son los valores patriarcales que todavía existen tanto en el sur global como en los países del norte”, sentencia la experta.
La clave de que no se avance en la representación femenina en los medios son los valores patriarcales que todavía existen tanto en el sur global como en los países del norteLuba Kassova, autora del informe
“Los hombres siguen al mando de los medios de comunicación. Las mujeres son una minoría en los puestos de liderazgo y la alta dirección en organizaciones de noticias en cada uno de los países examinados”, apunta el informe. Según sus hallazgos, ellas representaban el 26% en 2011. El año pasado, eran el 35% en Kenia, 30% en Reino Unido, 25% en Sudáfrica, 23% en Estados Unidos y 14% en India. Esta falta de paridad en el escalón de la toma de decisiones provoca que, “incluso en una redacción con igual número de mujeres que de varones, impere una cultura de trabajo masculina”, lo que se traduce en menos fuentes, protagonistas y lectoras femeninas, concluye Kassova.
Los datos obtenidos por la investigadora sostienen su afirmación. Las voces expertas de las mujeres “permanecen significativamente silenciadas” en las noticias sobre política, en las que ellos son consultados entre tres y siete veces más que las especialistas mujeres. Y en la sección de economía la desigualdad es mucho mayor: la participación de hombres es entre dos y 31 veces superior. En el mejor de los casos, ellas representan el 29% de las citas en las noticias online en Reino Unido; y en el peor, el 14% en India y el 16% en Nigeria.
En el análisis de cuántas son protagonistas de las noticias, las cifras son también “decepcionantes”, anota Kassova en una videollamada desde Londres. En lo que va de siglo, por cada cinco hombres sobre los que se ha puesto el foco, se ha hecho lo propio con una mujer. Su aparición ha sido, además, predominantemente en informaciones sobre crímenes y violencia o en la sección de famosos, y mucho menor en las de política. El país de los seis estudiados que más se acercó a la igualdad en este sentido fue Reino Unido, con un 30% de protagonismo femenino. “Y porque durante medio año la Primera Ministra era una mujer”, apostilla Kassova. En Kenia, ellas ocuparon el papel central en el 23% de los artículos, el 21% en India y Estados Unidos y, muy por detrás, Nigeria con el 15%.
Para los periodistas que tengan la tentación de afirmar que esas informaciones solo reflejan una realidad en la que efectivamente hay menos expertas y líderes políticas, Kassova acude a las estadísticas que echan por tierra el argumento. Al comparar el porcentaje de políticas en los parlamentos de los países analizados y de protagonistas en las informaciones de esta área, solo en India hay más de las segundas (17%) que las primeras (13%), y en Nigeria hay la misma proporción en los dos ámbitos (6%). En el resto, hay una infrarrepresentación en los medios. En Sudáfrica, ellas centran el 14% de los artículos frente a un 43% de parlamentarias; en Kenia esa diferencia es de nueve puntos (13% frente a 22%), siete en Reino Unido (25% frente a 32%) y seis en Estados Unidos (18% frente 24%). “Y las mujeres son la mitad de la humanidad”, subraya. En cuanto a las fuentes autorizadas, se produce un desajuste similar: hay una proporción mayor de tituladas con un máster que de especialistas femeninas en las noticias.
De los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, solo un 8% de especialistas del sector menciono la igualdad de género entre los tres más urgentes
La investigación va más allá de los datos y trata de explicar por qué persiste esta desigualdad en el mundo de la información, así como las consecuencias, y apuntar posibles soluciones. “Los que toman las decisiones y opinan en los medios no priorizan los temas de género porque no los ven como asuntos importantes que haya que tratar”, expone la autora. “La gente cree que la igualdad ha progresado lo suficiente en sus países y que el problema está resuelto”, agrega. Incluso entre los expertos en sostenibilidad, no se considera prioritario. De los 17 Objetivos de Desarrollo de la ONU, solo un 8% lo mencionó entre los tres más urgentes, en una encuesta de 2019. Lo que deja a las mujeres y sus derechos en el tercer lugar a la cola entre las urgencias globales, según los profesionales del sector, solo por delante de la creación de alianzas (ODS 17) y la industria e infraestructuras (ODS 9). Justo los tres que consideran que más han avanzado.
Otro de los 2.000 documentos académicos consultados para este estudio es el informe sobre prejuicios machistas que lanzó el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo a principios de año. En él se decía que un 90% de los hombres y un 86% de las mujeres tiene al menos un sesgo de género, como creer que los hombres son mejores líderes políticos y para los negocios que las mujeres, lo que impide un mayor progreso hacia la igualdad. “Ninguna persona está libre de estos sesgos, muchas veces inconscientes. Incluidos los periodistas”, señala Raquel Lagunas, asesora en el PNUD. Esos pensamientos y creencias “influyen en a quién se considera fuente autorizada, los temas que se escogen y el lenguaje que se usa”, añade por teléfono desde Nueva York. Y así, los informadores “crean prejuicios adiciones”, apostilla Kassova.
Ninguna persona está libre de los sesgos de género, muchas veces inconscientes. Incluidos los periodistasRaquel Lagunas, asesora en el PNUD
Ambas especialistas, Kassova y Lagunas, que solo se conocen entre ellas como autoras de sus respectivos informes, opinan que estos sesgos de género son el lastre que frena el progreso hacia la igualdad, en la sociedad en general y en los medios de comunicación en particular. “El motor de la toma de decisiones son tus creencias y sistema de valores”, argumenta la experta del PNUD. Lo que en una redacción se traduce en quién asume una información, qué temas se abordan, a qué personas se consulta y cómo se cuenta. “Lo pernicioso es que los periodistas no son conscientes de sus prejuicios. Por eso hay que introducir cambios en las redacciones para que se den cuenta de sus propios sesgos”, sugiere Kassova. “No se puede arreglar algo si no se percibe que está roto”. Algunas de las intervenciones que recomienda es contar fuentes o la formación continua en perspectiva de género. Así hasta 50 acciones y una lista de 21 parámetros de medición que se incluye en el informe como guía para los medios. Para “concienciar, eliminar barreras y crear nuevos hábitos”, resume Kassova.
“Este informe es una herramienta para promover la igualdad en nuestras redacciones. Como periodista, me interpela”, lanza Pamella Makotsi-Sittani, editora ejecutiva del Daily Nation, de Kenia, en un encuentro con periodistas organizado por la Fundación Gates para evaluar los resultados del estudio. “Tenemos la responsabilidad de vigilar que las leyes en favor de la igualdad se implementan, tenemos que evaluar cómo las mujeres son silenciadas y marginadas, tenemos que advertir sobre los prejuicios. La gente se piensa que los valores patriarcales son cosa del pasado, pero no es así”.
Más mujeres en las direcciones y gerencias de los medios impulsaría el cambio hacia una mayor igualdad, dice Lagunas. “El liderazgo femenino es uno de los agentes de transformación más poderosos. Los modelos positivos de mujeres en la esfera pública pueden modificar las percepciones de forma más rápida que una ley”. Pero en las redacciones, como demuestra la investigación de Kassova, no abundan en lo alto del escalafón. “Hemos visto que la estructura patriarcal en los medios está tan arraigada que, para progresar en su carrera, ellas tienen que abrazar una cultura de trabajo y perspectiva masculina”, especifica.
Para que esto no suceda y se produzca un cambio, Kassova plantea que sean los propios hombres que copan el poder quienes renuncien a una parte de ese poder en favor de las mujeres. “Pero para hacerlo tienen que ver el beneficio”, anota. Y lo hay. Además de ser coherente con la ética periodística de representar a la audiencia y el derecho de las mujeres a ser vistas y escuchadas, que no parecen ser suficientes, están los argumentos empresariales. “El modelo económico de los medios está roto y llegar a las mujeres es una manera de ampliar la audiencia y aumentar el negocio”, expone.
Según sus datos, en 2019, las mujeres son consumidores de noticias “menos intensivas” que los hombres en todo el mundo. El 64% de ellos se dicen “extremadamente o muy interesados en las noticias” frente al 54% de ellas. “Esto podría deberse en parte a que las noticias son producidas principalmente por hombres y se centran en ellos, un problema exacerbado por la falta de comprensión de las necesidades informativas de la población femenina”, se lee en el informe.
“Necesitamos medios de comunicación que cubran y reescriban la historia sin sesgos ni prejuicios. Que cambien el relato”, pide Lagunas, que confiesa que percibía la situación mejor de lo que reflejan los datos del informe. “Pero no es responsabilidad solo de las mujeres que trabajan en los medios”, apostilla Kassova. “Eso sería injusto con ellas”. Y tampoco se trata de culpar a los hombres, porque cuando ellos se perciben como el problema, reaccionan negativamente: “El cambio tiene que ser sistémico en toda la sociedad. Y tiene que empezar por reconocer que el sistema patriarcal existe en todo el mundo y tenemos que abordarlo en todos los niveles. Si no, nos chocaremos contra el techo de cristal constantemente y habrá fuerzas regresivas haciéndonos retroceder”.
Proyectos como el 50:50 de la BBC demuestran que comenzar una ola de cambio es posible, destaca el estudio. “Mostró cómo se puede avanzar rápido hacia la paridad de género en los expertos en noticias”, anota. Se trata de un desafío, que inició informalmente el presentador Ros Atkins en enero de 2017, de conseguir el equilibrio de género entre sus colaboradores. Y lo hizo. Desde abril de 2018, se oficializó la iniciativa en la cadena británica, que retó a los equipos a lograr la paridad en sus programas y contenidos en un año. Para mayo de 2019, el número de equipos participantes en la organización se había multiplicado hasta 500. “No hay excusas”, zanja la editora keniana Makotsi-Sittani.
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