De dónde vienen las nuevas ideas
Pese a lo que solemos creer los humanos, los sistemas de inteligencia artificial han dado muestras de habilidades emergentes
Sería bueno saber de dónde vienen las ideas nuevas, esa clase de pensamientos que nadie había tenido antes y que, de repente, resuelven un problema que te traía por la calle de la amargura desde hacía semanas o meses. Digo que sería bueno porque, si supiéramos de dónde vienen esas ideas brillantes, tal vez encontraríamos algún modo de estimularlas, y la verdad es que no andamos sobrados de ellas. La c...
Sería bueno saber de dónde vienen las ideas nuevas, esa clase de pensamientos que nadie había tenido antes y que, de repente, resuelven un problema que te traía por la calle de la amargura desde hacía semanas o meses. Digo que sería bueno porque, si supiéramos de dónde vienen esas ideas brillantes, tal vez encontraríamos algún modo de estimularlas, y la verdad es que no andamos sobrados de ellas. La cuestión es sin duda interesante, pero también muy difícil de investigar. ¿Cómo lo haces? No puedes poner a mil personas en un baño hasta que a una se le ocurra el principio de Arquímedes o le caiga una manzana en la cabeza. Las ideas brillantes son muy raras, y las cosas muy raras son un objeto de estudio francamente correoso.
Los matemáticos y los científicos —algunos de ellos, en cualquier caso— han estado atentos al tema y nos han dejado unas cuantas narraciones subjetivas. El matemático francés Henri Poincaré narró así uno de sus momentos eureka: “En el momento en que puse el pie en el peldaño del autobús, la idea me vino de pronto, sin que nada en mis pensamientos anteriores la hubiera allanado el camino”. La idea a la que se refería Poincaré resolvió el principal enigma sobre unas cosas llamadas “funciones fuchsianas” que entenderían él y cuatro más, pero olvidemos eso ahora. El punto es que Poincaré llevaba meses estudiando esas funciones, y que la solución le llegó cuando estaba pensando en otra cosa.
El científico cognitivo Tyler Marghetis, de la Universidad de California en Merced, le ha echado un vistazo a la cuestión desde un ángulo singular. Él mismo ha debido tener una inspiración ajá al planear el experimento. Ha grabado a seis matemáticos trabajando en la pizarra mientras intentaban demostrar un teorema durante 40 minutos. Les ha pedido que pensaran en voz alta y se ha fijado en sus movimientos, por ejemplo cuando miran a otras partes de la pizarra, señalan una ecuación o borran un dibujo. Sus resultados muestran que, durante los dos minutos anteriores al momento eureka, esos movimientos del matemático se hacen impredecibles, como si un cierto caos precediera a la iluminación final. A Marghetis le fascina que una actividad tan abstracta como las matemáticas se pueda observar en los movimientos del cuerpo. Luego me dicen a mí que muevo demasiado las manos al hablar.
El científico de datos Justo Hidalgo, director de inteligencia artificial (IA) de la Asociación Española de Economía Digital, hablaba el otro día en estas páginas de lo que podríamos llamar momentos eureka de las máquinas. Pese a lo que solemos creer los humanos, los sistemas de IA han dado muestras de habilidades emergentes, una clase de comportamientos que no están previstos en su programación, ni explicitados en los datos. Son conceptos emergentes, como el que se le ocurrió a Poincaré al poner el pie en el peldaño del autobús.
Hidalgo dice que, cuando el sistema de IA supera los 100.000 millones de parámetros, empieza a dar señales de poseer propiedades emergentes. Pone el ejemplo de los idiomas: si el modelo aprende inglés y español, encuentra patrones comunes que le sirven para traducir otros idiomas que no conoce. Esto también les pasa a las personas que saben varias lenguas, y es un ejemplo de propiedad emergente, porque, aunque se derive de rasgos universales que están en el lenguaje, nadie se los ha enseñado explícitamente ni a la persona ni a la máquina. En ambos casos se puede considerar una deducción inconsciente. Voy a leer su libro Patterns of Emergence: How Complexity Drives Artificial Intelligence (“Patrones de emergencia: cómo la complejidad hace funcionar a la inteligencia artificial”, Amazon, 2025, por ahora solo en inglés). O quizá le pida a ChatGPT que me lo explique.