Filósofas ausentes en los temarios
Los lectores escriben sobre como la filosofía académica perpetúa la desigualdad de género, el preacuerdo UE-Mercosur, la adicción al móvil, y la pérdida de memoria en la vejez
En mi primera clase de filosofía leímos un estudio en el que se exponía la desigualdad entre hombres y mujeres, y más concretamente, dentro del canon filosófico. Sin embargo, y tras cuestionar la norma producida y reproducida por la academia, la asignatura impartida durante todo el curso no hacía referencia a ninguna filósofa. Es curioso ver como dentro de la universidad en la que estudio hay una sala llamada Hipatia, o cómo la biblioteca tiene por nombre María Zambrano. No obstante, y a pesar de ver esos nombres tanto dentro como fuera de la institución académica, lo cierto es que en el interior de los temarios no aparecen esos nombres por ningún lado. Paradójicamente, no hay una correspondencia entre la memoria que se quiere preservar y el conocimiento que realmente se transmite. Estableciendo una distancia abismal entre el reconocimiento público de su legado y la práctica educativa.
Asier Martínez Seoane. Bilbao
Mercosur
Acerca del preacuerdo UE-Mercosur, en ganadería no le veo ninguna lógica a que viniera carne de animales con una vida miserable en macrogranjas de otros países —y viceversa—. En caso de permitir el transporte en barco de animales vivos, peor. Si se pretende frenar y reorientar la ganadería intensiva —por su inmoralidad y contaminación— hacia las diferentes formas extensivas mejor evitar fomentarla.
Raimon Alzamora Gras. Barcelona
El ‘scroll’ infinito
Hace unas semanas una lectora se lamentaba en esta misma sección por tantas horas perdidas con el móvil, fantaseando con utilizarlas de una manera más productiva. Rápidamente otros le señalaron que en los años 90 no éramos más virtuosos y que cada era conlleva sus propias miserias. El verdadero problema de los móviles y del scroll infinito es que han acabado con los momentos en los que nos aburríamos esperando al autobús o una cita. Muchos celebrarán que el hastío ha sido erradicado. Pero esas situaciones eran el espacio adecuado para el florecimiento de nuevas ideas y poder estar con nosotros mismos. Decía Pascal en 1670 que “Toda desdicha del hombre proviene de una sola cosa, que es no saber quedarse tranquilo en su cuarto”. El móvil nos arrebata ese tiempo tan valioso, alejándonos, paradójicamente, de todo aquello que nos rodea.
Jesús Jiménez Martos. Murcia
Cuando mi padre ya no sepa quién soy
Desde hace unos años, vivo momentos en los que la tristeza y la pena se entrelazan al ver cómo mi padre se enfrenta a las garras del olvido. Perder la memoria, ese bien tan preciado, es una batalla silenciosa y cruel. Hoy ha sido uno de esos días en los que repetir una y otra vez las mismas palabras se convierte en un ejercicio de paciencia y resignación. Y, aunque al final parecen calar en su mente, el temor persiste. No puedo evitar pensar en el día en que me mire y me pregunte: ¿Y tú, quién eres? Es un miedo profundo, compartido por quienes acompañamos a nuestros seres queridos en este difícil camino. Un recordatorio de lo frágil que puede ser la memoria y, con ella, nuestra identidad.
Nada Bourass. Madrid