Ahora podemos echar a Meta
La UE debería obligar a las grandes plataformas a vender sus activos en el continente para constituir una gran infraestructura que proteja a las democracias europeas
“La mejor manera de negociar es desde una posición de fuerza”, explica Donald Trump en su best seller The Art of the Deal, “y la palanca es la mayor fuerza que puedes tener. Consiste en tener algo que el otro quiere. O mejor aún, que necesita. O, lo mejor de todo, algo de lo que simplemente no puede prescindir”. Si todo sale según lo anunciado,...
“La mejor manera de negociar es desde una posición de fuerza”, explica Donald Trump en su best seller The Art of the Deal, “y la palanca es la mayor fuerza que puedes tener. Consiste en tener algo que el otro quiere. O mejor aún, que necesita. O, lo mejor de todo, algo de lo que simplemente no puede prescindir”. Si todo sale según lo anunciado, TikTok tendrá una prórroga de 90 días para vender sus activos a una empresa estadounidense, aunque sea un 50%, o ser desterrada de EE UU, donde tiene 170 millones de usuarios que probablemente quiere, posiblemente necesita y de los que quizá no quiere prescindir. La palanca es la Ley para la Protección de los Estadounidenses contra Aplicaciones Controladas por Adversarios Extranjeros, diseñada para que ninguna empresa china o extranjera pueda hacer en Estados Unidos lo que las plataformas estadounidenses hacen en el resto del mundo. La cuestión es: ¿podríamos hacer lo mismo en la UE?
Europa ha hecho más esfuerzos que ningún otro territorio para mitigar el impacto de las grandes plataformas, imponiendo multas por infringir la regulación de protección de datos y estableciendo marcos legales como la Ley de Servicios Digitales (DSA en sus siglas en inglés) y la Ley de Mercados Digitales (DMA). Pero no ha cobrado esas multas y nunca ha amenazado con una expulsión. Como mucho, ha desterrado TikTok de los dispositivos oficiales del Parlamento, la Comisión y el Consejo europeos por cuestiones de ciberseguridad. Siguen usando WhatsApp, pese a saber a ciencia cierta que forma parte de la red de espionaje del Gobierno americano y sus aliados que denunció Edward Snowden, y una de las principales vías de propagación de Pegasus en Europa. Es la infraestructura que ha facilitado ataques ilegales a periodistas, activistas, defensores de los derechos civiles y líderes políticos como el presidente Pedro Sánchez en España. Los ataques no fueron denunciados ni investigados por Meta. Hay argumentos suficientes para considerarlo no sólo una amenaza para la seguridad nacional, sino también para los derechos civiles, la libertad de prensa y la sociedad.
Hasta ahora, forzar a Google, Meta o Amazon a vender sus activos a empresas locales habría generado tensiones diplomáticas con EE UU, con las consecuencias comerciales y geopolíticas que todos conocen y temen. Pero la existencia de esta nueva ley bipartidista, impulsada por la primera Administración de Trump en 2020, firmada por la Administración de Joe Biden en 2024 y a punto de ser rematada en la segunda temporada de Trump, establece un precedente incontestable que no sólo afecta a las plataformas de los últimos 20 años. ChatGPT tiene la misma capacidad de extracción de datos y manipulación de personas a través de algoritmos diseñados para optimizar la interacción que TikTok.
Europa lidera la regulación de lo digital, pero no ha sido demasiado efectiva implementándola. Si se demuestra que está actuando de forma incompatible con la seguridad o el bienestar público, ¿seremos capaces de tomar las mismas medidas que EE UU? Si lo somos, habría que hacerlo mejor que ellos, convirtiéndolas en lo que siempre tendría que haber sido Internet: una infraestructura pública de gestión colectiva, en lugar de un producto para ser explotado por otra empresa capitalista con objetivos muy alejados del bien común.