Un punto de no retorno en la desinformación

La catástrofe provocada por la dana y la victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos han marcado un antes y un después en la toxicidad de las plataformas

Elon Musk, durante un acto de campaña con Donald Trump en Nueva York.Carlos Barria (REUTERS)

La gota fría que asoló 78 municipios de la Comunidad Valenciana, Andalucía y Castilla-La Mancha la semana pasada no solo dejó una capa de fango y destrucción en las calles. Nunca se habían difundido tantas mentiras intencionadamente como en esta semana. Las redes sociales y las aplicaciones de mensajería se han convertido en un auténtico cenagal donde el negacionismo climático, los bulos y la antipolítica han campado a sus anchas.

Se ha dicho que el cambio climático es una patraña, que la Aemet no activó la alerta roja sobre la situación en Valencia y se ha puesto en duda la labor y la investigación de sus científicos hasta el punto de que desde las propias cuentas en X de la Aemet han tenido que responder a quienes difundían estas mentiras.

Hemos visto muchos bulos sobre el número de muertos que podía haber en el parking del centro comercial Bonaire. Iker Jiménez tuiteó que allí había “muchos cuerpos. Muchos”; en grupos ultras de Telegram se han difundido audios donde se afirma que “un amigo bombero” cuenta que vieron “hasta 800″ y que los están sacando en camiones frigoríficos de tapadillo. La UME y los bomberos no han encontrado ningún cuerpo allí hata el jueves.

También se ha difundido que el Gobierno había negado la ayuda a la Comunidad Valenciana y que, como esa ayuda no llegó tan rápido como se esperaba, España es un Estado fallido en el que “solo el pueblo salva al pueblo”. Falacias que solo sirven para poner en duda el funcionamiento del Estado y la necesidad de pagar impuestos “porque luego no vuelven”. Mientras circulan estas afirmaciones falsas de la derecha y la extrema derecha bulera, los servidores públicos (UME, bomberos, sanitarios, policías...) están demostrando que sí, que pagar impuestos sirve y que el Estado funciona. Y para muestra en X, la labor del ministro Óscar Puente, que ha puesto a más de 900 trabajadores a reconstruir cuanto antes las infraestructuras dañadas.

Esta dana ha supuesto un antes y un después. Hemos marcado un récord en las campañas de desinformación de España por la cantidad de falsedades vertidas para intoxicar el espacio público. Quizá hayamos llegado a un punto de no retorno en esta afección de la democracia. No solo en España, también en el resto del mundo, pues la victoria de Donald Trump valida la mentira y la desinformación como forma de hacer política: más de 72 millones de estadounidenses le han apoyado a pesar de —o precisamente por— tener un discurso basado en el odio, en la exclusión, la discriminación y la agresión a las mujeres, haber instigado el asalto al Capitolio y haber difundido infinidad de fake news.

Uno de los grandes apoyos del presidente electo es Elon Musk, el dueño de X, que cuando ya se daba por seguro que Trump ganaría las elecciones tuiteó “You are the media now” (“Vosotros sois los medios”) para más tarde animar a los tuiteros a participar más activamente en su red social y a corregir a otros, porque “mientras la mayoría de los medios tradicionales mentían sin descanso [en la campaña], la realidad estaba en X”.

“Las noticias deben venir de la gente. De los que verdaderamente están en el lugar de los hechos”, añadió en otra publicación. Así, Musk anima a ocupar el supuesto vacío informativo con lo primero que se le ocurra a sus usuarios, y sin filtros; su red social no tendrá moderación alguna, ya que cesó a gran parte de los equipos que se encargaban de esta tarea. El dueño de X posibilita —más aún— la difusión de bulos, porque quienes ponen en marcha las campañas de desinformación son expertos en llenar el vacío cuando sucede una catástrofe como la dana que ha asolado el este peninsular, un suceso como un asesinato o durante una campaña electoral, y lo hacen lanzando acusaciones antipolíticas e incendiarias con el objeto de desestabilizar la democracia.

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