Descreídos de todo

Basta con pasearse por Telegram y descubrir el ‘mundo paralelo Alvise’ para caer terriblemente deprimido

Alvise Pérez se dirigía el día 7 a un grupo de simpatizantes en un mitin en Sevilla.Ángel Munárriz Fernández

Tener fe en general, y en la política en concreto, se ha puesto difícil en los últimos tiempos. Basta con pasearse por Telegram y descubrir el mundo paralelo Alvise para caer terriblemente deprimido. Medio millón de personas creen a pies juntillas las publicaciones de esta sorpresa de las elecciones europeas (logró 800.000 votos) sin que les importe demasiado la veracidad de lo que allí se publica....

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Tener fe en general, y en la política en concreto, se ha puesto difícil en los últimos tiempos. Basta con pasearse por Telegram y descubrir el mundo paralelo Alvise para caer terriblemente deprimido. Medio millón de personas creen a pies juntillas las publicaciones de esta sorpresa de las elecciones europeas (logró 800.000 votos) sin que les importe demasiado la veracidad de lo que allí se publica.

El ejemplo más tonto ocurrió el miércoles. Una jueza ordenó averiguar el paradero y detener a Vito Quiles, un colaborador de Alvise con acreditación parlamentaria como periodista. Lo buscaba desde hacía meses por una causa abierta contra él por supuestas injurias y calumnias contra el líder de la organización de consumidores Facua, Rubén Sánchez, y no había manera de notificarle las citaciones. Quiles fue el protagonista de X durante unas horas, con imágenes suyas donde parecía que escapaba del Congreso, hasta que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía aclaró que no se ordenaba su detención, sino su localización. Y ahí llegó ese momento mágico en el que la fe que unos pierden a otros les permite mover montañas: Alvise jugó con esa corrección para hacer creer a sus seguidores que la jueza retiraba la orden de detención contra su colega porque él se lo exigía. “Doy 24 horas a la juez para que rectifique el auto de detención de Vito Quiles y diga que es un error y que solo pide averiguar su paradero; es una orden criminal e inaceptable”, escribió en su canal, cuando ya se había difundido la aclaración del tribunal andaluz. Si no lo hacía, añadió que publicaría “cosas sobre la definición del término soborno”. El comentario le granjeó 11.000 me gusta y más de 1.150 comentarios, del estilo “ole tus huevos”, “a por ellos”, “dale matraca a los corruptos”, “qué fascistas”, “bien, di que sí”...

Los periodistas medianamente serios sufren con las informaciones que publican. Todo lo que no sea reproducir como un loro cualquier nota de prensa publicitaria supone comprobar, contrastar y padecer por que todo se entienda bien, por que no se escape un matiz que varíe el sentido de la información, por que la fuente fetén esta vez se equivoque o le falten datos… Hay quien cuenta incluso que se duerme mal ya de por vida, con un ojo en el teléfono, por lo que pueda pasar. Un sacerdocio, que decían los mayores del lugar, plagado de nervios y malos ratos, que de repente se revela totalmente absurdo cuando triunfan los bulos, las teorías de la conspiración y la tontería más ramplona (¡la jueza rectifica porque yo se lo digo!), mientras el respetable aplaude.

Un clima de descreimiento al que no ayuda nada la máxima de “estos son mis principios, si no le gustan tengo otros”, que en su día se atribuyó a Groucho Marx. Practicarlo en X, donde los usuarios tienen una dosis de mala hostia cinco puntos por encima de la media, supone además un ejercicio de riesgo. “Primera medida donde se constata que la Copa del América afectará negativamente a la cotidianidad de los vecinos”, tuiteó Barcelona en Comú sobre cómo afecta la prueba de vela al barrio de la Barceloneta. Los lectores de la red social corrieron a ponerle contexto al tuit: “Barcelona en Comú era el grupo político que tenía la alcaldía de Barcelona cuando se acordó la celebración de la Copa del América. La líder del partido, Ada Colau, se mostró orgullosa de que la Copa del América hubiese escogido Barcelona”.

Al final, solo queda echarse unas risas con los comentarios que ha suscitado en X a la columna de Mariano Rajoy sobre la Eurocopa publicada por El debate. Cuesta discernir si el expresidente del Gobierno le toma el pelo a todos los españoles de bien que corren a leerlo. O si es que, en realidad, él siempre fue así. Total, qué más da.


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