El pantano de la política interior
Sheinbaum no es responsable de que durante un sexenio el narco se haya sentido en capacidad de expansión y de desafiar a las fuerzas policiales y armadas que en principio debieron contenerle
Ismael El Mayo Zambada vivía tranquilo hasta julio pasado. Un ejemplo de ello es que él, uno de los narcotraficantes más buscados del mundo, se entretenía en encuentros con periodistas. Una traición de sus exaliados propició su caída, y sumió a México en un torbellino.
En el sexenio anterior se acuñó el mantra de que la mejor política exterior era la política interior. El desprecio por el mundo elevado a ...
Ismael El Mayo Zambada vivía tranquilo hasta julio pasado. Un ejemplo de ello es que él, uno de los narcotraficantes más buscados del mundo, se entretenía en encuentros con periodistas. Una traición de sus exaliados propició su caída, y sumió a México en un torbellino.
En el sexenio anterior se acuñó el mantra de que la mejor política exterior era la política interior. El desprecio por el mundo elevado a estilo personal de gobernar. Al final, irreductible, la realidad comienza a emitir las facturas del desdén hacia afuera… y en ámbitos locales.
La política exterior de México ha quedado entrampada por, precisamente, los fallos internos del expresidente. Para empezar, la diplomacia, otrora un orgullo —más o menos inflado, pero orgullo— de los mexicanos, está famélica. No tienen dinero ni para mudanzas.
El asunto escapa a las anécdotas de embajadoras y embajadores —y de ahí para abajo cónsules y personal diplomático en general—, condenados a permanecer en puestos o adscripciones porque, llanamente, el gobierno carece de recursos para trasladarlos.
Cuando México más requiere de inteligencia para defenderse de un Estados Unidos con recargado injerencismo, Palacio Nacional acusa insolvencia y falta de decisión para desplegar talento que aporte desde información hasta influencia, en Estados Unidos y en otras latitudes.
No deja de ser emblemático que al consulado mismo al que esta semana llegó una demanda del Mayo Zambada para que el gobierno de Claudia Sheinbaum demande su repatriación sea una de las oficinas que lleva meses sin titular.
Cuestionada la mañana del viernes al respecto de la solicitud, Sheinbaum provocó una nueva duda: “En la mañana nos envió el canciller… En efecto, fue recibida en el consulado en Nueva York —creo, ¿verdad?— esta solicitud”. O sea, ¿que se enteró antes el Reforma que ella de la solicitud del preso más radioactivo por la información que posee el Mayo de la narcopolítica?
La solicitud del capo, sin embargo, está lejos de ser solo un galimatías diplomático. El sinaloense demanda que se intervenga y agrega, hablando de fraseos, “a fin de que el presente asunto no resulte en un colapso en la relación bilateral”.
No es necesario sumarse a la tormenta especulativa sobre lo que el Mayo quiso decir con esas palabras. Sobra con lo que está claro de su carta: apela a leyes y tratados para demandar su repatriación y exigir que México abogue para que no se le imponga pena de muerte.
Con su carta, el Mayo patea un avispero que tiene ecos de tiempos tristes en Colombia. Al mencionar la pena de muerte el narco estaría enviando un mensaje: su temor manifiesto por ese castigo como advertencia de cambio de reglas para el mundo políticogangsteril.
Sheinbaum no es responsable de que durante un sexenio el narco se haya sentido en capacidad de expansión y de desafiar a las fuerzas policiales y armadas que en principio debieron contenerle. Pero será la responsable de las consecuencias de la política de los abrazos.
La fallida política interior seguida desde 2018 y hasta octubre de 2024 en materia de combate al crimen organizado mete al naciente gobierno en un laberinto más allá de lo diplomático. La defensa de la presidenta de la soberanía está lastrada por el fracaso de su antecesor.
Dicho de otra forma. El derecho de México a reclamar respeto a su soberanía es comprometido por el inocultable fracaso del gobierno anterior de construir un modelo de seguridad y justicia que funcione como argumento de la capacidad mexicana de gobernarse.
Zambada pretende imponer a México una agenda política y sabe que puede quedar atrapado en la delicada coyuntura que la Presidencia de la República atraviesa: urgida como está de dar resultados en seguridad para apaciguar a Donald Trump, él no quiere ser una moneda de cambio.
La respuesta de la presidenta a la demanda de Zambada tendrá que consolidar, al mismo tiempo, una imagen de apego al derecho, ejercicio de la soberanía y, desde luego, de decisión de no permitir chantajes epistolares o desafíos criminales, vengan de donde vengan.
Quizá no sea demasiado tarde para que la presidenta revise el antecedente del rapto del doctor Humberto Álvarez Machain en Guadalajara, en 1990, para llevarlo a Estados Unidos: México desplegó toda una defensa mediática y jurídica por la violación a su soberanía, reclamó en persona a autoridades del calibre del presidente y el vicepresidente, e incluso de procurador, de Estados Unidos por el hecho, y solicitó formalmente la extradición de agentes de la DEA acusados de sobornar a mexicanos para llevar a cabo el secuestro.
Reclamar ese respeto al tiempo que se negociaba el primer TLC de Norteamérica agregaba complejidad de tal defensa. Como casi siempre en la relación bilateral, en el mencionado antecedente había riesgo de consecuencias más allá de la cooperación en seguridad.
La cuestión es que México enfrentará la revisión de la amenaza de aranceles, que Trump usa como duro acicate para que se le entreguen cabezas criminales. El incremento de detenciones en la era Omar García Harfuch-Sheinbaum es evidente, mas ¿será suficiente?
Y en medio de esa lucha no solo contra el tiempo, sino contra la herencia de Andrés Manuel López Obrador, que dejó crecer la hiedra que envenena en muchos países y asfixia incluso la economía de regiones de México, llega la demanda del Mayo a complicar el margen del gobierno.
La presidenta ha reiterado que seguirá los postulados de su líder; es decir, hasta ha perdido el temple al declarar a la prensa que no se le escuchará a ella marcar una distancia o un contraste con su antecesor, ni, cabría agregar, una queja por la herencia recibida.
Está bien esa declaración para mantener a un movimiento consolidado en torno suyo. Sin embargo, precisamente el Mayo, raptado cuando Morena aún festejara su atronador triunfo electoral de junio pasado, amenaza con cambiar la historia del anterior sexenio y del actual.
Además de estratégicamente ocuparse de satisfacer a Trump en su grosero injerencismo en materia migratoria y de seguridad, en aras de salvar la economía de un mazazo de aranceles, Sheinbaum ha de recapitular pronto y bien sobre cuánto de lo que recibió le estorba.
Reconocida nacional e internacionalmente por la forma en que ha logrado atemperar al nuevo ocupante de la Casa Blanca, cabría preguntar si similar empeño y pragmatismo aplicará a la hora de reconocer que la política interna que le dejaron mucho le debilita, y no solo en materia de seguridad.
Claudia Sheinbaum tiene una obligación primordial. Esa es defender a México de las amenazas. Trump es una enorme. Los cárteles, además de los asentados en Sinaloa, son otra amenaza. Y el poderío que han adquirido esos grupos no es comprensible sin corrupción política de los que ahora ganan en casi todas las elecciones en suelo nacional.
Tal país fue el que recibió en octubre de 2024. Y esa nación se podría complicar si el muro migratorio funciona como parece que está ocurriendo: la llegada de inmigrantes a la frontera se ha desplomado. De seguir así, las bandas dedicadas a la trata de personas no solo esquilmarán aún más a sus víctimas, y las expondrán a riesgos mayores, sino que podrían cambiar de giro criminal y atosigar de nuevas formas a la población.
El Mayo, que tan tranquilo se sentía hasta julio pasado, ha pasado a la ofensiva. Su caso desnuda aún más la simulación de gente como Rubén Rocha, pero de lejos no es el único morenista en aprietos.
O Sheinbaum, para usar por una vez una frase trumpista, limpia el pantano interior, o se hundirá en él. Con el añadido de que el riesgo de colapso no sería solo afectaría a su gobierno. Sino al país.