Los seguros médicos abusan
Las familias mexicanas son presas del poder de mercado de un puñado de aseguradoras que no han sido propiamente reguladas
Si bien el asesinato de Brian Thompson, CEO de UnitedHealthcare la aseguradora más grande de Estados Unidos, conmocionó a la opinión pública, nada impactó más que la reacción que precedió el crimen en ciertos círculos: la celebración.
En redes sociales se detonó un franco entusiasmo hacia el supuesto asesino, un joven de 26 años de Maryland, a quien ahora se le equipara con un héroe popular, un rebelde forajido o un vengador tipo Robin Hood en contra de las aseguradoras médicas privadas.
Los detalles del asesinato no dejaron lugar a dudas: las balas fueron grabadas con la leyenda “negar”, “defender” y “deponer”, típicas frases utilizadas para rechazar el pago de pólizas, y el supuesto asesino fue encontrado con un manifiesto en contra de la industria médica privada.
Estados Unidos es el único país desarrollado que no cuenta con un sistema de salud pública universal. Ello hace que la mayoría de sus habitantes dependan de aseguradoras privadas, creado un caldo de cultivo para los abusos en precio, los sobrecargos y la atención médica centrada en la utilidad. Como resultado, cada año, medio millón de estadounidenses se declaran en bancarrota por deudas médicas. El agravio de quienes celebran al asesino es comprensible y aunque injustificable, no se encuentra distante de los agravios generados por la industria médica privada en otros países, incluido México.
En papel, México tiene un sistema de salud pública universal, pero en la realidad, las largas filas y la falta de insumos hacen que el 64% de la población se atienda en médicos privados cuando se enferma. Es por ello que el 10% de los mexicanos paga un seguro médico privado, según la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros. El problema es que los precios de los seguros se han incrementado sin control. De diciembre del 2018 a la fecha, según el Inegi, los precios de los servicios de seguros y financieros han aumentado en 67%. Esto es más del doble de la inflación general.
Más aún, el aumento en el precio de los seguros médicos no puede explicarse por el incremento en costos de medicamentos o servicios médicos, pues durante el mismo periodo estos solo aumentaron 37% y 30%, respectivamente.
Es verdad que, como las aseguradoras comentan, la siniestralidad ha aumentado y con ello los costos en los que ellas incurren. Sin embargo, esa no es toda la historia.
Una parte importante del incremento en precio proviene de que el mercado de seguros de gastos médicos en México es un coto de poder donde solo cuatro aseguradoras concentran el 75% de las primas. Cómo ha reportado la Comisión Federal de Competencia (Cofece), con este poder las aseguradoras no solo pueden subir los precios, sino que también son capaces de discriminar a ciertos consumidores. De hecho, la misma Cofece ha identificado que las aseguradoras suelen cobrar más a los clientes que viven en lugares de mayor poder adquisitivo.
Así, ser cliente de una aseguradora médica privada en México significa ser víctima de constantes abusos que van desde que no se reconozca la antigüedad de quien se cambia de aseguradora, hasta que se dificulte el pago por algún siniestro o se reduzca la cantidad de este.
Además, la falta de reconocimiento a padecimientos preexistentes se ha normalizado e impide que las personas cambien de aseguradora.
A todo ello hay que agregar penalizaciones que llegan por doquier, ya sea por cancelaciones anticipadas, por no cubrir con los periodos de espera para que se cubran ciertos padecimientos, o incluso por no usar las pólizas. Es tiempo de que el gobierno mexicano tome cartas en el asunto. La disfuncionalidad del mercado de las aseguradoras médicas repercute directamente en el gasto de bolsillo en salud de los mexicanos que, de por sí, ya es de los más altos de la OCDE.
Es imperante que el gobierno regule adecuadamente este mercado ya que, de no hacerlo, las cifras de carencia en acceso a la salud continuarán aumentando y con ello la vulnerabilidad de la población mexicana.
Lamentablemente, hace unas cuantas semanas el Gobierno federal desapareció a la Cofece sin definir a detalle qué institución le dará seguimiento a sus actividades. Ante ello, el gobierno de Claudia Sheinbaum deberá ser llamado a cuentas y no tendrá más que demostrar, so pena de ser castigado en las urnas, que la nueva institución de competencia tendrá un mejor actuar que la Cofece.
Mejorar la competencia en el mercado de seguros médicos tiene gran potencial para aumentar la calidad de vida de los mexicanos. Las políticas públicas que lo permitan no pueden esperar.
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