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aborto
Columna
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Esmeralda como México

Ser indígena y abortar en Guanajuato es una tragedia. Tragedia para la madre y para los hijos: al ser encarcelada la progenitora, la desprotección de su prole es enorme

Aborto en Querétaro Esmeralda
Mujeres marchan por la despenalización del aborto en la ciudad de Querétaro, en septiembre pasado.César Gómez Reyna (Cuartoscuro)

En Guanajuato, sin tomar en cuenta las sandeces de quienes aseguran dirigir el Estado, a pesar de ser un Estado fallido dentro de un país hundido, las mujeres embarazadas indígenas y pobres, binomio real y crudo no resuelto por ninguno de los partidos políticos, ni por el Gobierno Federal, son parte de la triste historia del Estado, historia cuya historia no figura ni en los libros de texto ni en las lecciones escolares vinculadas con ética.

Ser indígena y abortar en Guanajuato es una tragedia. Tragedia para la madre y para los hijos: al ser encarcelada la progenitora, la desprotección de su prole es enorme. A las indígenas se les estigmatiza por ser mujeres, pobres, por no hablar bien español y por carecer de defensa. La mayoría de las veces son denunciadas por médicos que laboran en hospitales públicos, ya sea por ser objetores de conciencia o por seguir órdenes del nosocomio donde trabajan. ¿Cuántos galenos conocen la realidad de las razones del aborto?, ¿cuántos conocen a la madre?

“Homicidio en razón de parentesco en agravio de un producto en gestación” reza, —o rezaba— la ley legal/penal del Estado. El Gobierno guanajuatense no informa, ni ahora ni antes, cuántas mujeres fallecen al abortar ya sea en forma voluntaria o espontáneamente. No lo hacen por ineptos, mentirosos y porque no les conviene. Guanajuato como México. México como Guanajuato.

El affaire Guanajuato siempre presente adquiere relevancia debido al reciente caso (octubre, 2024), vivo y vigente de Esmeralda, en este caso, en Huimilpan, Querétaro. Esmeralda, pequeña de 14 años, quedó embarazada tras ser violada y sometida a abuso sexual a manos de un familiar tres años mayor. Debido a su edad e ignorancia tuvo un aborto espontáneo a los ocho meses de embarazo i.e, desconocía su situación. Galenos del sector Salud la denunciaron ante las autoridades. Para mal redondear la situación, la Fiscalía la acusó de homicidio doloso: las autoridades solicitaron tres años de prisión. La síntesis es siniestra: la pequeña de 14 años denunció, fue violada y fue revictimizada por una Fiscalía inepta. Querétaro como México. México como Querétaro.

Con Esmeralda y su familia falló el Estado. El traspié no es azaroso: la desigualdad crónica fruto de la incompetencia del PAN, del PRI y del PRI reconvertido en Morena es una de las razones de las esmeraldas. Otra es la de siempre: la ineficacia de los cuatro expresidentes fugados de México. Las mujeres fueron uno de los grupos vapuleados por el mentor de Claudia. En nuestro país, mujeres pobres significa estigma, oprobio y ausencia de futuro. Sello mexicano.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha sido enterada del caso de Esmeralda. Obligado sería dedicarle una larga y aburrida mañanera a Esmeralda y a los millones de otras esmeraldas en lugar de ocupar su valioso tiempo para zarandear a Mexicanos contra la Corrupción. Obligada por su género, por darles voz a las mujeres encarceladas por abortar, por la necesidad de brindar educación sexual a las niñas y por la obligatoriedad de aclarar el número de feminicidios, Sheinbaum tiene el compromiso de llevar a cabo lo que dijo durante su campaña. La presidenta debe mostrar su concepción de la ética hacia las mujeres pobres y sepultar el desdén de su antecesor frente al género femenino.

Ignoro si el equipo de Sheinbaum lo sabe. Se los hago saber. México es el primer lugar en embarazos adolescentes de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico: nacen cada año 340.000 bebés en madres menores de 19 años; el promedio es aterrador: casi 1.000 nacimientos cada día. México ocupa el segundo lugar económico en Latinoamérica y es una de las 15 grandes economías del mundo. A Esmeralda y no al gobierno de Sheinbaum se le debe preguntar su opinión sobre el tema.

La presidenta y su equipo tienen la obligación de detener estas tragedias. López Obrador no hizo nada al respecto, ¿Lo harán Sheinbaum y sus sheinbaums? No lo creo.



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