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Claudia Sheinbaum
Columna
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Sheinbaum, la ama de casa

Se equivocan quienes intentan ofender a la presidenta equiparándola con una trabajadora del hogar

Claudia Sheinbaum, presidenta de México durante la conferencia matutina donde presentó su estrategia de seguridad en Palacio Nacional, el 8 de octubre 2024.
Claudia Sheinbaum, presidenta de México durante la conferencia matutina donde presentó su estrategia de seguridad en Palacio Nacional, el 8 de octubre 2024.Daniel Augusto (Cuartoscuro)
Viri Ríos

Desde que Claudia Sheinbaum se convirtió en la primera presidenta de México, el término “Presirvienta” figura con cierta frecuencia en redes sociales y chats privados. La palabra, fusión entre “presidenta” y “sirvienta” —un término despectivo para referirse a una trabajadora del hogar— es usado en referencia a la mandataria de forma socarrona y arrogante entre quienes se le oponen.

La intención de quien emite el término es evidenciar la supuesta sumisión que existe entre la presidenta y López Obrador.

Sin embargo, en realidad, el término, lejos de evidenciar cualquier falla de carácter de Sheinbaum, más bien reitera lo profundamente clasista que es la oposición mexicana. Y lo alejada que está de representar al votante promedio.

En México hay 2,5 millones de personas ocupadas en el trabajo doméstico remunerado, lo que quiere decir que al ofender a este grupo, los opositores a Sheinbaum están ofendiendo al equivalente al 15% de los votos que obtuvo el PRI-PAN y la mitad de los que obtuvo Movimiento Ciudadano.

Más aún, pretender ofender a alguien equiparándola a una trabajadora del hogar es insultar a millones de mujeres que realizan ese tipo de trabajo en su hogar, pero sin paga. En México, el trabajo doméstico, es decir las labores de alimentación, limpieza, compras y cuidado, es realizado comúnmente por mujeres que no cobran y que trabajan jornadas extenuantes.

El trabajo del hogar es de los más valiosos que hay en México pues, sin personas que atendieran a niños y enfermos, la economía simplemente colapsaría. Según datos oficiales del Inegi, el valor conjunto de todo el trabajo del hogar no remunerado es de 24 puntos del PIB. Este es un valor superior al de sectores completos como la manufactura y el comercio. De hecho, si un día el trabajo del hogar dejara de realizarse, la economía mexicana enfrentaría una recesión casi tres veces superior a la que experimentó durante la pandemia por covid-19.

Cuando la oposición le llama “Presirvienta” a Sheinbaum, más que ofenderla a ella terminan ofendiéndose a sí mismos: mostrando su elitismo e ignorancia respecto a la importancia del trabajo del hogar para México y para sus propias familias.

El que algunos opositores de alto poder adquisitivo consideren que un trabajo subordinado es algo de que avergonzarse deja en claro lo poco aptos que son para gobernar. En México, la gran mayoría de las personas económicamente activas son trabajadores subordinados de remuneración baja. Pretender que es indigno trabajar para alguien por un salario modesto es simplemente no entender cómo vive la mayoría de las personas.

Tal parece que ciertas partes de la oposición le están pidiendo el voto a quien detestan y a quien miran como inferior.

Además del clasismo, “Presirvienta” nace del supuesto de que la presidenta es sumisa ante López Obrador. Un argumento que, en mi opinión, no es más que un prejuicio propio de personas que no alanzan a comprender que una mujer puede ejercer posiciones de liderazgo sin tener que estruendosamente confrontarse con sus antecesores. Es común que las mujeres del poder sepan ejercer este tipo de liderazgo porque con frecuencia han tenido que lidiar con el frágil ego de sus jefes hombres para lograr obtener los espacios de liderazgo que hoy detentan.

Bien haría la oposición en intentar acallar las voces que desde sus filas insultan mujeres, trabajadoras y cuidadoras. Si un día quieren volver a gobernar, la oposición tiene mucho que aprender y mucho que callar.

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