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Estar sin estar
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Yo soy ella

La voz de la escritora Fontananls-Cisneros es rompe amarras al tiempo silenciosa testigo de tribulaciones ajenas o pendencias de la Historia con mayúscula

Ilustración de Jorge F. Hernández 13 de julio 2024

El título de esta columna no es un desesperado intento de exclamación feminista, sino desgutación con admiración por la lectura de una novela titulada Ella soy yo; escrita por Ella Fontanals-Cisneros y acertadamente publicada por El Equilibrista, la novela navega entre el ensueño y la realidad y se vuelve espejo o ventana de quien la lea. Fontanals-Cisneros extiende en prosa un mural autobiográfico salpicado de imaginación e imaginería donde a la vuelta de no pocos párrafos la lectura se asombra y se regusta, al tiempo que pluraliza la experiencia completa como para animarme a sentir que yo soy Ella y toda mujer que habla con el corazón, que reúne tantas vidas leídas y vividas sobre un entramado fantástico y sorprendente.

La voz inaudible de Fontanals-Cisneros va murmurando al oido de las páginas los encuentros imprevisibles con el llamado comandante Fidel Castro, el enigmático Andy Warhol o el inefable y siniestro Donald H. Trump no en la tina amarilla del suceso, sino en el registro íntimo de una memoria ingeniosa y creativa. Es una historia de vida, de una mujer que vive desde la flor de su adolescencia a la madurez de la tinta que se lee como testimonio de varias emancipaciones. Es la voz femenina que rompe amarras al tiempo silenciosa testigo de tribulaciones ajenas o pendencias de la Historia con mayúscula.

Entre la biografía verificable y la literatura que escribe lo que parece inverosímil cuando en verdad no es más que increible, Ella soy yo es la propia Ella que escribe esta novela y la ella que son Ellas o el Ello de Freud feminizado como telón de fondo para la digestión de lo impensable y crónica palpable de lo contundente. Ella es ella en la aventura sorprendente de un vida que se desdobla página a página como lo sabe digerir quien reconoce un lienzo entrañable pero falsificado a pocos metros de distancia o quien sabe degustar el delicado instante que se congela al óleo, lejos de los videos en tiempo real y las mentiras de la simulación cibernética. Ella sabe de arte, lo lleva en la saliva de sus palabras y en los muro de su hogar ahora abiertos en el abrazo que se da a sí misma… narrándose.

La autora es una notable Mujer de Acción con un palmarés ejemplar en el mundo movido empresarial y emprendedor, pero aquí me concentro en la literatura que transpira su memoria entrelazada con la imaginación, aquí donde lo vivido se mezcla con el deseo, con los hubieras normalmente prohibidos y ese quizás que se ondula como ola de mar o bolero al filo de la medianoche. Aquí hay novela y la callada música de la conciencia, con la mixtura se destila en sílabas o por goteo el manto legible de la existencia y a mí se me afigura que quien lea Ella soy yo sentirá una imantación mágica, la que atrae por palabras y se desenreda en la trama, la que se pierde en pupilas con la mirada fija en un pétalo o esa necia agua salada que a menudo salpica la memoria.

Quien la lea sentirá entonces eso que provoca intercambiar los pronombres en los títulos de selectas novelas: Es Ella soy yo y Yo soy Ella en tanto un libro nos presenta de frente y perfil, de carne, huesos y vivencias a una mujer que parecería ya memorizada al mismo tiempo que echa a volar el manto invisible de nuestra propia identidad, tal como quiere Alonso Quijano al rematar su primera salida en libertad: Yo sé quién soy y las historias bien narradas no sólo dan vida a los espectros del ingenio, sino al callado reconocimiento minucioso de quién las lea.

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