Coahuila, la última piedra en pie del PRI
A partir de diciembre, México solo tendrá dos gobernadores priistas, el de Coahuila y el de Durango, dos entidades vecinas
Cuando terminó la demolición del edificio que el PRI construyó durante casi un siglo en México, Coahuila fue la última piedra que quedó en pie. El último Estado donde el PRI nunca perdió una gubernatura. ¿Pero realmente es así?
El priista Manolo Jiménez Salinas ganó la gubernatura de este Estado norteño, el número 15 en población, pero el décimo en el tamaño de la economía y el quinto en riqueza por habitante. Pero para lograrlo tuvo que aliarse con su rival histórico: el PAN.
El PAN, que apenas hace seis años impugnó en tribunales el triunfo del actual gobernador, Miguel Ángel Riquelme, postulado por el PRI. El PAN, que hace 12 años clamaba por castigo contra el gobernador Humberto Moreira por haber endeudado al estado de manera ilegal y opaca. El PAN, que todavía hace dos años rechazó ir en alianza con el PRI en la elección de alcaldes y diputados federales, solo para sucumbir al tercer lugar porque miles de panistas se volcaron a candidatos del PRI para evitar triunfos de Morena.
Queda por ver cuántos votos obtuvo Jiménez Salinas bajo las siglas del PRI y cuántos bajo las del PAN y del PRD (en la boleta iban en cuadros separados), pero el resultado muestra el principal realineamiento político en la historia reciente de Coahuila y la resistencia del PRI frente a la avalancha de votos que Morena obtiene desde 2018 y que ahora lo tienen gobernando más de 20 estados.
En Coahuila, el PRI logró mantener el poder gracias a una coalición. ¿Hubiera ganado postulando solo a Jiménez Salinas? Los resultados parecen sugerirlo, porque menos del 10% de los que cruzaron la boleta por el candidato aliancista lo hicieron en el cuadro del PAN. Pero el PRI no quiso apostar por ir solo.
Al final, la alianza se llevó alrededor de 56% de los votos contra 20% de Morena. Pero sería un error leer en los resultados una paliza de más de 30 puntos de la alianza contra Morena. Sí, esa es la distancia que separa a Jiménez Salinas de Armando Guadiana, pero también es cierto que, si hace seis años el 80% de los coahuilenses votaron por el PRI y el PAN, ahora no fue ni el 60%. Casi la mitad del Estado quiere seguir votando por uno de los partidos identificados con el presidente, Andrés Manuel López Obrador.
PRI, PAN y PRD juntaron alrededor de 780.000 votos, un aumento respecto a los 704.000 que tuvieron en la elección de 2021, mientras que los 275.000 votos para Morena representan una merma fuerte respecto a los 400.000 que sacó hace tres años, aun cuando de la última elección a hoy se añadieron 93.000 votantes al padrón. El PT y la coalición Verde-UDC, que hubieran formado la alianza con Morena, se llevaron otros 250.000 votos.
¿Qué factores influyeron en la victoria de la coalición PAN-PRI-PRD? Uno, que fue forjada sin fricciones ni conflictos y postuló a un candidato priista con el que panistas podían identificarse y que había logrado buenos resultados como alcalde de Saltillo. Otro, que Coahuila ha tenido avances notables en la seguridad, cuando hace 10, 12 años padecía los horrores de Los Zetas y el Cártel de Sinaloa. La gestión del gobernador Miguel Ángel Riquelme dejó una baja significativa en delitos que los votantes no quisieron arriesgar.
Por otra parte, a Morena le pesó la fractura de la coalición con el PT y el Verde que había logrado el presidente, Andrés Manuel López Obrador, y que ni él ni los dirigentes del partido lograron sanar antes de la elección, pese a conseguir que estos dos partidos abandonaran a los candidatos que habían postulado, Ricardo Mejía y Lenin Pérez Rivera.
Morena podría tener una base de al menos 500.000 votantes si logra mantener al PT y al Verde en línea, votos que surgen principalmente de las clientelas políticas que antes controlaba el PRI a través de programas sociales y que ahora opera el Gobierno federal. Un veterano operador del PRI me dijo que ellos necesitaban compensar esa merma y lo lograron atrayendo a votantes de clase media que se identificaban con el PAN.
A partir de diciembre, cuando Riquelme le entregue la estafeta a Jiménez Salinas, México solo tendrá dos gobernadores priistas, el de Coahuila y el de Durango, Esteban Villegas. Que sea en dos entidades vecinas puede deberse a un accidente geográfico y no es tan importante como el hecho de que los últimos priistas que quedan en pie gobernando un Estado llegaron al poder en alianza con el PAN.
Aun así, Coahuila es ahora el Estado donde el PRI ha tenido la racha más larga de victorias. Todos los demás han tenido alternancia, mientras que aquí lo más cercano a la alternancia es una coalición.
Fue en Coahuila donde el PRI consiguió alargar sus últimos suspiros. Tiene cierto sentido histórico si el PRI es el partido surgido de la Revolución de 1910: Fue en San Pedro, Coahuila, donde Francisco I. Madero escribió La Sucesión Presidencial, el libro que prendió la mecha para derrocar a Porfirio Díaz. Fue en la Hacienda de Guadalupe, cerca de la capital Saltillo, donde Venustiano Carranza desconoció el golpe de Victoriano Huerta contra Madero.
Jiménez Salinas gobernará hasta 2029. En marzo de ese año, el PRI cumplirá un siglo de existencia, si es que llega.
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