Jorge Álvarez Máynez, el candidato que nadie esperaba en la boleta presidencial
Movimiento Ciudadano saca del banquillo a uno de sus principales operadores políticos para ser el sustituto de Samuel García, un hombre de todas las confianzas del partido, pero poco conocido entre la población
Samuel García. Luis Donaldo Colosio Riojas. Marcelo Ebrard. Patricia Mercado. Enrique Alfaro. Dante Delgado. En los últimos meses han corrido ríos de tinta para tratar de adivinar quién iba a ser el candidato de Movimiento Ciudadano (MC) a la presidencia en las elecciones de 2024. El nombre de Jorge Álvarez Máynez no estaba en muchas de las quinielas, ni sonaba en los pronósticos ni aparecía en las encuestas. El partido naranja al final se decantó por el líder de su bancada en la Cámara de Diputados para que mida fuerzas con la oficialista Claudia Sheinbaum y con Xóchitl Gálvez, su principal perseguidora. El encargado de poner fin al misterio fue el propio Samuel García, quien lanzó un video para entregar la estafeta a Álvarez Máynez como relevista en la carrera presidencial más larga de la historia. Fue un “calienta, que entras a la cancha”. MC sacó del banquillo a su diputado más solvente para darle una nueva misión: ya no como coordinador de campaña, ya no como operador político, ya no como la voz del partido contra los actos anticipados de sus rivales, sino como el protagonista, “el nuevo”, el más “fosfo de todos”. La boleta está completa para las votaciones de junio próximo con un contendiente que llegó por sorpresa y de último minuto.
El primer obstáculo en el camino de Álvarez Máynez ha sido tener que lidiar con las comparaciones, como todo sustituto. Fue Samuel García el que le levantó la mano, pero también el que ya había ocupado el papel de precandidato único. Su relevista tendrá que ver si entra en el traje originalmente diseñado para el gobernador de Nuevo León o si tendrá que hacer ajustes. Hombre de todas las confianzas de la dirigencia y con peso específico de puertas para dentro, la crítica más obvia sobre “el nuevo” es que es un perfil mucho menos conocido que el de su antecesor.
Para muestra, pocos diarios dedicaron sus portadas de este miércoles al nombramiento que hizo el partido de Dante Delgado. Los principales noticieros hicieron una mención breve, de refilón, después de un extenso repaso por la agenda nacional e internacional. Sus rivales no perdieron la oportunidad para atacar ese punto débil. “¡Ya ganamos!”, celebró Alejandro Alito Moreno, el líder nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), al enterarse de que él era el elegido de MC. También hubo fuego amigo. Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco y convencido de que había que sumarse a otras fuerzas de oposición para derrotar a Morena, no se guardó nada al decir que su partido se estaba equivocando al “imponer” a Álvarez Máynez. “Si ese es el camino que quieren tomar, allá ellos”, zanjó en sus redes sociales.
Álvarez Máynez no es nuevo en la campaña. Cuando el presidente, Andrés Manuel López Obrador, tomó el bastón de mando para establecer las reglas de la sucesión en junio pasado, el diputado de MC salió a denunciar que sus rivales querían sacar “cinco meses de ventaja ilegal” respecto de los plazos que dicta la ley. El legislador de 38 años tenía razón, pero cuando las autoridades electorales prefirieron mirar a otro lado para no meterse en problemas y cuando el PAN, el PRI y el PRD decidieron adelantarse también, la batalla se volvió quijotesca. La campaña que no era campaña, con mítines etiquetados como “asambleas partidistas” y aspirantes disfrazados de “coordinadores”, siguió como si nada.
Movimiento Ciudadano fue el único partido con registro que esperó hasta finales de 2023 para mover sus fichas, en parte como una declaración de intenciones para distanciarse de “la vieja política”, en parte para mantener sus opciones abiertas. Los hombres fuertes del partido tuvieron varias encerronas para decidir si se sumaban al frente opositor, si apostaban por la candidatura externa de Ebrard o si finalmente se animaban a ir por primera vez solos y con su propio candidato a una elección presidencial.
Álvarez Máynez siempre tuvo un lugar en la mesa junto a Delgado, García, el senador Clemente Castañeda y, en un primer momento, Alfaro. Desde un inicio, se le vio más cómodo en el papel de estratega o de escudero, pero siempre tras bambalinas. En noviembre, la opción de Ebrard se cayó, Samuel García se destapó y Álvarez Máynez fue nombrado coordinador de campaña, un cargo que le duró menos de dos semanas hasta que el gobernador de Nuevo León tuvo que hacerse a un lado para apagar la crisis política que sacudió a su Estado en la primera semana de diciembre.
“En tan solo 10 días, Movimiento Ciudadano mandó al PRIAN al segundo lugar”, se ve a Álvarez Máynez decir en un spot que lanzó MC el pasado 27 de diciembre, todavía como coordinador nacional, sin que nadie sospechara que él daría un paso al frente. Su destape se dio esta semana, prácticamente un mes después del naufragio de García. “Es el mejor candidato presidencial que podría tener MC y a partir del 2 de junio, México tendrá en usted a un gran presidente de la República”, dijo Delgado al oficializar su registro.
Álvarez Máynez ha sabido encarnar las contradicciones que han acompañado a MC en su corta historia: su cara programática y su apuesta mercadológica. Es el político joven que se opone en el Congreso a la militarización y al ataque a los órganos autónomos de este Gobierno; el que da la batalla en el Instituto Nacional Electoral para denunciar trampas y chapuzas de sus rivales, el que ha dicho una y otra vez que “con el PRI ni a la esquina”. Pero es también el que militó en el PRI durante tres años, el que accede a que García lo destape con papitas y cerveza en mano, el que no hace caras cuando le dicen que el discurso tiene que ser light o que el mensaje político que hay que posicionar es ponerse los tenis fosfo fosfo. El ahora precandidato, de hecho, agrega en su semblanza oficial que fue una figura clave para sumar a perfiles como el del gobernador García y su esposa, Mariana Rodríguez, o Salomón Chertorivsky, también criticado por haber trabajado con Administraciones del PRI y el PAN.
Licenciado en Relaciones Internacionales y con dos maestrías en Derecho Constitucional y Derechos Humanos y en Administración Pública, empezó su carrera política como regidor de Zacatecas, su tierra natal, en 2004, cuando todavía estudiaba en la universidad. Parte de una familia de izquierdas, su padre fue fundador del Partido Comunista, él fue director fundador del periódico La Jornada en Aguascalientes y militó primero en el Partido de la Revolución Democrática (PRD). En 2009 dejó ese instituto político y un año más tarde tuvo un breve paso por el extinto Nueva Alianza, que lo postuló como diputado local de Zacatecas en coalición con el Partido Verde y el PRI, que lo arropó en sus filas de 2010 a 2013. Propio de las paradojas de la política mexicana, el PRI no ha dudado en restregarle su pasado priista para restarle credibilidad. “Imagínense ustedes la vergüenza para él: criticar al PRI y era diputado del PRI”, declaró Alito Moreno en mayo pasado.
En 2013 se sumó a Movimiento Ciudadano, con la encomienda de construir una estructura territorial y dar una identidad propia a un partido que acababa de cambiar de nombre dos años antes y no lograba sacudirse la etiqueta de satélite de López Obrador. En 2015, llegó como diputado federal, reconfigurado como un duro crítico del PRI durante el Gobierno de Enrique Peña Nieto y después, de las alianzas legislativas entre Morena y los priistas para sacar adelante las iniciativas prioritarias de López Obrador. En esta Administración, se opuso al llamado plan B del presidente, cuestionó la gestión de la pandemia y rechazó la reforma eléctrica impulsada por el oficialismo.
“Nuestra lucha no es por la siguiente elección, nosotros entendemos que el país no va a cambiar quitando a este presidente para poner a otro. Nuestra lucha es por cambiar el sistema”, asegura en su blog personal, donde cita a Bernie Sanders, Alexandra Ocasio, Gabriel Boric e Iñigo Errejón entre sus influencias políticas, así como a Dante Delgado y Patricia Mercado, sus correligionarios. El último aspirante en sumarse a la contienda presidencial llega con la loza de un accidentado proceso interno y de ser una cara poco conocida, pero tiene campo para ser un rival incómodo, ágil en el debate y que puede hablarle, por razones de fondo y de forma, al electorado joven: tiene 20 años menos que sus rivales. Pero para eso tendrá que atreverse a buscar su propia voz. Va contra el tiempo y el escepticismo, impulsado por Delgado y García, con la promesa de construir una tercera vía que no ha llegado. Al final, será una batalla a tres bandas que se definirá en las urnas.
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