Armando Guadiana, el empresario minero que busca arrebatarle Coahuila al PRI
El candidato de Morena y empresario minero busca evitar que el PRI alcance un siglo al frente del Gobierno del Estado, pero su campaña ha estado marcada por la división
El viejo del sombrero quiere gobernar Coahuila. Así se vende a sí mismo Armando Guadiana, el candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a la gubernatura del Estado norteño. Con su característico sombrero tejano en la cabeza y el paso un poco achacado por la edad, el empresario de la minería lleva semanas haciendo campaña por los municipios de la entidad con los pesos pesados del partido del presidente Andrés Manuel López Obrador. Después de haber perdido en 2017 estas mismas elecciones, Guadiana buscará el próximo domingo arrebatarle finalmente el Estado al PRI, que lleva casi un siglo gobernándolo. Su campaña, sin embargo, ha estado marcada por la división de la alianza gobernante.
Días antes de llegar a las urnas como el segundo candidato con más intención de voto, por detrás del priista Manolo Jiménez, Guadiana se paseó por Coahuila con los enviados más importantes de López Obrador en un intento por conseguir más empuje. Primero lo hizo con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López; luego con la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum; y el último fin de semana antes de cerrar la campaña con el canciller, Marcelo Ebrard. En sus mítines se respiraba un fervor por la Cuarta Transformación, un entusiasmo que no generaba el propio Guadiana. “Hubiese preferido a otro candidato, pero la mejor energía para Morena”, contaba María, una señora que se había acercado con su familia al mitin con Sheinbaum.
La sensación de María ha atravesado toda la campaña de Guadiana. En diciembre pasado, cuando se comenzaban a perfilar los candidatos a la gubernatura de Coahuila, Morena anunció que su encuesta interna había determinado que su hombre iba a ser el empresario minero. Su contrincante, el entonces subsecretario de Seguridad de López Obrador, Ricardo Mejía, que pregonaba su cercanía con el mandatario, rechazó los resultados y dijo el proceso estaba “amañado”. Al poco tiempo anunció que iría como candidato del Partido del Trabajo (PT), uno de los aliados de la coalición gobernante.
Las consecuencias de aquella estocada, sumada al golpe que dio el Partido Verde cuando anunció su apoyo a Lenin Pérez para la gubernatura, quedaron reflejadas en las encuestas. Las estimaciones comenzaron a dictar un 50% de intención de voto para el opositor Jiménez. El resto se dividía entre los otros tres, con Guadiana por detrás del representante del PRI, PAN y PRD, con un 37%; Mejía en tercer lugar con un 10% y Pérez al final con un 3%. Los malos augurios llamaron la atención de la dirigencia nacional de Morena, que logró sobre la recta final de la campaña que sus socios abandonaran tanto a Mejía como a Pérez y se declinaran en favor de Guadiana.
El señor del sombrero no tiene la popularidad ni el carisma de Jiménez, pero tiene el apoyo de la estructura de Morena. Eso no le alcanzó en las elecciones a la gubernatura de 2017, cuando apenas sacó el 11% de los votos, por detrás de los candidatos del PRI y del PAN, que en ese entonces iban separados. Mucho ha cambiado desde aquellos comicios, dice Guadiana. “Me conocían muy poco, pero ya he estado en la actividad pública bastante y, sobre todo, ha crecido nuestro movimiento”, comenta en entrevista con este periódico en un restaurante de Torreón. “La penetración de Morena en el norte ya es casi como en el centro y sur de México”, agrega. Para capitalizar el peso de su partido, el candidato ha alineado sus propuestas de campaña con el presidente, y ha lanzado ideas como aprobar una revocación del mandato en su Estado, para que la gente puede decidir a mitad de Gobierno si se queda o se va. Tal y como lo hizo López Obrador.
Minas y dinero en paraísos fiscales
Guadiana se define a sí mismo como un emprendedor y un profesionista. En su tiempo libre, le gusta cantar románticos y música regional. Pero la mayoría de tiempo trabaja, comenta durante la entrevista. Sus principales áreas de desempeño son la minería y la actividad agropecuaria. Estudió Ingeniería civil en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, y unos años más tarde, se volvió profesor de matemáticas y álgebra en esa institución, de acuerdo a su semblanza.
En el Estado se le conoce como una persona muy adinerada, que ha hecho gran parte de su riqueza con las múltiples empresas que tiene dedicadas al carbón. La declaración patrimonial que hizo ante el Instituto Electoral de Coahuila registra vínculos con 14 sociedades mercantiles. La mayoría, dedicadas al negocio del carbón, una de las principales actividades económicas en el norte del Estado. El resto de sus empresas están enfocadas a la actividad agropecuaria y al mercado inmobiliario.
La región carbonífera, donde ha nacido, es su mayor trinchera. Allí ha operado durante décadas. La organización Familia Pasta de Conchos, llamada así en referencia a la mayor tragedia minera de México, lleva años denunciándole por las malas condiciones laborales y de seguridad que tienen las minas de su familia. Entre las cosas que le endilgan hay un accidente en un pozo en septiembre de 2001, en el que murieron enterrados 12 mineros, y cuya concesión la tenía una de las empresas de Guadiana.
El candidato de Morena tiene experiencia navegando las turbulentas aguas de las noticias negativas. En julio de 2020, este periódico publicó que el entonces senador había metido cuatro de sus empresas en el directorio de posibles beneficiarios de una licitación de carbón de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Al año siguiente, en octubre de 2021, Guadiana salió en la lista de personas mexicanas que guardaban sus ahorros en paraísos fiscales, según se pudo saber gracias a la investigación de los Papeles de Pandora.
El político había abierto en 2007 un fideicomiso en las Islas Vírgenes Británicas llamado The Hawaii Trust, que tenía un depósito inicial de 250.000 dólares. Guadiana era el único beneficiario de ese dinero hasta su muerte, momento en el cual sus cuatro hijos pasaban a ser beneficiarios en partes iguales. En entrevista con los autores de la investigación, el candidato reconoció la creación de la estructura para un proyecto minero en Colombia, pero aseguró que finalmente no había invertido en ella. Aunque en los documentos realizados con el agente financiero dijo tener un patrimonio de 28 millones de dólares, ese monto no aparecía en su declaración patrimonial como senador (2018-2022). De acuerdo a su versión, fue por un “error” de sus contadores. “Me atonté en el asunto de la Declaranet”, dijo en aquel momento.
El candidato ya no guarda su dinero fuera de México, asegura en entrevista. No porque no quiera, sino porque ha alcanzado la calificación de “persona políticamente expuesta”, una categoría que ponen los bancos de acuerdo a la exposición de los clientes y que puede dificultar la atención. “Tenía una cuenta en dólares en un banco que se llama International Bank of Commerce (IBC) que abrí hace más de 40 años. Hace un año y medio me mandaron un oficio desde Laredo, Texas, que me la iban a cancelar y que dónde me mandaban el dinero que tenía ahí, unos 10.000 o 15.000 dólares”, relata. “Les hablé por teléfono, ¿por qué me cancelan la cuenta? ¿Qué les debo, qué mal hice?”. Más tarde se enteró de que era porque había obtenido esa calificación.
De los 28 millones de dólares que declaró alguna vez en un paraíso fiscal, tampoco hay rastro en su declaración ante el Instituto Electoral de Coahuila para estos comicios. Aunque sí ha admitido ser dueño de 10 propiedades, todas ubicadas en su Estado, excepto una que está en Zacatecas. Además, ha reconocido tener un salario mensual de 2,7 millones de pesos, mayoritariamente por servicios profesionales, consultorías y asesorías. Un sueldo mucho más alto de lo que gana el presidente de México.
Uno de los ejes de la campaña de Guadiana ha sido poner en orden las finanzas del Estado. De ganar, el candidato ha prometido aclarar lo sucedido con la megadeuda adquirida de manera irregular durante la Administración de Humberto Moreira (2005-2011) por casi 36.000 millones de pesos. El viejo del sombrero, antiguo compañero de partido de aquellos que hoy critica, está convencido de que el hartazgo por la corrupción en la entidad será el factor determinante el próximo domingo. En el saco de los corruptos, pone a toda la cúpula priista estatal, encabezada por los hermanos Moreira —Humberto y Rubén, ambos exgobernadores—. Él no está dentro de ese saco, asegura. “De cada 100 políticos, 80 se pueden tirar a la basura. Y nos quedamos 20″.
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