La sombra de Salgado Macedonio y la desconfianza en el sistema de conteo marcan la votación en Guerrero

La sensación de desconfianza ha ido en aumento en Guerrero antes de la decisiva jornada de este domingo. En la jornada previa, el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC) estatal ha declarado fallos en el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) que permite dar a conocer una estimación de las votaciones al término de la jornada electoral. Los problemas con el cómputo de votos han caldeado los ánimos y desatado acusaciones de opacidad, mientras la carrera por la gubernatura se ha cerrado en las últimas semanas. Estas elecciones en Guerrero han sido atípicas desde su comienzo y han roto los esquemas preconcebidos sobre cómo funcionaba la política en el Estado. Morena, un partido que en la elección pasada no existía, es el favorito pese a que se vio obligado a cambiar de candidato un mes antes de las votaciones. Félix Salgado Macedonio, denunciado por violación y sacado de la contienda por irregularidades en su gastos de precampaña, cedió la candidatura a su hija Evelyn Salgado Pineda, que aspira a convertirse en la primera gobernadora del Estado en 172 años.

Aunque el Instituto Nacional Electoral (INE) ha aclarado que pondrá los resultados del conteo rápido sobre las tendencias de la elección a la gubernatura a disposición de los Organismos Públicos Locales (OPL) y el instituto electoral local — encargados de organizar la elección —, el anuncio ha generado malestar en los partidos políticos, pero sobre todo en los electores. “Estamos hasta acá de esta gente corrupta”, dice el dueño de 75 años de una tienda de abarrotes cerca de la Plaza Cívica de Chilpancingo y se pasa el dedo índice de la mano por la frente, trazando una línea de lado a lado que indica hartazgo. “Nunca ha sido confiable el INE. López Obrador ganó tres veces y nunca le reconocieron que había ganado”, agrega el señor que prefiere no dar su nombre.

A la espera de que llegue el domingo, el ambiente se percibe tenso, similar a los nubarrones que han empezado a descargar sobre la capital del Estado. En el mismo lugar donde José María Morelos organizó el primer Congreso Constituyente de México en 1813, la enfermera Elizabeth Gómez, de 28 años, originaria del municipio de Quelchultenango, dice que no será fácil elegir candidatos y prefiere no votar en bloque por ningún partido. “No hay que dejarse llevar por el color, sino investigar la trayectoria de cada persona y ver si lo ha hecho bien”, señala la mujer.

El PRI y el PRD, rivales históricos, se presentan juntos en una coalición insólita hasta ahora, encabezada por Mario Moreno Arcos, veterano priista, exalcalde de Chilpancingo y exsecretario de Desarrollo Social del actual Gobierno de Héctor Astudillo. La historia de Guerrero no podría entenderse sin el control que ambos partidos han tenido del territorio desde hace décadas. Al gobierno ininterrumpido del PRI durante 75 años (1930- 2005), le tomó el relevo el PRD, otros 10 (2005- 2015). Finalmente, Héctor Astudillo devolvió el control del Estado al PRI en las elecciones de 2015.

Tanto el PRI como el PRD poseen grandes áreas de control e influencia política en todo el Estado, apuntaladas por una fuerte estructura de voto que en 2018 se vio debilitada por el voto masivo que obtuvo López Obrador en la región. El efecto arrastre del presidente en estas elecciones intermedias y la herida abierta que marcan la pobreza y la violencia en el Estado, podrían contribuir a que Morena le arrebate la candidatura a sus dueños históricos pese a todo. Con la intención de arañar todos los puntos posibles, la candidata del PAN, Irma Lilia Garzón, declinó en favor del aspirante del PRI-PRD la semana pasada.

Las elecciones llegan a un día de la votación con saldo blanco comparadas con la campaña de 2018, en la que al menos 13 candidatos fueron asesinados, principalmente a manos del crimen organizado. Algunos periodistas locales apuntan a que la pax mafiosa que se respira en Guerrero tiene que ver con las nuevas alianzas entre partidos que antes eran rivales. “Vamos a ver un escenario muy complicado porque estamos en una elección en la que el partido oficial se alió con el PRD y esa alianza hizo evidente que el crimen organizado tiene una dimensión política y una unión muy clara con los partidos políticos”, señala Marlén Castro, coordinadora del medio digital Amapola, especializado en retratar diferentes dimensiones de la violencia en el Estado.

Esta tranquilidad atípica en uno de los Estados más violentos del país ha quedado disuelta por momentos con algunos ataques a candidatos, como el atentado que sufrió el candidato de Fuerza por México José Alberto El Güero Alonso en Acapulco y la balacera que se desató durante un mitin del aspirante de Movimiento Ciudadano en Cocula. México recordará estos comicios como unos de los más violentos de su historia, donde al menos 35 candidatos han sido asesinados entre septiembre y mayo.

El gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, se ha comprometido a proteger el proceso electoral con un dispositivo de seguridad conjunto en el que participarán el Ejército, la Marina, la Guardia Nacional y algunas corporaciones municipales de policía. Todo con el objetivo de que la votación discurra sin contratiempos. En total se instalarán 5.013 casillas para la elección federal y otras 5.012 para la estatal para que los ciudadanos puedan elegir a más de 3.000 cargos en todos los niveles. Más de dos millones y medio de ciudadanos podrán votar en estas atípicas elecciones para decidir el futuro de uno de los Estados más complejos y con más conflictos abiertos de México. Quedan escasas horas para la cita con las urnas.

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