Un asesinato a tiros en un centro comercial de Polanco vuelve a estremecer Ciudad de México
Dos sicarios acribillan a Jesús ‘Chucho’ Pérez, exrepresentante del músico Gerardo Ortiz ligado al CJNG, en un restaurante de plaza Miyana. Los acompañantes de la víctima han huido
Tres hombres y una mujer comen en El Bajío. Es la tarde de un miércoles de diciembre en el centro comercial Miyana. Afuera, Polanco, uno de los barrios más exclusivos de Ciudad de México, residencia de empresarios, políticos, diplomáticos y turistas de dinero. Otros dos hombres entran al restaurante. Uno de ellos se tapa la cabeza con un casco de motorista. Se acercan a la mesa y descerrajan una decena de balazos contra uno de los comensales. Escapan del lugar. Los acompañantes del hombre acribillado también huyen. Lo dejan allí, desangrándose.
Para cuando los policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) llegan al restaurante, la víctima ya se ha desangrado. En su jerga, dicen que “observan visibles manchas hemáticas”. Llaman a los servicios de emergencia, que solo pueden certificar su muerte. Hay al menos 10 casquillos de nueve milímetros tirados por el suelo. Tiene un disparo en la cabeza.
Un día después, la SSC ha identificado a la víctima como Jesús Chucho Pérez Alvear, exrepresentante de los populares intérpretes de música regional mexicana Gerardo Ortiz y Julión Álvarez. Pérez Alvear estaba ligado al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), para el que presuntamente lavaba dinero aprovechándose de su puesto en la discográfica Del Récords, según acusaciones del CEO de la compañía, José Ángel del Villar, el presidente financiero de la empresa, Luca Scalisi, y la subsidiaria Del Entertainment, en declaraciones recogidas por Milenio.
De acuerdo con ese medio, Chucho también había llegado a un acuerdo con Estados Unidos para declararse culpable por sus vínculos económicos con el narcotráfico, después de que el Departamento del Tesoro estadounidense lo identificara como un operador económico del CJNG.
La Fiscalía estatal ya ha asumido el caso: las investigaciones, por el momento, se centran en analizar las múltiples cámaras de seguridad del centro comercial y “de las avenidas aledañas para la identificación de los probables responsables y los acompañantes del occiso [muerto]”. Se desconoce, por el momento, la identidad tanto de los asesinos como de los acompañantes huidos de Chucho.
El asesinato ha vuelto a estremecer la capital. El mensaje que queda en el aire: ni siquiera los barrios burgueses están a salvo de la violencia. Al menos 684 personas fueron asesinadas en Ciudad de México entre enero y octubre, cuando el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública difundió la última actualización de los datos.
No todos los homicidios, sin embargo, son igual de mediáticos, y un tiroteo en pleno día en el barrio rico por excelencia de la ciudad hace más ruido que su equivalente en una colonia popular. Las palabras “Polanco” y “Miyana” se han convertido en tendencia en la red social X, antes Twitter, alimentadas por la jugosa identidad de la víctima y sus vínculos con el mundo de los famosos.
Tanto ruido ha hecho el asesinato que incluso la Embajada de Estados Unidos en México ha emitido una alerta a sus ciudadanos en el país en la que les indica que tengan cuidado y eviten Polanco “si es posible”, uno de los barrios que suele recibir más estadounidenses. “La Embajada de EE UU recuerda que la recomendación de viaje del Departamento de Estado para la Ciudad de México está clasificada como Nivel 2: extreme las precauciones debido a la delincuencia”.
Entre otras recomendaciones, la Embajada insta a “ser consciente de lo que te rodea”, mantener “un alto nivel de vigilancia y pasar desapercibido”, seguir la información de la prensa mexicana, “revisar los planes de seguridad personal y seguir las instrucciones de las autoridades locales” o “llamar al 911 si necesita ayuda de emergencia”.
En los últimos meses, los recordatorios de la violencia que sufre el resto del país han vuelto a llamar a las puertas de la capital. La ciudad tiende a olvidarse de la crisis de inseguridad, refugiada en la ilusión de una suerte de burbuja, al menos, en sus colonias más céntricas y adineradas. La realidad, de tanto en tanto, rompe ese espejismo.
El 17 de octubre, Diana Sánchez Barrios, diputada suplente del PRI en el Congreso local, autodeclarada activista trans, acusada de vinculación con el grupo criminal Unión Tepito y lideresa de los comerciantes del centro de la ciudad, un rol polémico que suele moverse entre las fronteras de la legalidad, sufrió un atentado en el Centro Histórico. Un sicario disparó por la espalda a ella y a sus acompañantes y huyó a plena luz del día en una moto cuyo conductor esperaba en la esquina.
Sobrevivió de milagro, pero sus dos acompañantes fallecieron en el hospital. Ese mismo día, la abogada penalista Oralia Pérez Garduño conducía su camioneta por el Viaducto Miguel Alemán, entre la Roma Sur y la Narvarte, cuando una moto se puso a su altura y uno de los pasajeros la acribilló a balazos. Fueron dos sucesos violentos de alto impacto en zonas céntricas y relativamente seguras con apenas horas de diferencia. Un mes antes, Polanco ya registró el asesinato de un presunto narcotraficante entre las calles de Oliver Goldsmith y Charles Dickens.
Hace más de un año, un robo en Antara, el centro comercial que hay cruzando la calle desde Miyana, ya colocó a Polanco en el mapa de la violencia de la capital. Cuatro ladrones reventaron a hachazos el escaparate de una joyería a las 19.45 de un lunes, con las tiendas todavía rebosantes de clientes, y huyeron de allí con relojes valorados en 1,8 millones de pesos (más de 100.000 dólares). Ahora, un nuevo crimen deja a las claras que la inseguridad sigue siendo una asignatura pendiente incluso en los barrios ricos.
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