El largo camino a casa de un manuscrito robado de Hernán Cortés
El FBI detalla en exclusiva para EL PAÍS cómo recuperó un documento de hace casi 500 años, que regresará a México este mes después de desaparecer hace tres décadas
De Ciudad de México al Museo de los Tesoros del Mundo en Wichita (Kansas), de una casa de subastas en Los Ángeles a una bodega en New Hampshire y de las oficinas del FBI en Boston inminentemente de vuelta a la capital mexicana. Ese ha sido el largo peregrinaje de un manuscrito del conquistador español Hernán Cortés que data de 1527 y que fue robado al Archivo General del país latinoamericano a principios de los años noventa. Está previsto que regrese a casa este mismo mes, tras la intervención de las autoridades en ambos lados de la frontera, el análisis de especialistas en documentos antiguos y una denuncia in extremis que impidió que el pedazo de papel volviera a cambiar de manos. “El robo y tráfico de antigüedades es un problema mundial”, afirma la agente Kristin Koch, en la primera entrevista que da el FBI sobre el caso. “Los criminales siempre encontrarán un mercado y venderán cualquier cosa a la que le puedan poner las manos encima”, agrega.
El documento mide apenas 21,5 por 15 centímetros. Se trata de una orden de pago entregada por Hernán Cortés a su mayordomo, Nicolás de Palacios Rubios, para que comprara el equivalente a 12 pesos de oro de “azúcar rosado”, posiblemente durante una expedición en el actual territorio de Honduras. En la parte frontal están las instrucciones de compra en español antiguo y en el reverso, la confirmación del dueño de una botica, maestre Francisco, de que recibió el pago.
“Ressebi yo maestre Francisco de vos Palaçios Rubios los doce pesos de oro en esta otra parte contenidas y son por el açucar rosado oy por bos dado, lo firme de mi nombre, oy 13 de mayo 1527 años”, se lee en la parte trasera. El documento, de tinta ferrogálica sobre papel de algodón, se esfumó sin dejar rastro del Archivo General de México y los trabajadores se dieron cuenta del robo cuando estaban haciendo un respaldo del expediente del que formaba parte en microfilm. Así se pudo determinar la fecha aproximada del hurto: octubre de 1993 o antes.
Averiguar el destino del manuscrito parecía tan complicado como buscar una aguja en un pajar. No hubo pistas hasta décadas más tarde. A finales de mayo del año pasado, un investigador advirtió al jefe del Archivo de que había visto un objeto en subasta que le había llamado la atención. La orden de la dirección fue recuperar el documento a como diera lugar. Los trabajadores mexicanos contaron a EL PAÍS que fue una misión contra el tiempo porque la subasta iba a cerrar el 15 de junio de 2022. “Orden de pago increíblemente rara para comprar azúcar rosado, firmada por el conquistador Cortés”, reseñó la subastadora RR Auction de Boston. Una semana antes de que terminara, el manuscrito ya había recibido 22 pujas y el precio de oferta era de más de 18.600 dólares.
El equipo del Archivo General de México llamó por teléfono a una línea de denuncia del FBI el 6 de junio de 2022, diez días antes de que concluyera la subasta. “Recibimos cientos de denuncias a diario”, explica Koch. El agregado jurídico de la Embajada de Estados Unidos canalizó la llamada a la Unidad de Arte y Crimen del Buró Federal de Investigaciones, un grupo especializado que se encarga de investigar delitos como el robo a museos, el tráfico de patrimonio o la falsificación de bienes culturales. “Las autoridades mexicanas nos volvieron a llamar con más información sobre el documento y los motivos que tenían para creer que se trataba del manuscrito que les habían robado y gracias a eso, pudimos abrir una investigación”, agrega la agente, con casi 20 años de experiencia en esa unidad.
Después de iniciar las pesquisas, Koch se puso en contacto con la subastadora, que accedió a retirar el artículo de su página web hasta que se aclarara la situación. La información que había llegado desde México les permitió obtener una orden de incautación y los agentes estadounidenses empezaron a indagar sobre el manuscrito. “Queríamos saber cómo este documento había terminado en Estados Unidos”, apunta Koch.
Pero era como armar un rompecabezas, porque había pasado mucho tiempo desde el robo y había poca documentación en manos de las subastadoras que lo tuvieron en su poder durante años. “En este tipo de casos, rastrear la procedencia de los artículos se vuelve muy desafiante, porque a medida que pasa más tiempo, es más difícil encontrar a personas que tengan buenos registros sobre los objetos y que los conserven”, agrega.
El FBI limitó sus comentarios sobre los detalles específicos del caso, pero documentos judiciales en poder de este diario arrojan luz sobre qué pasó con el manuscrito durante los 30 años que estuvo fuera del radar. Después de que el papel fuera arrancado de un fondo documental del Archivo General de México, una persona identificada por las iniciales J. K. lo compró en una subasta a principios de los noventa en Estados Unidos. J. K. lo integró a su colección privada y lo prestó al Museo de los Tesoros del Mundo en Wichita, que él mismo había fundado. Estuvo exhibido durante 20 años en esa ciudad de Kansas.
Después de la muerte del nuevo dueño, su familia dio en consignación el artículo y volvió a ser subastado en Los Ángeles por la casa Goldberg Coins and Collectibles, donde fue adquirido en 2019 por otra persona, identificada como R. N. El comprador se lo llevó a su casa en Florida y fue quien entregó el papel el año pasado a RR Auction, la subastadora con sede en Massachussets, para que fuera comprado al mejor postor. El papel fue trasladado a una bodega en New Hampshire hasta que fuera vendido.
Antes, la orden de pago y otros archivos permanecieron guardados durante cuatro siglos en el Hospital de Jesús, el más antiguo de América y fundado por el propio Cortés en la avenida 20 de noviembre de Ciudad de México, en el mismo sitio donde se cree que el conquistador español se reunió por primera vez con el tlatoani Moctezuma Xocoyotzin, en 1519. En 1929, todos los documentos que se encontraban en el sitio fueron declarados patrimonio del Estado mexicano. “Típicamente, lo que yo he visto que pasa con obras de arte o antigüedades es que pueden pasar por muchas manos a lo largo de los años después de ser robadas y muchas veces esto pasa porque se comercian en ventas privadas, que a menudo no se anuncian en internet, lo que hace que las transacciones no sean visibles para las autoridades o el público en general”, comenta Koch.
“Por lo general, las personas se sorprenden cuando se enteran de que los artículos que tienen son robados y muchas veces, cuando se dan cuenta del valor cultural que tienen para los países de origen o los dueños originales, están dispuestos a desprenderse del objeto y desisten de pelear para conservarlo”, señala la agente. Cuando hay razones suficientes para pensar que se trata de un robo, las autoridades intentan primero que la devolución o la decisión de no subastarlo sea voluntaria.
Ese fue el caso con el manuscrito de Cortés, que fue retirado del catálogo antes de que hubiera una orden judicial. “No suelen estar felices por el hecho de perder dinero, pero están dispuestos a dejar que estos documentos regresen donde realmente pertenecen”, agrega. La autenticación del documento incluyó pruebas científicas y el trabajo conjunto de peritos, funcionarios, agentes policiales y diplomáticos para sortear los trámites de repatriación.
“Lo que fue estupendo de este caso fue la cooperación entre los Gobiernos de Estados Unidos y de México, al darnos toda la información para que nosotros pudiéramos actuar y que el caso tuviera un desenlace positivo”, afirma Koch. Tras varios meses de espera, está previsto que el manuscrito sea entregado en una ceremonia en Ciudad de México, a falta del anuncio oficial.
“Constantemente, estamos recibiendo pistas y avisos sobre patrimonio cultural robado de todo el mundo, incluyendo de México”, dice la agente y espera que el caso se traduzca en nuevas investigaciones y esfuerzos por devolver más tesoros a sus dueños originales. El país latinoamericano ha logrado la repatriación de más de 11.500 objetos con valor histórico en los últimos cinco años, incluidos 16 documentos cortesianos que iban a ser subastados en Nueva York y que fueron devueltos el año pasado.
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