Dos militares condenados por el asesinato de la trabajadora sexual trans ‘La soñaré'
Más de 23 años de cárcel para los culpables del crimen de Naomi Nicole en la Ciudad de México. La condena, segunda de su tipo en el país, asienta un precedente contra la impunidad de los transfeminicidios
Con una sonrisa de triunfo, este miércoles, 3 de agosto, la activista trans Kenya Cuevas se convirtió en la vocera de una alentadora noticia para la comunidad LGBT+ y el avance de los derechos humanos en México: los dos acusados del homicidio de Noemi Nicole, para quienes el juez había solicitado prisión preventiva, fueron declarados culpables y deberán cumplir una condena de 23 años y nueve meses de prisión. Una sentencia referente para la justicia del colectivo que, hasta la actualidad, solo había conseguido una condena similar por el crimen contra una mujer trans en el estado de Morelos dos años atrás.
Como informaba Cuevas a los medios que la esperaban a su salida de los Juzgados del Reclusorio Preventivo Varonil Sur de la Ciudad de México, dependencia donde se llevó a cabo la séptima y última audiencia del proceso judicial, “esta es la primera sentencia con perspectiva de género y respeto a la identidad de una mujer trans en la Ciudad de México. Un ejemplo para buscar justicia en tantos casos que siguen impunes en todo el país”
Naomi Nicole, conocida como La Soñaré y originaria de Veracruz, fue asesinada en la colonia Guerrero en la madrugada del 24 de marzo del 2020, después de prestar sus servicios sexuales a José Luis Saturnino Chávez y Aristóteles Alan Ramírez Rodea, ambos cabos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Tras un forcejeo con la víctima, el primero de los soldados acabó de un disparo con la vida de La Soñaré y los militares se dieron a la fuga, abandonando el cuerpo sin vida. Serían arrestados después por una patrulla de la policía, cuando el coche se estrelló por exceso de velocidad contra la Glorieta de la Palma.
Al ser notificada del suceso por compañeras de la víctima, Cuevas se acercó a reconocer el cuerpo de la trabajadora sexual en el Instituto de Ciencias Forenses (INCIFO) y se hizo responsable del caso a nivel judicial. “La contraparte quería desacreditar mi calidad como víctima indirecta, pero el juez sí me la reconoció”, expuso Cuevas, quien será indemnizada con cinco años de salario mínimo. “Un dinero que voy a repartir con la mamá de Naomi y la Casa Tiresias”, comentó la activista, haciendo referencia a la asociación por la defensa de la lucha por los derechos LGBT+ que dirige y que fundó tras el asesinato de su amiga Paola.
La declaración de la testigo protegida: clave para la sentencia condenatoria
El alegato clave para el fallo condenatorio lo ha constituido la declaración de la testigo directa y amiga de la víctima, quien en el momento del crimen se encontraba escondida tras un coche y pudo observar con detalle el crimen. “Su testimonio ha sido fundamental para ganar el caso”, asegura Cuevas, quien la ha acompañado en todo el proceso. Durante su audiencia, la testigo protegida reveló cómo antes de apretar el gatillo, el cabo Saturnino se había dirigido a su víctima para gritarle que la iba “a matar por marica”, prueba que permitió determinar un acto por transfobia.
Aunque desde el inicio del caso Cuevas había solicitado que la carpeta se reclasificara como transfeminicidio —tipificación que todavía no existe en ningún Estado del país— y la Fiscalía General de Justicia le había asegurado poner a lo largo del período de investigación complementaria el proceso en marcha, la sentencia se determinó finalmente por homicidio. No obstante, la identidad trans de la víctima, así como la de la testigo protegida, fueron reconocidas durante todas las audiencias llevadas a cabo.
“Eso ya es un gran logro, también que el juez reconociera que fue un crimen de odio. Naomi ha logrado una justicia con perspectiva de género y de derechos humanos”, ha comentado la activista, tras salir de la sala. El fallo del magistrado también reconoció la condición de persona perteneciente a la comunidad LGBT, migrante y trabajadora sexual como parte del cuadro de extrema vulnerabilidad en que se encontraba la víctima. Según la directora de Casa de las Muñecas Tiresias, la forma en que se argumentó la sentencia “es ejemplar, visibilizando que las mujeres trans no estamos solas”. Pero no está de acuerdo con la condena. “Solicitamos 50 años y no les dieron ni la mitad. Así que vamos a apelar por una más alta”, ha anunciado.
“A mí también se me hacen muy poquitos años para lo que hicieron, ¡pero estoy muy feliz porque logramos encerrarlos!”, ha manifestado Rosy, al enterarse de la noticia. La testigo protegida sostenía una profunda amistad con la víctima. “Ahora sé que todo ha valido la pena y ya puedo empezar a tratar de buscar esa paz que me arrebataron cuando le arrancaron ese último aliento a mi amiga. Solo puedo pensar en si nos estará viendo desde algún lado orgullosa”, ha reconocido entre sollozos al otro lado del teléfono.
“El de La Soñaré es un caso muy relevante y un precedente en la protección de nuestras vidas”, destaca Cuevas, quien comenzó su activismo a raíz del asesinato de su amiga a manos de un cliente en el 2016 y cuenta con una larga trayectoria en la defensa de los derechos humanos de mujeres trans y trabajadoras sexuales.
“Por primera vez salgo muy contenta de la audiencia, y siempre salgo enojada de ellas”, ha declarado Cuevas, nada más abandonar la sala del juicio. Y, aunque esta vez no llegó a pronunciar su consigna favorita ante los ataques de odio—por la que es reconocida en las conferencias a las que es invitada, en las manifestaciones que convoca o en las entrevistas que ofrece… —, quienes la esperaban afuera de los juzgados, fueron testigos de cómo su misiva tan repetida por fin se cumplió:
¡Nuestra venganza será ser felices!
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