El cuestionado gerente de Laguna Verde es ahora coordinador nuclear de México
La planta atómica mexicana ha vivido un año marcado por las averías; sin embargo, su responsable acaba de ocupar el nuevo cargo para supervisar sus operaciones
A pesar de los problemas registrados por la Central Nuclear Laguna Verde (CNLV) el último año, su gerente, Héctor López Villarreal, ha sido designado como coordinador corporativo nuclear, un nuevo cargo creado para cumplir una recomendación de la Asociación Mundial de Operadores Nucleares (WANO, en inglés).
Su nombramiento consta en el oficio DCA-011/2021 del 15 de septiembre, firmado por Rubén Cuevas Plancarte —director corporativo de Administración de la Comisión Federal de Electricidad (CFE)— y consultado por EL PAÍS, donde se hace constar que el funcionario ocupa el nuevo puesto desde el 1 de septiembre.
En abril, el Consejo de Administración, presidido por la secretaria de Energía (Sener), Rocío Nahle, había aprobado la instauración de esta coordinación, “que tendrá a su cargo el control de los activos de generación nuclear y estará bajo el control inmediato del director general”.
El rol de esta coordinación, en términos generales, es supervisar el estado y situación operativa de la planta, evaluar planes de mejora y examinar el cumplimiento de los estándares de calidad. Su creación fue recomendada por WANO en su evaluación bianual de 2018, con el fin de que hubiera una supervisión corporativa eficaz para mejorar la operación Laguna Verde, única central en su tipo en México.
Para Bernardo Salas, académico del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, se trata solo de un cambio de figuras, sin una transformación de fondo.
“No va a mejorar la situación. Nomás cambian los nombres. Es gente de confianza de [Manuel] Bartlett y por eso no va a salir de Laguna Verde. Va a ser el hombre fuerte en la planta”, dice Salas, a quien CFE despidió en 1996 por denunciar inseguridad en la planta.
Durante la gestión de López Villarreal, la generadora registró fallas serias, como la alerta naranja ocurrida en septiembre de 2020 durante la recarga de barras de uranio que alimentan la Unidad 1 (uno de los dos reactores de la planta). Dos meses después, en noviembre, la central entró al procedimiento de operación de emergencia por la falla de una bomba del Sistema de Agua de Servicio Nuclear, que abastece de líquido a la estación, y que elevó la temperatura del Sistema de Monitoreo del Contenedor Primario, la envoltura de concreto que rodea al reactor, a 65 grados Celsius —con el riesgo de aumento de presión y descenso del nivel de agua—, según un informe de inspección cuatrimestral consultado por EL PAÍS. La entrada en operación de una bomba del Sistema de Agua Helada del Edificio del Reactor neutralizó ese aumento.
El 20 de diciembre pasado Laguna Verde perdió la electricidad externa debido al mantenimiento erróneo de un conjunto de paneles eléctricos que ocasionó un apagón del transformador auxiliar T11, que regula la corriente del sistema eléctrico hacia dentro y fuera de la central nuclear. El descuido provocó la aceleración de una de las fuentes vitales de suministro eléctrico de la planta —el autotransformador eléctrico AT3—, lo que llevó a que cayera nuevamente en alerta naranja.
Un mes después, la nucleoeléctrica padeció una situación similar por la fuga de diésel en uno de los tres generadores de emergencia que posee, el respaldo en caso de pérdida de fluido externo.
Hasta agosto, uno de los reactores (la Unidad 2), estaba cerca de igualar el registro de sucesos que afectan la operación de la planta ocurridos en 2020 —12 contra 13—, mientras que la Unidad 1 ha registrado 12 sucesos de este tipo el año pasado, y ya llevaba ocho hasta ese mes, según datos obtenidos por acceso a la información pública.
Si bien la administración actual arrastra los desperfectos de Laguna Verde desde el gobierno anterior, su gestión ha agravado la situación. Un grupo interno formado por decenas de trabajadores inconformes de la planta responsabilizan a López Villarreal de los problemas suscitados en Laguna Verde, a la cual la Secretaría de Energía le extendió la licencia de operación en julio de 2020, durante la pandemia, por otros 30 años.
CFE, que no ha respondido a las consultas por teléfono y vía correo electrónico realizadas por EL PAÍS respecto de esta situación, se propuso tener para 2021 “un desempeño de excelencia” y situarse en el mejor cuartil de las plantas evaluadas por WANO, metas que bajo la óptica de los resultados mostrados aún permanecen lejanos.
Nombramiento polémico
Desde abril de 2020, CFE enfrenta una demanda presentada ante un juzgado federal de Veracruz por el físico matemático Bernardo Salas a raíz del nombramiento de López Villarreal en la gerencia de Laguna Verde, cargo que ocupó desde abril de ese año. Es el tercer funcionario en fungir en esa posición desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia en diciembre de 2018. La pandemia ha aletargado los trámites judiciales.
Ingeniero mecánico electricista por la pública Universidad Autónoma de Nuevo León, López Villarreal ingresó a CFE en 1966 como jefe de turno en el área de plantas termoeléctricas. En 1977 pasó a ingeniería de diseño de la CNLV, donde fue superintendente general entre 1980 y 1984, cuando presuntamente participó en las pruebas preoperativas de la generadora (uno de los requisitos para ser gerente).
Pero, según consta en el expediente de su nombramiento como gerente de Laguna Verde —al que EL PAÍS accedió vía solicitud de información pública—, López Villarreal no tuvo ninguna relación con la central nuclear durante las pruebas preoperativas que se realizaron de 1988 a 1990. Su actividad dentro de la CFE estaba relacionada con la generación termoeléctrica y figura que salió de CFE en 1989 para dedicarse a la asesoría de empresas. Regresó a la empresa estatal en 2018, cuando asumió la Coordinación de Generación Termoeléctrica. De acuerdo con el mismo expediente, el funcionario tomó siete cursos sobre cultura de seguridad, entrenamiento para directivos, mandos medios y superiores; protección ambiental; políticas y procedimientos administrativos; seguridad y normativa nuclear; fundamentos de garantía de calidad; en el tiempo récord de una semana a finales de abril de 2020.
“A nosotros nos toma semanas aprobar los cursos y él los pasó en una semana”, dijo a EL PAÍS uno de los empleados de la central, que pidió mantener su anonimato por seguridad.
Ante el juez encargado de caso, Salas subrayó que, al ser una planta de tecnología estadounidense —General Electric diseñó los reactores de agua en ebullición que operan en Laguna Verde—, López Villarreal “debe cumplir con las normas de la comisión reguladora de Estados Unidos y debe demostrar que las cumple”.
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