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El ‘quién es quién’ de López Obrador o la nueva ofensiva contra la prensa

El presidente ensaya su futuro espacio dedicado a señalar y exponer periodistas acusando a un medio nacional de “pertenecer al hampa del periodismo”.

David Marcial Pérez
El Presidente de México Andrés Manuel López Obrador durante su conferencia matutina
El Presidente de México Andrés Manuel López Obrador durante su conferencia matutina, en septiembre de 2020.Presidencia de México (EFE)

Vuelta de tuerca en la ofensiva contra la prensa. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador dedicará un día a la semana a señalar y exponer en público noticias y periodistas. Un nuevo altavoz desde el que intervenir y modelar el debate público con aún más intensidad redoblando la batalla cultural y el enfrentamiento cuerpo a cuerpo con sus adversarios. López Obrador suele repetir que ningún otro presidente mexicano ha sido más atacado que él y dedica buena parte de sus conferencias de prensa matutinas a devolver lo que considera golpes bajos, mentiras, torpedos de una guerra sucia orquestada por periódicos y columnistas, a los que acostumbra a señalar con nombre y apellidos. Ahora prepara más artillería con un espacio dedicado en exclusiva al intercambio de golpes. “Vamos a hacer un quién es quién de las mentiras de la semana para combatir las falsas noticias. Para contrarrestar toda la manipulación de los medios convencionales”, anunció este miércoles durante su rueda de prensa diaria.

Sin arrancar oficialmente, López Obrador aprovechó su conferencia matutina del día siguiente para ensayar su proyecto. A propósito de una información del diario Universal que apunta a un supuesto espionaje a periodistas por parte del Gobierno, el presidente cargó contra el medio de comunicación. “Es falso, descartado totalmente. Este periódico se dedica a difamar y pertenece al hampa del periodismo. Por eso vamos a tener esta sección de quién es quién en las mentiras de la semana”, apuntó el jueves desde su tribuna, además de deslizar otra crítica más general: “Se ponen todos de acuerdo para cuestionar al gobierno sin pruebas”.

El formato aún está por concretar, pero tanto las maneras como el tono —”aquí los vamos a estar exponiendo”— recuerdan a la ofensiva contra la prensa de Rafael Correa. Durante su último mandato, el expresidente de Ecuador fue concentrando su espacio televisivo semanal, conocido como las sabatinas, cada vez más a desmentidos y ataques personales a periodistas, sobre todo, columnistas de opinión. Con secciones fijas como La amargura o La cantinflada de la semana el patrón era recuperar una intervención de un periodista y pasarla una y otra vez para escarnio público. De fondo, una locución iba explicando la verdad oficial y poniendo en duda la profesionalidad del periodista. Solían aparecer también la foto del aludido, resaltada con un círculo rojo. Y para rematar, aparecía un sello estampado sobre el rostro del periodista: “mentira comprobada” o “mala fe”.

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La presión del correismo sobre los medios, que derivó en más de 400 sanciones a las empresas de comunicación, que el mandatario consideraba abiertamente parte de la oposición, fue criticada por organismos internacionales en defensa de la libertad de prensa. La estrategia polarizadora de López Obrador no ha llegado desde luego a ese extremo, pero cada vez son más voces las que denuncian un incremento del asedio contra las opiniones disidentes en México por parte del Gobierno. El año pasado, un amplio grupo de intelectuales, científicos, escritores y periodistas reunió más de 600 firmas en defensa de la libertad de opinión.

La respuesta del presidente fue calificarlos de “intelectuales orgánicos”, que guardaron silencio durante las “atrocidades del régimen liberal.” López Obrador insiste en que su Gobierno nunca ha presionado a un medio para reprimir o despedir a un periodista incómodo, y ha señalado a menudo el polémico despido de la radio de Carmen Aristegui durante el mandado del Enrique Peña Nieto. Entre las críticas menos gruesas y más aterrizadas a la estrategia de Morena, suele subrayarse también el hecho de que López Obrador obvia la asimetría en el intercambio de golpes. Es decir, cuando el presidente de México señala a un periodista provoca una reacción en cadena masiva y en diferentes ámbitos.

Violencia y desamparo para la prensa en México

Organizaciones civiles como Articulo 19 han denunciado un incremento exponencial de los ataques a la prensa por parte de servidores públicos y autoridades, trazando una correa de transmisión con las invectivas presidenciales. “Hemos visto cómo las intimidaciones y campañas de desprestigio empiezan en las conferencias mañaneras del presidente y se replican por otros miembros de su Gobierno o en los estados y municipios”, apuntó el año pasado Leopoldo Maldonado, director de la organización internacional. La división mexicana de Artículo 19 registró en 2020 un ataque contra la prensa cada 11 horas. Mientras que Reporteros sin Fronteras situó el año pasado a México como el país más letal del mundo para la prensa, con al menos 19 periodistas asesinados y un récord de agresiones.

El clima generalizado de violencia y desamparo para el oficio, en especial periodistas independientes o de pequeños medios de las zonas rurales y olvidadas de México, convierte en aún más sensible la propuesta del presidente. “Vamos a hacer un quién es quién de las mentiras de la semana para combatir las falsas noticias. Hay algunos que van a sacar primeros lugares, medallas de oro siempre, pero aquí los vamos a estar exponiendo”, anunció este miércoles. López Obrador ha defendido su propuesta como especie de contrapeso desde el púlpito presidencial: “Servirá para aclarar e informar porque hay quienes se tragan todo eso”.

Como ejemplo, López Obrador recordó este miércoles un caso reciente. Un mensaje en Twitter afirmó que uno de los hijos del presidente había comprado el equipo de futbol capitalino Cruz Azul. La información fue recogida por el medio televisivo Grupo Imagen. En su rueda de prensa señaló al propietario, Olegario Vázquez Aldair, un poderoso empresario con el que López Obrador ha tenido repetidos encontronazos. “La calumnia cuando no mancha tizna, esa es una máxima del hampa del periodismo, pero ¿cuánta gente se queda con eso? El conservadurismo tiene como doctrina la hipocresía”.

Desde su llegada al poder, la relación de López Obrador con los medios ha atravesado picos y valles, pero ha estado marcada por la tensión. Comenzó criticando al periódico Reforma, al que sistemáticamente descalifica por “conservador”. Pero también ha extendido sus ataques a medios tradicionales de la izquierda mexicana, como Proceso, que mantuvieron posiciones críticas y sacaron adelante relevantes investigaciones periodísticas durante las Administraciones anteriores del PRI y del PAN.

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Sobre la firma

David Marcial Pérez
Reportero en la oficina de Ciudad de México. Está especializado en temas políticos, económicos y culturales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en El País. Antes trabajó en Cinco Días y Cadena Ser. Es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y máster en periodismo de El País y en Literatura Comparada por la UNED.

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