El fuerte viento en el Valle de México provoca una ola de contaminación
La autoridad ambiental declaró el domingo la calidad del aire como “extremadamente mala” y los picos continuarán durante la semana. El Gobierno descarta de momento declarar la alerta ambiental
Llegó la primavera y con ella la contaminación. La falta de lluvia y los fuertes vientos han provocado una nueva ola de polución ambiental en el Valle de México. El frente frío que entró el sábado por el sudeste cruzó el centro del país sin convertirse aún en lluvia. Las rachas de viento, que alcanzaron los 60 kilómetros por hora, al mezclarse con el aire caliente del valle provocaron densas tolvaneras, las tormentas de arena que levantan a su paso partículas de polvo, cenizas, hollín, partículas metálicas o cemento. La autoridad ambiental de la capital declaró la calidad el aire como “extremadamente mala”. La concentración de partículas bajó durante este lunes, pero se prevén nuevos picos de contaminación a lo largo de la semana.
La Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) recomendó reducir las actividades y el ejercicio físico en espacios exteriores, así como extremar la precaución ante la falta de visibilidad provocada por las cortinas de arena. El coordinador ejecutivo de la CAMe, Víctor Hugo Páramo Figueroa, descartó este lunes por el momento la declaración de la contingencia ambiental debido a que no se han alcanzado los estándares establecidos de concentración de las llamadas técnicamente partículas PM10.
“El valor límite para declarar la contingencia ambiental Fase I es al alcanzar el valor de 215 µg/m3 de PM10, calculado con el promedio móvil de 24 horas; el día de hoy el valor más elevado de promedio de 24 horas fue de 169 µg/m3 en la estación Tultitlán”, anunció el domingo la Dirección de Monitoreo Atmosférico.
18:00 horas, el #ÍndiceAIREYSALUD reporta en la #CDMX y su zona conurbada #CalidadDelAire de MUY MALA a EXTREMADAMENTE MALA lo cual indica un riesgo a la salud de MUY ALTO a EXTREMADAMENTE ALTO.#QuedateEnCasa.
— Calidad del Aire (@Aire_CDMX) March 29, 2021
En mayo del 2019 una veintena de incendios entre la capital y la zona metropolitana -con más de 20 millones de habitantes- puso en jaque a la metrópolis, acumulando cuatro días consecutivos con altos niveles de ozono y de partículas contaminantes en el aire. La crisis ambiental precipitó la declaración de la alerta ambiental por parte del Gobierno capitalino, encabezado por Claudia Sheinbaum, con el objetivo de “reducir la probabilidad de afectaciones en la salud de la población”. Entre las medidas acordadas, la secretaría de Educación decidió prohibir temporalmente el recreo de los niños de primaria y cualquier actividad física al aire libre. El mensaje advertía además a los ciudadanos de los posibles riesgos de salud e incluía una lista de actividades a evitar para contribuir con la situación, como cocinar alimentos con leña, prender velas o fumar.
No es ninguna novedad que durante los meses más calurosos y secos del año la capital se vuelva un lugar irrespirable. El 10 de mayo de 2016 vivió una de las peores crisis ambientales de su historia. El aire que respiraban sus habitantes se convirtió en el más dañino en 14 años. La capa color café que sobrevolaba la capital durante los meses más secos y cálidos del año, desde febrero a mayo, desencadenó las alertas de los expertos advertían de los graves riesgos cardiovasculares y respiratorios. La decisión de las autoridades fue entonces restringir la circulación de coches, decretar alertas ambientales e impulsar una estricta verificación de las emisiones de los vehículos.
En 2017, por esas mismas fechas, volvió a ocurrir: cinco días seguidos de crisis, 4,5 millones de coches sin poder salir del garaje. En 2018, las condiciones climáticas y la imposición de una norma federal ayudaron a que esto no volviera a suceder. Pero hace dos años, la capital se asomó de nuevo a una temporada de crisis y la ausencia de medidas concretas para evitarlo aumentó la preocupación sobre la capacidad del Gobierno —liderado por primera vez por una científica y experta en temas ambientales— de hacer frente a una amenaza inminente a la salud pública.
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