Yoga para niños: 10 minutos ayudan a activarse, aumentar la concentración y lidiar con los conflictos

Un saludo al sol, unas técnicas de respiración y algunas posturas fáciles pueden aportar calma en la escuela y en casa. Sus beneficios, según los expertos, son “inmediatos y perdurables”

Una madre práctica yoga con su hija en el salón.pexels

Muchas veces los adultos contagian el ritmo, las prisas y el estrés a los niños. Es verdad que antes de salir de casa, las rutinas habituales impiden detener el tiempo para respirar, meditar o incluso estirar los músculos, tres sencillos gestos que se antojan una auténtica utopía hoy en día. Más ahora, cuando se va acabando el curso y a las mochilas, desayunos y deberes, se suman la preparación de teatros, bailes, excursiones y actividades al aire libre. Y sin olvidar el ...

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Muchas veces los adultos contagian el ritmo, las prisas y el estrés a los niños. Es verdad que antes de salir de casa, las rutinas habituales impiden detener el tiempo para respirar, meditar o incluso estirar los músculos, tres sencillos gestos que se antojan una auténtica utopía hoy en día. Más ahora, cuando se va acabando el curso y a las mochilas, desayunos y deberes, se suman la preparación de teatros, bailes, excursiones y actividades al aire libre. Y sin olvidar el estrés que suponen los exámenes finales, en el caso de los mayores y la tensión propia del último curso de bachillerato ante la inminente EBAU. En el imaginario ideal, su día empezaría con calma, un encuentro tranquilo con maestros y compañeros. Algo a lo que pueden ayudar también una serie movimientos suaves para desentumecer los músculos y activar el cerebro. Porque unos minutos de yoga podrían aportar mucho antes de empezar la jornada.

El yoga se empieza a colar en el aula

La palabra yoga (”unión”, en sánscrito) ha viajado en el tiempo y en el espacio, y su práctica no es nueva –nació hace unos 5.000 años, en la India–. Tampoco lo es su inclusión en los centros educativos. Francia, por ejemplo, ya lo tiene incorporado como parte del plan educativo. En España, si bien muy tímidamente, también empieza a asomarse en el aula. Pero llega (de nuevo) con la sobrecarga curricular, que hace imposible que se añada al calendario.

“Siendo realista, no veo viable implantar el yoga como asignatura nueva”, reflexiona Lucía Hernández, maestra de Educación Infantil y Primaria desde hace 15 años, pero “quizá, si poco a poco se va promoviendo, puede llegar a calar, y dentro de 20 años, tal vez sea algo normal. Con una charlas y sesiones, los profesores podrían estar capacitados para dedicar al yoga unos cinco o 10 minutos en cada clase”. Y eso fue justamente lo que hizo ella. Aunque actualmente se encuentra en una pausa profesional para dedicar su tiempo a sus hijos, esta profesora del área de inglés pudo disfrutar de una breve experiencia en una de sus clases en un colegio público de Madrid. “Cuando entraba en el aula, bajaba la luz, ponía música tranquila y les proponía una serie de respiraciones los 10 primeros minutos para calmarse y concentrarse. A veces, incluía alguna postura de equilibrio o algunos estiramientos propios de la práctica, pero lo principal era que se relajaran de la manera que les pareciera la más natural”, añade Hernández.

Una sesión adaptada a los niños

La Comunidad de Castilla-La Mancha también ha planteado un programa de yoga, que ha impartido Mayte Aguado, directora y fundadora de la escuela Prana Yoga, ya en 12 colegios e institutos públicos de la provincia de Guadalajara. Se trata de una sesión de 60 minutos durante dos semanas. “La hora de la actividad no se suma al calendario escolar, sino que debe sacrificarse otra clase. Esta sesión es la misma que enseño a adultos, pero adaptada a la edad y grado de los chicos”, explica Aguado. Además de la respiración y las posturas, les enseña “teoría (anatomía), para que aprendan cómo es su cuerpo”. “Sería ideal hacer la clase mensual para descargar las tensiones en los jóvenes, porque se ha comprobado que sus efectos son inmediatos y perdurables”, sostiene.

El yoga también supone actividad física. Unitxer Zenón es profesor de Educación Física en el Instituto Rekaldeberri, de Bilbao. Nada más llegar a este centro, hace dos años, planteó el desafío de ofrecer una nueva unidad didáctica. La llamó YogaPark, un híbrido entre esta disciplina y parkour, esa actividad física de origen francés caracterizada por saltos, usando el mobiliario urbano: “En la primera mitad de la clase se trabajan respiraciones tranquilas y posturas (asanas) fáciles; en la segunda, nos vamos al gimnasio o patio, para aprender a saltar, trepar, correr, rodar y el resto de movimientos del parkour”.

Los beneficios del yoga han sido ampliamente demostrados, no solo en adultos, sino también en niños, de manera transversal, ya que aborda los planos físico, psicológico y emocional. Este concepto calza a la perfección con la filosofía de Zenón: “Enseñar mi asignatura [Educación Física] para la vida”.

Si bien estos tres formadores son conocedores de los numerosos beneficios evidenciados que tiene el yoga, reconocen que perseguían especialmente dos: bajar las revoluciones de los niños y aumentar su atención en clase. O en la siguiente: “Hay profesores que comentan que después de mi clase, los chavales llegan muy tranquilos”, señala Zenón.

Beneficios del yoga

  1. Conseguir la calma. El yoga no son únicamente posturas acrobáticas (aunque a veces lo parezca). Enseñarles técnicas de respiración (las pranayamas) a los niños fortalece sus pulmones, pero también permite canalizar sus emociones. “Cuando los ves que entran dándole vueltas a la esterilla o vienen muy agitados, conviene bajar esos niveles de serotonina, por lo que nos detenemos más en la respiración y en una relajación más larga, centrándonos menos en el ejercicio físico”, cuenta Aguado. Según la doctora Nazareth Castellanos, neurocientífica que lleva más de 20 años estudiando el cerebro, que “en la última década, se está empezando a reconocer la increíble relevancia de la respiración, hasta hace poco inadvertida para la neurociencia, en nuestro bienestar, cognición y emociones”.
  2. Mejora la atención. Castellanos añade que de una investigación se extrae que “la información de cómo respiramos influye en nuestros sistemas de memoria y atención”. Diariamente, observa que los niños, se distraen cada vez más en clase: “El yoga, a través de la respiración y de las posturas, aumenta la atención y concentración, lo que permite que valoren mejor lo que están haciendo en cada momento”.
  3. El autoconocimiento. Según los expertos consultados, a través de las posturas (asanas), los pequeños consiguen conocer mejor su cuerpo, su lateralidad y potenciar el equilibrio. Pero, además, el yoga ayuda a que aprendan de sí mismos, enriqueciendo su autoestima y manejando mejor los conflictos.
  4. Activa el cuerpo. Los niños y adolescentes pasan muchas horas sentados al día, con el perjuicio para su espalda y el resto de órganos. El yoga propone movilizar todos los grupos musculares, las articulaciones, el flujo sanguíneo, etc. Para los más pequeños, esta práctica se puede presentar como un juego. “Hacen el saludo al sol cantando y les presentas las posturas con un cuento e imitando animales: un jaguar, una cobra, se van a la montaña... El que más les gusta es el león porque pueden gritar y expresarse”, relata Aguado.
  5. Reduce el estrés. Según explican, algunas publicaciones sugieren que el yoga es eficaz para reducir la ansiedad y el estrés, y mejorar el estado de ánimo y bienestar, ya que podría disminuir los niveles de cortisol, hormona vinculada al estrés. Otro estudio destaca que al implementar este tipo de actividades en el entorno escolar, es posible ir a la base: enseñar estrategias saludables para hacer frente a los factores estresantes.
  6. Mejora el rendimiento. Es lógico pensar que al estar más tranquilos y más centrados, con el estrés bajo control, los niños puedan abordar mejor sus estudios y estos les resulten más fáciles y motivadores, lo que repercute directamente sobre su rendimiento académico, según informan los expertos.
  7. Ayuda a resolver conflictos. En algunos países, como Estados Unidos, México o Argentina, existen iniciativas que utilizan el yoga como una herramienta para reducir el bullying: “Estos programas se basan en que, como la práctica interviene en la autorregulación, consigue un mejor manejo de los impulsos y de las emociones”.

Los padres pueden continuar con su práctica en casa

Todas estas acciones no solo son favorables en el aula. En casa también se puede continuar con otros minutos de respiración y posturas. Durante los meses de confinamiento, gran parte de la población se sumía en clases de yoga online con el fin de dar tranquilidad, moverse un poco y dejar de pensar en lo que se estaba viviendo. Los más avanzados seguían sus sesiones a distancia para no perder la práctica ni todos los beneficios que aporta. Muchos invitaron a sus hijos a unirse a ese ratito de desconexión de las noticias, el encierro que tanto les afectó o, simplemente, tener una actividad común.

En muchos casos funcionó de maravilla, lo que puede ser una señal para continuar con este hábito. Mayte Aguado da algunas recomendaciones:

  • Lo primero es habilitar un rincón de la casa donde poder realizar la práctica con los hijos. No necesita más infraestructura que un espacio con luz natural, temperatura agradable, plantas o algún ambientador que guste.
  • Lo ideal es empezar por la respiración, sentados o tumbados, que se puede explicar incluso a niños muy pequeños. Inhalar y exhalar, con los ojos cerrados, imaginarse el recorrido del aire, relajar los músculos y también irlos visualizando mentalmente a medida que se van nombrando. “Y, sobre todo, que ellos observen cómo respiran”, incide Aguado.
  • Algunas posturas fáciles y seguras son los saludos al sol, el árbol, la montaña, la mariposa, el perro bocabajo, la estrella, el triángulo, la cobra... Existen un montón de kits de láminas ilustradas (en papel y en internet) con indicaciones muy sencillas.
  • Contar una historia corta a medida que indicas las posturas siempre suma; será útil para reforzar su atención y, a la vez, imprimir un sello familiar a la actividad.
  • En el caso de optar por sesiones breves, es bueno variarlas cada día. Pero es importante observar y escuchar lo que los niños quieren en ese momento. La idea es que el yoga los relaje, no los incomode ni estrese más.
  • Por último, tener un rato de yoga (no es necesario una sesión completa) e incorporarlo como una rutina diaria, sin duda, estrechará los lazos entre padres e hijos: calmarán las tensiones en casa, las discusiones por hacer los deberes u ordenar su habitación. Según Aguado: “Los niños son el futuro e incluir el yoga no es una posibilidad, sino que debe ser una realidad”.

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