Ir al contenido
Consejo Europeo

António Costa: “Es insoportable lo que ha hecho Netanyahu, Alemania no ha podido quedarse impasible”

El presidente del Consejo Europeo “da la bienvenida” al plan de Trump para Gaza: “Ahora hay una propuesta concreta de paz”

António Costa (Lisboa, 64 años) baja las escaleras del Teatro Real de Madrid y empieza ahí mismo una animada charla que continuará en una sala de protocolo que parece bañada de color vino tinto. Se escuchan ecos de los ensayos de Otello, la ópera de Verdi basada en una obra de Shakespeare que condens...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

António Costa (Lisboa, 64 años) baja las escaleras del Teatro Real de Madrid y empieza ahí mismo una animada charla que continuará en una sala de protocolo que parece bañada de color vino tinto. Se escuchan ecos de los ensayos de Otello, la ópera de Verdi basada en una obra de Shakespeare que condensa en un par de horas toda la violencia emocional del alma humana: celos, traición, amor y destrucción. La tentación de la metáfora geopolítica: traición de EE UU al orden internacional; destrucción en el vecindario de Europa; amor, desamor y recelos de la ciudadanía europea con sus instituciones tras un verano aciago. Puro drama shakespeariano, del que no escapa el presidente del Consejo Europeo, que ve “frustración” en el ánimo continental. Tenaz, pragmático y dotado de una habilidad innata para la negociación, el socialdemócrata portugués carga con dureza contra Netanyahu, da la bienvenida al plan de Trump, analiza el papel de Europa en esta hora oscura y se rebela, en un portuñol prodigioso, contra el glamour intelectual del pesimismo.

Pregunta. Después de un pésimo verano para Europa, viene de una ronda de contactos con una veintena de líderes para preparar la cumbre de Copenhague. ¿Cuál es el Estado de la Unión en las capitales?

Respuesta. Hay dos claras prioridades. Una es la economía, activar de una vez los informes Letta y Draghi. Y la otra la seguridad: activar de una vez la Europa de la defensa. Además, deberíamos conectar con los problemas de la gente: en octubre vamos a poner sobre la mesa el desafío de la vivienda.

P. Hace seis meses se estrenó con una cumbre informal para dar un paso adelante geopolítico en seguridad. ¿La autonomía estratégica en 2030 no es un brindis al sol sin un calendario explícito?

R. La reunión de febrero permitió tener una discusión de fondo sobre la Europa de la defensa. Fue fundamental para retomar la relación con Reino Unido, cuyo papel ha sido decisivo en la coalición de voluntarios en Ucrania. Después, la Comisión aprobó un programa de 150.000 millones para invertir en defensa, y activó las cláusulas de escape para dar espacio fiscal a los países y cumplir lo comprometido ante la OTAN. Hay que hacer más. Esta semana en Dinamarca habrá un primer debate, y el Consejo de octubre es importante. Hay 27 países: 27 perspectivas. Es normal llegar con diferentes puntos de vista; lo importante es salir con un camino claro.

P. Los mejores momentos de Europa llegan cuando las instituciones van unos metros por delante de los consensos y son capaces de persuadir a los socios. ¿No se parapeta Bruselas demasiado tras los consensos?

R. Cuando Delors propuso el mercado único en 1992 no éramos 27. Ni cuando se aprobó el euro. Y lo que discutíamos entonces era más sencillo: cuando en los años cincuenta se debatió la Europa de la defensa, los países decidieron no emprender ese camino. Eso cambió el 24 de febrero de 2022: tras la invasión de Ucrania ya no discutimos si hay que hacerlo, sino cómo hacerlo. Ese despertar geopolítico supone un nivel de soberanía compartida superior. Y es como escalar una montaña: los metros finales son los más difíciles.

P. A Sísifo se le acaba cayendo la piedra montaña abajo. En el debate de seguridad, Ucrania es clave para la defensa europea. Kiev ha hecho cosas increíbles. Le prometimos la adhesión: ¿Qué va a hacer para evitar el bloqueo de Hungría?

R. Es un bloqueo relativo. Hungría no quiere la ampliación antes de que llegue la paz. Pero le recuerdo que aceptamos la candidatura de Ucrania por unanimidad.

P. Ucrania se cruzó en la negociación comercial. Pero esa foto en Escocia es como La rendición de Breda, y la foto de la Casa Blanca, una genuflexión.

R. Es una lectura muy injusta. Volvamos a enero. El riesgo era triple: que EE UU abandonara la OTAN, que no siguiera ayudando a Ucrania, y que libráramos una guerra comercial. ¿Cuál es la situación ahora? Hemos estabilizado la relación con EE UU en el marco de la OTAN, Washington se ha comprometido con Ucrania, y hemos logrado estabilizar la relación comercial. La negociación con EE UU no iba solo de comercio: incluía Ucrania y la seguridad.

P. La UE pactó un arancel del 15% pero Trump amenazaba hasta hace dos días con el 100% para productos farmacéuticos. Putin ha soltado drones en suelo europeo y EE UU se lavó las manos. ¿No nos toma el pelo Trump?

R. Ese anuncio de las farmacéuticas no se aplica a la UE: es un buen ejemplo de que el resultado ha sido bueno. No podemos analizar cada mensaje de Trump a cada minuto. Hemos logrado compromisos sólidos en defensa, con Ucrania y nadie ha logrado un acuerdo comercial mejor que Europa.

P. ¿No les ha faltado dureza?

R. Lo fundamental es el resultado. Y nadie ha cosechado un resultado mejor.

P. La anterior legislatura, con Von der Leyen y Charles Michel, fue impecable en la gestión de la pandemia, de la crisis energética, de la guerra de Ucrania. ¿Qué ha cambiado para que los primeros meses de esta legislatura sean tan malos?

R. No comparto ese análisis. La UE está bien equipada para gestionar las crisis que tenemos sobre la mesa. Hay que hacer un esfuerzo en defensa; eso va a fortalecer nuestro tejido económico.

P. Hay quien lo ve con menos complacencia. Usted es la voz de la UE en política exterior. ¿Por qué no se le oye más?

R. La política exterior tiene tres dimensiones: la económica, Ucrania y Gaza, que durante meses no estuvo en la agenda del Consejo porque no había ningún acuerdo. En julio logramos un consenso para reclamar la liberación de los rehenes, decir que Israel debía detener las hostilidades y aceptar la entrada incondicional de la ayuda humanitaria, y defendimos la solución de los dos Estados. Ahora tenemos una nueva propuesta de la Comisión para sancionar a dos ministros y suspender el acuerdo comercial con Israel.

P. Una suspensión muy parcial. Pero no contesta a la pregunta: ¿Por qué le hemos visto tan cómodo detrás de Von der Leyen?

R. Esa frustración no se debe a que no se oiga mi voz, sino a que la barbarie continúa en Gaza, a que Rusia sigue guerreando en Ucrania, a que EE UU ha metido una sobredosis de incertidumbre. La política consiste en resolver problemas, no en que se escuche o no la voz de António Costa.

P. Sostiene que Gaza es una “catástrofe humanitaria”. Condena el uso del hambre como arma de destrucción masiva. Acusa a Israel de vulnerar el Derecho Internacional. ¿Por qué es tan difícil llamarle genocidio?

R. No voy a entrar en calificativos jurídicos. La posición europea se ha visto clara en la ONU.

P. ¿Qué le parece el plan presentado en las últimas horas por Netanyahu y Trump?

R. Apoyamos los esfuerzos que permitan avanzar hacia una solución. Lo fundamental ahora es que todas las partes den una oportunidad a la paz. La situación humanitaria en Gaza es intolerable. Las hostilidades deben cesar inmediatamente, todos los rehenes deben ser liberados. No hay lugar para Hamás en el futuro Gobierno de Gaza. La UE seguirá apoyando a la Autoridad Palestina y su programa de reformas, los compromisos del presidente Abbas antes de la Conferencia de Alto Nivel sobre la solución de dos Estados en Nueva York son alentadores. Los pueblos israelí y palestino merecen vivir juntos en paz, sin violencia y terrorismo. El camino es difícil, pero ahora hay una esperanza concreta de paz.

P. El eje francoalemán no está en su mejor momento. Macron es un pato cojo. Merz ha empleado una retórica muy dura con la migración y Alemania sigue con sus tabúes en Gaza.

R. Macron sigue siendo uno de los líderes más activos en defensa de la UE. Y la posición de Merz sobre migración es quizás diferente a la del anterior canciller, pero no es muy distinta a la de otros países. Con Israel, Alemania da un paso adelante con el embargo de armas. Es un buen ejemplo del desgaste que Netanyahu está infligiendo a la posición internacional de Israel, obligando a países como Alemania a cambiar de posición. Es insoportable lo que está haciendo Netanyahu con Gaza y en Cisjordania. Alemania no ha podido quedarse impasible.

P. La ultraderecha alcanza ya una media del 25% de los votos, pero sobre todo está contaminando a la derecha democrática. ¿Cómo se detiene esa ola?

R. Lo que alimenta al populismo ultra son unos niveles de desigualdad intolerables. La inmigración es el chivo expiatorio; las causas profundas son la desigualdad, los problemas transversales como la vivienda, el hecho de que los jóvenes crean que van a vivir peor que sus padres. Hay que luchar contra esas causas.

P. En ese debate la socialdemocracia está desaparecida. ¿Qué ha hecho mal su familia política?

R. En la política europea hay ciclos en los que domina la socialdemocracia, y luego el viento cambia y los conservadores son dominantes.

P. Pues el viento ha girado de lo lindo. Quizá porque el populismo no ofrece respuestas pero al menos tiene lemas: la socialdemocracia está sin respuestas y sin lemas.

R. A los populistas les basta con eslóganes. El centro tiene el pequeño problema de que debe presentar soluciones, y no siempre están disponibles. Son complejas, difíciles de explicar. La pandemia dejó graves dificultades en la psicología colectiva de las sociedades, un malestar agravado por la inflación. Nada es más difícil para un gobierno, de izquierdas o de derechas, que gestionar la inflación. Incluso ahora que se modera los precios se han quedado muy arriba: la recuperación de los salarios, del poder adquisitivo, es crucial.

P. El aliado histórico de Europa ya no es fiable. ¿Ha llegado el momento de desamericanizar las relaciones multilaterales y sobre todo la cultura política de Europa, y de abrirse a China?

R. Los europeos tenemos claro que estamos en un mundo multipolar. Europa debe establecer una red muy densa de socios y complementarlo con la dimensión comercial. Con India, Mercosur, Nigeria, Indonesia, Japón... A China debemos pedirle que respete las reglas; EE UU tiene que seguir siendo nuestro aliado. Hace unos años esto no se aceptaba pero hoy está claro que la mejor forma de consolidar la Alianza Atlántica es desarrollar el pilar europeo de la OTAN.

P. España crece al 3%, cuatro veces más que la UE. A la vez hay mucho ruido interno. ¿Cómo nos percibe Bruselas?

R. España lleva dos años siendo el país europeo que más crece, y va a seguir haciéndolo, pero la economía, siendo importante, no lo es todo en política. Sánchez sigue muy activo en el Consejo Europeo, es el representante de la socialdemocracia: le veo fuerte.

Sobre la firma

Más información

Archivado En