De misiles a información clave sobre el enemigo: todo lo que Ucrania puede perder sin la ayuda militar de EE UU

Kiev apuesta por su autonomía en producción de armas y en una mayor contribución europea, pero depende de Washington en sistemas antiaéreos, comunicaciones e inteligencia

Miembros de la Guardia Nacional Ucrania, en una posición cerca de la ciudad de Pokrovsk, en el este de Ucrania, el lunes.Inna Varenytsia (REUTERS)

Cuando Donald Trump espetó el pasado viernes al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, que no tiene cartas para jugar, se refería a esto: cada carta lleva el nombre de un tipo de armamento estadounidense sin el cual, como ha reconocido Zelenski, su país tiene “muy pocas opciones de sobrevivir”. La Casa Blanca, el crupier, amenazó ayer lunes con no dar más armas, con no repartir más juego a Kiev. Todavía es pronto para sabe...

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Cuando Donald Trump espetó el pasado viernes al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, que no tiene cartas para jugar, se refería a esto: cada carta lleva el nombre de un tipo de armamento estadounidense sin el cual, como ha reconocido Zelenski, su país tiene “muy pocas opciones de sobrevivir”. La Casa Blanca, el crupier, amenazó ayer lunes con no dar más armas, con no repartir más juego a Kiev. Todavía es pronto para saber si se trata de toda la baraja o solo de algunas cartas. Dependiendo de cuáles sean, el efecto negativo en la defensa de Ucrania sería inmediato o progresivo.

Zelenski detalló en febrero que Estados Unidos ha aportado un 32% del total de 320.000 millones de dólares (305.000 millones de euros) en recursos militares con los que Ucrania ha contado en los tres años de invasión —aunque en enero había fijado ese porcentaje en el 40%—. Los países europeos han dado otro 32% y el 36% restante es de aportación ucrania. El montante nacional es importante, sobre todo, en la producción de drones, la mayor revolución táctica de esta guerra y que ayuda al ejército defensor a contener el avance ruso.

Excepto en el uso de vehículos no tripulados, Ucrania es inferior a Rusia en todos los activos militares. Algunos ámbitos son igual de determinantes que los drones, y es aquí donde la presión de Washington puede perjudicar a Ucrania. Los expertos consultados por EL PAÍS en febrero señalaron cuatro puntos en los que la estrategia de la Casa Blanca puede hacer más daño: en la suspensión de la entrega de munición para artillería, de defensas antiaéreas Patriot, de misiles de medio y largo alcance, y de información de inteligencia.

La última partida de ayuda para Kiev, aprobada por el expresidente Joe Biden en enero, eran 500 millones de dólares en munición antiaérea, misiles aire-tierra y componentes para los cazas estadounidenses F-16 en manos de las Fuerzas Aéreas de Ucrania, entre otros. Parte de este envío debería ser suspendido ahora, según lo anunciado por la Casa Blanca, y también los 3.800 millones de dólares en armamento que quedan por entregar de los 61.000 millones de dólares que el Congreso estadounidense aprobó para Ucrania en abril de 2024. Este paquete fue una apuesta personal de Biden que los republicanos bloquearon en la Cámara de Representantes durante más de medio año.

El hecho de que gran parte de los 61.000 millones ya hayan llegado a Ucrania permitirá a su ejército resistir sin grandes problemas de avituallamiento hasta mediados de año, según confirmó el pasado diciembre a este diario su ministro de Finanzas, Sergii Marchenko. Más allá del verano, Kiev se prepara para depender de un refuerzo europeo. Yurii Butusov, director del medio Censor Net y destacado analista militar, sostuvo el lunes que Europa tiene recursos económicos para suplir a EE UU, también adquiriendo armas a Washington.

La posición de Trump y del Partido Republicano la expuso en febrero el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, que confirmó que no hay intención alguna de sacar adelante nuevas partidas militares para Ucrania.

Misiles de medio y largo alcance

Hay armamento estadounidense de un valor especial que solo con la complicidad de Trump podría continuar en manos ucranias. Durante el mandato de Biden fueron suministradas 40 lanzaderas de misiles de precisión de medio alcance Himars, misiles de largo alcance ATACMS y enormes cantidades de munición antiaérea para las baterías de los Patriot. El expresidente demócrata finalizó su mandato autorizando a Kiev a utilizar estas armas incluso contra objetivos en territorio ruso, una decisión que Trump puede revertir. Sin la implicación estadounidense también perdería Ucrania sistemas de guiado de bombas aéreas y componentes para reparar los más de 200 obuses de artillería que el Pentágono ha dado al país invadido.

Pero, sobre todo, hay dos elementos que Europa no tiene los recursos para reemplazar. Por un lado, está la información de inteligencia del Pentágono que Ucrania recibe cada día por vía directa o a través de la OTAN. Esta información es la que permite a las Fuerzas Aéreas Ucranias saber cuándo despegan los bombarderos del invasor en Rusia o cuándo son disparados sus misiles de largo alcance. El ejército ucranio cuenta también con datos imprescindibles del aliado estadounidense sobre los centros logísticos rusos, los movimientos de tropas o la ubicación de posiciones clave enemigas.

Ninguna brigada ni alto mando ucranio con el que este diario está en contacto ha detectado que el flujo de inteligencia estadounidense se haya parado. Un portavoz del Estado Mayor ucranio asegura que no pueden valorar esta cuestión “porque es sensible”. Los nervios están a flor de piel: “¿Usted habla en serio? Por parte nuestra no haremos ningún tipo de comentario”, es la agria respuesta del coronel de las Fuerzas Aéreas Yurii Ignat a la pregunta de si han detectado un cambio en la información suministrada por la OTAN o EE UU.

Si cierta información se suspendiera, el impacto sería inmediato. Por ejemplo, en el caso de que las alarmas antiaéreas no alertaran de un bombardeo contra ciudades ucranias desde cientos de kilómetros dentro de territorio ruso. Las potencias europeas tienen sus propios recursos para identificar los movimientos rusos, pero son muy inferiores a la capacidad de inteligencia estadounidense, según explicó el 22 de febrero a este diario el ex primer ministro ucranio Arsenii Yatseniuk.

Conexión por satélite

El otro elemento imposible de sustituir por parte de los aliados europeos es la dependencia que tiene el ejército ucranio de la conexión por satélite Starlink, propiedad de Elon Musk, el multimillonario y hombre de confianza de Trump. Miles de unidades militares ucranias operan con las comunicaciones de Starlink, además de que su conexión es clave para pilotar drones en el frente de guerra.

La agencia Reuters informó el 22 de febrero de que la administración estadounidense había amenazado con que Starlink desconectará su señal en Ucrania, pero Musk replicó que era falso. Un análisis de la agencia estatal Ukrinfom da por hecho que Starlink continuará operando, y que el armamento que deje de transferir EE UU puede ser adquirido por Europa. El mayor riesgo, indica Ukrinform, es la información de inteligencia, que “no haya nadie que monitorice al ejército ruso 24 horas, siete días a la semana”.

Franz-Stefan Gady, experto del británico Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), ha explicado en un análisis compartido en redes sociales que “el impacto inmediato a nivel táctico para Ucrania se notará en el racionamiento de artillería y de la munición de largo alcance, y en un mayor descenso de los golpes de precisión en la retaguardia rusa”. “Los efectos se notarán gradualmente en el frente en los próximos meses, no habrá un shock inmediato”, considera Gady. La parte positiva de esta crisis, indica el experto del IISS, es que Ucrania acelerará todavía más su autonomía en producción armamentística.

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