Los líderes del G-7 han aprovechado la cumbre del grupo en el sur de Italia para lanzar advertencias de represalias a China si no corrige el rumbo en algunas áreas, especialmente el apoyo a Rusia y la política industrial. Los socios reiteran su disposición a colaborar con Pekín, pero amenazan con ampliar sanciones a entidades, incluso del sector financiero, implicadas en la máquina de apoyo a Moscú y anuncian que seguirán actuando para contrarrestar una competencia industrial que consi...
Los líderes del G-7 han aprovechado la cumbre del grupo en el sur de Italia para lanzar advertencias de represalias a China si no corrige el rumbo en algunas áreas, especialmente el apoyo a Rusia y la política industrial. Los socios reiteran su disposición a colaborar con Pekín, pero amenazan con ampliar sanciones a entidades, incluso del sector financiero, implicadas en la máquina de apoyo a Moscú y anuncian que seguirán actuando para contrarrestar una competencia industrial que consideran desleal, según la declaración final de la cumbre, tal y como adelantó este diario. El texto refleja un endurecimiento de la posición hacia China con respecto al año anterior.
“El apoyo de China a la base industrial rusa permite a Rusia sostener su guerra ilegal en Ucrania. Urgimos a China a acabar con la transferencia de materiales de doble uso, incluidos componentes de armas”, dice la declaración. El documento anuncia medidas “contra actores en China y terceros países que respaldan la maquinaria de guerra rusa, incluidas instituciones financieras”. El de las entidades financieras es un frente especialmente delicado. El G-7 apunta claramente a golpear no solo a las empresas que venden productos sensibles a Rusia, sino también a las entidades que facilitan ese comercio.
Esta línea de acción complementa la decisión del G-7 de activar un préstamo a Kiev por valor de 50.000 millones de dólares, que se financiará con los rendimientos de los activos congelados de Rusia. La declaración apunta a lograr el desembolso “para finales de año”. Sería una fecha que encaja con intereses pragmáticos, sobre todo en EE UU, donde el nuevo presidente tomará posesión en enero. Sin embargo, una fuente europea cercana a la negociación reconocía que “queda pendiente aclarar detalles”. Está por ver cuánto tiempo será necesario para ello.
El otro gran flanco de acción con respecto a China es el geoeconómico. En esta materia, el G-7 acusa a Pekín de prácticas “que conducen a distorsiones de mercado y a una sobrecapacidad de producción dañina en un creciente número de sectores”. Los socios anuncian que seguirán tomando medidas para proteger a sus industrias, sus trabajadores y su resiliencia económica. Es una dinámica ya en marcha, como demuestran las recientes medidas arancelarias de EE UU o la UE hacia China.
Los miembros del G-7 creen que China ha conseguido una posición dominante en varios mercados estratégicos, sobre todo en sectores vinculados con la transición ecológica, a través de prácticas abusivas, como subsidios no declarados o ventas bajo coste de producción para golpear a los competidores. Buscan contrarrestar esta tendencia y, en la maniobra, tratan de convencer de que esto está también en el interés de países del Sur Global —varios de ellos invitados a la cumbre— y de mantener la unidad en sus propias filas, a la vista de fricciones comerciales proteccionistas entre EE UU y la UE.
Al principio de la sesión dedicada este viernes a esta cuestión, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, hizo hincapié precisamente en este punto, según transmitió su portavoz. “Deberíamos seguir el principio de no dañarnos recíprocamente, estar pendientes de que las medidas que cada uno apruebe no tengan efectos negativos sobre los demás, incluso de forma no intencionada”. Esto suena como una referencia indirecta al programa IRA de EE UU, cuyas medidas proteccionistas han levantado ampollas en la UE.
El G-7 también ha reclamado a China que se abstenga de adoptar medidas de restricción de exportaciones, especialmente en cuanto a materias primas estratégicas, cosa que ya ha hecho cortando el flujo de galio y germanio como respuesta a las limitaciones occidentales en materia de microchips avanzados. China es una potencia central en extracción y procesado de materias primas estratégicas.
El comunicado final también contiene rotundos llamamientos a Pekín a evitar acciones unilaterales en la región y a respetar los dictámenes de la justicia internacional (una referencia indirecta a un fallo desfavorable sobre sus acciones en aguas disputadas que China no acata).
En sus maniobras hacia China, los países del G-7 intentan cerrar filas con el Sur Global. Es en esa óptica que puede interpretarse la invitación extendida por la presidencia italiana de turno a países relevantes de esa indefinida constelación. Están presentes en la cumbre (que acaba oficialmente este sábado) los líderes de la India, Brasil, Argentina, Turquía y de varios países africanos. Las potencias occidentales y China y Rusia compiten por granjearse su favor.
Narendra Modi, en concreto, que ha emprendido aquí su primer viaje internacional después de las elecciones en las que ha logrado un tercer mandato consecutivo —pero esta vez sin mayoría absoluta—, es objeto de especial atención, por el creciente peso de la India y un compartido recelo ante China.
África también ha recabado especial atención. La presidencia italiana ha tratado de poner el foco en el continente, lanzando una iniciativa para mejorar la seguridad alimentaria y debatir las maneras de luchar contra las mafias migratorias.
Otro invitado de relieve a la cumbre ha sido el Papa, quien intervino en la tarde de este viernes con un discurso sobre la inteligencia artificial, en el que alertó del riesgo de que la nueva tecnología “amplíe la injusticia entre naciones avanzadas y en desarrollo o entre clases sociales dominantes y oprimidas”. Francisco subrayó la importancia fundamental de que los seres humanos no pierdan el control sobre la tecnología, y en concreto que ninguna máquina pueda elegir jamás poner fin a la vida de un ser humano. Es la primera vez que un Pontífice participa en un G-7, un guiño de Meloni a los numerosos votantes católicos que sostienen a su partido. Francisco ha celebrado reuniones bilaterales con varios líderes, incluidos Biden, Zelenski y Macron.
En materia de cambio climático, la declaración incluye el compromiso de “acelerar acciones en esta década crítica, para alcanzar balance de emisiones cero en 2050″.
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).